martes, 8 de abril de 2014

Cuando la miopía mediática apoya el terrorismo

by Iroel Sánchez
José Manzaneda*
mediosLos grandes medios del régimen español han tratado de minimizar la magnitud inédita de las llamadas Marchas de la Dignidad que llegaron a Madrid el pasado 22 de marzo. Centenares de miles de personas -más de un millón según la organización- se concentraron contra los recortes sociales y las políticas del capitalismo europeo (1).
Los medios no pudieron tapar los hechos, pero sí deformarlos. Porque la noticia no fue la gigantesca concentración, sino un incidente violento ocurrido al final del acto (2). La versión oficial, repetida hasta la saciedad por los medios, nos dice que unos policías desprotegidos fueron agredidos por “radicales” (3).
El incidente se produjo, casualmente, a la hora de entrada de los informativos estelares de televisión, que abrieron con este hecho, y no con la masiva manifestación pacífica (4). La portada de los principales diarios del día siguiente cumplió el mismo patrón (5). En las tertulias televisivas, portavoces policiales enseñaban fotografías de supuestas armas empleadas por manifestantes que, días después, se descubrió eran falsas, ya que correspondían a sucesos anteriores (6).
Los medios pasaron por alto, por ejemplo, las evidencias de policías infiltrados lanzando objetos (7), o una violentísima carga policial que se produjo antes de que acabara el acto político, y que conocemos por Internet, gracias a una televisión rusa (8).
Esta cobertura contrasta con la que estos medios ofrecen sobre las protestas de signo contrario en Venezuela. “Un beso y una piedra, la foto símbolo de la protesta en Caracas” (9). De esta manera tan poética el diario ABC realizaba su particular apología de la violencia opositora en Venezuela. El mismo medio que calificaba a jóvenes de izquierda en Madrid como  “vándalos” y “terroristas” (10).
Ningún manifestante atentó contra instalaciones públicas de salud o educación en Madrid. En Venezuela, en las últimas semanas, los “opositores” han incendiado 15 universidades (11), 11 centros de salud (12), han talado 5.000 árboles (13), y han destruido centenares de vehículos públicos, oficinas de los programas sociales del Gobierno y viviendas.
Los medios que ensalzan la “lucha” de estos “pacíficos” opositores ocultan hazañas tan memorables como sus ataques a indefensos médicos cooperantes de Cuba. En Táchira, 40 encapuchados incendiaron una Sala de Rehabilitación Integral donde colaboran (14); en el estado Lara rociaron con gasolina su módulo de salud, con la intención de quemarlos vivos (15); y en Barquisimeto atacaron su vivienda con bombas de gasolina (16).
Mientras, los diarios españoles participan de la xenofobia de sus homólogos venezolanos, mediante trabajos infames sobre la supuesta “injerencia cubana” en Venezuela. El diario El País publicaba “Las relaciones desmedidas”, un reportaje destinado a desacreditar la labor de más de 30.000 cooperantes sanitarios, que atienden a millones de familias que antes carecían del más mínimo servicio de salud pública (17). En él, El País ensalzaba el llamado Cuban Medican Profesional Parole, el programa del Departamento de Estado de EEUU para destruir la cooperación médica cubana en el mundo mediante la compra de médicos (18).
Estos medios culpabilizan con saña al Gobierno venezolano por las cerca de 40 muertes ocurridas en las protestas. Informes de activistas de derechos humanos apuntan a que la inmensa mayoría son producto de la acción violenta de los opositores (19). Pero el diario ABC nos cuenta que “las cifras de la represión contra manifestantes hablan por sí solas: (...) 1.938 detenciones y una treintena de fallecidos”. Es decir, que las muertes, aunque sean a manos de opositores, son “cifras de la represión” (20).
Televisión española daba amplio espacio a un joven venezolano que denunciaba maltratos y amenazas por agentes de la Guardia Nacional Bolivariana (21). No informaba, sin embargo, sobre las denuncias de amenazas (22) y malos tratos policiales (23) realizadas por jóvenes detenidos tras las Marchas de la Dignidad en Madrid. Que un manifestante perdiera un ojo (24), y otro un testículo (25), por disparos de pelotas de goma, tampoco resultó relevante para Televisión española.
Para dar credibilidad a las acusaciones contra el Gobierno de Venezuela, qué mejor que utilizar a Amnistía Internacional. La presentación de un informe sobre este país era convertido en los medios en la supuesta “denuncia” de la ONG contra el Gobierno de Nicolás Maduro (26). Pero la realidad es bien distinta. Amnistía Internacional acusó a “todos los líderes políticos, tanto del gobierno como de la oposición” (27). Pidió “al gobierno venezolano la activación de un Plan Nacional de Derechos Humanos” en el que “exista mayor control de armas”, y dirigió su denuncia de “violaciones de derechos humanos” a todas las partes: policía, “grupos armados progobierno” y “grupos de manifestantes opositores”.
Ciertamente, solicitó al Gobierno “esclarecer todas las responsabilidades y que los responsables sean llevados ante la justicia". Pero los medios callan que, antes de esta petición, ya habían sido detenidos 17 funcionarios policiales por excesos en su actuación (28). Por el contrario, hace unos meses, Amnistía Internacional denunciaba el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía española, así como su sistemática impunidad por falta de investigación y de castigo, sin que fuera noticia en los informativos españoles (29).
En febrero, 15 inmigrantes africanos morían en Ceuta a causa del empleo de material antidisturbios por la Guardia Civil española (30). A pesar de la petición de Amnistía Internacional, no ha habido ninguna investigación real sobre los hechos, menos aún una detención (31). Una práctica, desgraciadamente, común en España, estado que acumula 77 condenas de organismos internacionales por sus reiterados incumplimientos de la legalidad internacional y los derechos humanos (32).
Hechos sobre los que los medios del régimen español, por supuesto, no tienen espacio ni tiempo para informar. Porque lo tienen ocupado en legitimar el golpe de estado contra un presidente electo democráticamente, hace menos de un año, en Venezuela (33). (-Coordinador de Cubainformación

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