lunes, 21 de abril de 2014

Desespero de Obama y ocaso del Flaco Capriles

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*Miguel Ugas
Al parecer todavía quedan algunos ilusos que no establecen relación directa entre las acciones que han venido realizando sectores ultra radicales de la oposición venezolana y los planes de desestabilización concebidos e impulsados desde el centro imperial en contra de la soberanía nacional. Estos caídos de la mata continúan atribuyendo a la “crisis que padece Venezuela generada por el mal gobierno chavista”, la causa determinante de las violentas jornadas de protesta que se han venido escenificando en el país, desde comienzos del mes de febrero.
Ya Bolívar nos alertó
Pero, realmente, ¿son ilusos, caídos de la mata? o se hacen los desentendidos frente a una situación que no amerita mayor agudeza para ubicarla en su correcta dimensión, cuando es notorio y evidente la intromisión estadounidense en los asuntos internos de nuestro país, no de ahora, con el período chavista, sino, desde siempre, cuando se inició la explotación petrolera, y más allá. No viene al caso emprender en este escrito una narración de la vocación interventora del coloso del Norte en Venezuela, y en todos los países del Continente; ello está suficientemente documentado, y, más que eso, vivenciado por los pueblos nuestroamericanos. El propio Bolívar vislumbró y alertó, desde las tempranas horas republicanas, las apetencias interventoras y anexionistas de estos voraces “hermanos” estadounidenses.
Por otra parte, independientemente que existan razones de carácter económico, social o político, de orden interno, que se puedan argüir  como sustentación para una protesta social, de la que nadie duda de su legitimidad constitucional, lo cierto, lo indiscutible, es que, las acciones que se han desarrollado y quienes las han protagonizado tienen un claro tinte insurreccional, de corte terrorista, con saldos, por demás, trágicos y lamentables para la sociedad venezolana, cuya expresa finalidad es el derrocamiento del Proyecto Político que instauró Chávez hace 15 años y, que ahora, tiene la responsabilidad, Nicolás Maduro, de liderar y profundizar.
Es decir, hay una notoria afinidad de propósito entre quienes adversan a la Revolución Bolivariana y Chavista, pero, además de esa identidad, también, comparten la inquietud que los embarga al observar que ésta, más bien, tiende a consolidarse, y, peor para ellos, a proyectarse como ejemplo a seguir por los pueblos latinoamericanos y caribeños.
Desespero imperial
Los voceros imperiales, comenzando por Obama y Kerry, no escatiman oportunidad para declarar que el gobierno de los Estados Unidos mantiene una preocupación creciente por lo que acontece en Venezuela, por el deterioro de los derechos humanos, por las amenazas a la libertad de expresión, por el manejo equivocado de la economía, en fin, por la suerte de la democracia venezolana. ¡Estos yanquis tienen muchas décadas manifestando igual preocupación por nuestros países!;  lo cual se demuestra en la larga trayectoria de golpes de Estado, auspicio de dictaduras, invasiones militares, asesinatos de líderes populares, instalación de bases militares, sabotajes y  bloqueos económicos, presiones financieras y diplomáticas, manipulación y cercos mediáticos, etc., que han propiciado de manera directa o encubierta, según sean las circunstancias; cuando realmente lo que los mueve es el interés de las ganancias de sus empresas transnacionales y el control geoestratégico de esta parte del mundo.
A Obama y a su gobierno plutocrático (gobierno de los ricos), más que preocupación por la democracia de nuestro país, lo que lo envuelve es una profunda desesperación al constatar que la Revolución Bolivariana, a pesar de los pronósticos agoreros de su derrumbamiento, con la desaparición física del Comandante Chávez, se siembra cada día con mayor fuerza en nuestro pueblo, afirmando la soberanía nacional sobre nuestras ingentes riquezas naturales, desarrollando la democracia participativa y protagónica, fortaleciendo la unión cívico-militar, estableciendo las bases del socialismo del siglo XXI con sabor venezolano e impulsando la integración nuestroamericana, como la avizoró Bolívar y la encausó Hugo Chávez.
La administración Obama, en su desesperación, ante la tendencia que marca la Revolución Bolivariana, incita a los ultras de la oposición local, demostradamente inválida para imponerse por la vía electoral, a que, violentando la legalidad y sin pararle a las consecuencias, se lancen en una intentona insurreccional, con métodos fascistas, en el marco de toda una estrategia multifactorial (guerra económica, mediática, psicológica, etc.,), basada en los Manuales desestabilizadores puestos en práctica en otras latitudes y teniendo como consigna o lema central la renuncia o la salida del Presidente Maduro, con miras a generar una situación caótica que justifique alguna de las tantas nefastas maquinaciones contempladas en sus esquemas intervencionistas; para el imperialismo todo se vale con tal de coronar sus propósitos.
El Flaco Capriles el gran perdedor
Esa desesperación imperialista conllevó, además de embaucar a los terroristas, a sacrificar a los otros sectores opositores que se venían deslastrando de sus recientes prácticas fascistas, siendo el caso más resaltante el del gobernador Capriles, quien, por la ambigüedad adoptada ante la intentona insurreccional liderada por López y María Machado, de no desmarcarse de manera categórica y a tiempo, resulta como el gran  perdedor de esta última tramoya imperial.
Capriles, por su ambición desmedida, no logra centrar su atención en la que es su responsabilidad principal: gobernar en Miranda (negligente actitud en la que ya lleva 6 años), tampoco alcanza, por su falta de talento e inconsistencia, a erigirse en líder efectivo del movimiento opositor venezolano; fue candidato presidencial por imposición imperial, eso está claro, ahora, por la misma conminación, pasó a un segundo plano, así cobra el diabólico imperio sus favores. Presenciamos el ocaso del efímero liderazgo del Flaco.
*miguelugas@gmail.com

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