Repsol; ¡despierta la bestia colonialista!...
Autor: Marcos Roitman Rosenmann
Las medidas nacionalizadoras y recuperación de las riquezas básicas, ejecutadas en América Latina o África o Asia, siempre han sufrido la ira de los centros coloniales y las empresas afectadas. Los ejemplos no faltan a la cita. Lázaro Cárdenas, Jacobo Arbenz, Fidel Castro, Omar Torrijos, Velazco Alvarado, Salvador Allende, Evo Morales, Hugo Chávez, la lista es amplia. Acostumbrados al ordeno y mando, los arrogantes imperios desconocen el concepto de independencia y soberanía. Son reticentes al trato de igualdad. El paternalismo anclado en posiciones de fuerza articula el discurso de la soberbia imperial. Revelarse contra la autoridad paterna y el orden establecido debe merecer un castigo ejemplar. Bloqueos, procesos desestabilizadores, estrangulamiento económico, magnicidios o golpes de Estado. En estos días, la expropiación de una empresa privada, Repsol YPF, cuyos intereses sólo representan a sus accionistas y cuyo objetivo es obtener beneficios a costa de cualquier consideración ética, jurídica, moral y medio ambiental, despierta la ira de los centros de poder hegemónicos, sus instituciones y principales dirigentes políticos.
Argentina, su presidenta y su pueblo están siendo sometidos a un ataque sin cuartel por autoridades españolas, dirigentes europeos, gobiernos cipayos latinoamericanos, centros de estudio y medios de comunicación social, en los que Repsol posee acciones y controla voluntades. Estados Unidos, el FMI, la Unión Europea y lo impensable, la voz del principal sindicato considerado de izquierdas en España, Comisiones Obreras se suma al carro imperialista El comunicado de Comisiones Obreras no tiene desperdicio, se adhiere a las críticas de los partidos políticos y reivindica su desacuerdo y rechazo al gobierno argentino por una “... medida que causará graves perjuicios a los accionistas, sobre todo a los pequeños, a los trabajadores y a la economía española...”. Un sindicato que dice representar a los trabajadores se alía con una empresa causante de asesinatos, secuestro y desaparición de dirigentes sindicales en Colombia y otros países de la región han perdido la vergüenza. En un excelente informe redactado en 2006, por Pedro Ramiro, y otros, editado como libro: La energía que apaga Colombia. Los impactos de las inversiones de Repsol y Unión Fenosa, sus autores relatan la puesta en práctica de la denominada ‘Operación Heroica’ desarrollada por las fuerzas armadas y los grupos paramilitares, en la región de Arauca, para limpiar la zona y facilitar la instalación de Repsol. En dicha operación se realizaron “2 mil 500 detenciones de personas, acusando a 30 dirigentes de organizaciones ecologistas y medio ambientales de rebelión y terrorismo”.
Llevada a cabo entre el 1º de enero y el 14 de noviembre de 2003, su implantación supuso un extraño incremento en el departamento de Arauca de “más de 74 por ciento de los homicidios y privaciones de libertad ocurridos contra sindicalistas en toda Colombia”. La instalación de Repsol, trajo consigo el desplazamiento y expropiación de tierras comunales de la etnia u’wa, los dueños reales de las tierras. Pero da igual que da lo mismo. Comisiones Obreras apoya a Repsol. Menos sorprendentes son las palabras de José Manuel Soria, ministro de Industria, cuando amenaza: “El gobierno de España defenderá los intereses de Repsol y de cualquier otra empresa española que esté operando en el resto del mundo”, palabras que tienen eco en Soraya Sáenz de Santamaría a la sazón vicepresidenta del gobierno, quien corrobora a su colega: “La obligación de España es defender, con todos los instrumentos a su alcance, los intereses generales de España”, sobre todo cuando Repsol les ha financiado electoralmente. Asimismo, el PSOE no ha querido faltar a la bacanal colonialista y paga favores a Repsol, diciendo que: “el gobierno español sabe que puede contar con nosotros y confiamos en que finalmente esto se pueda arreglar y dar marcha atrás a una decisión muy perjudicial”. El cuadro de ataques se completa con la miserable actuación de los partidos minoritarios y nacionalistas, que tildan la medida de anacrónica. Como síntesis la declaración emitida por Unión Progreso y Democracia, que “...insta al gobierno argentino a mantener una línea de coherencia en la aplicación de la necesaria seguridad jurídica de las empresas inversoras extranjeras que operan en el país..., Upyd quiere advertir sobre una posible extensión de expropiaciones encabezadas por Hugo Chávez en otros gobiernos de América Latina, que pueden poner en peligro los actuales niveles de inversión extranjera, estrangulando las posibilidades de desarrollo económico que hoy por hoy benefician las cuentas de países receptores de dicha inversión.... y exige responsabilidad jurídica para las inversiones de Repsol. “¿Entenderá Upyd por responsabilidad jurídica aquellas que hacen la vista gorda al asesinato de dirigentes sindicales, el traslado forzoso y el etnocidio de comunidades y pueblos originarios, así como la impunidad en la degradación medioambiental donde está presente?
Pareciera ser que Repsol es una empresa modélica, comprometida con la protección del medio ambiente, respetuosa de las comunidades indígenas y líder en la aplicación de tecnologías no contaminantes y un presidente Antonio Brufau, en la indigencia, cuyo sueldo en 2011, superó los 7 millones de euros netos. Motivo por el cual, no tiene empacho en decir que la expropiación “sólo es una forma de tapar la crisis social y económica que está enfrentando argentina”.
Sin embargo, un informe del Observatorio de las Multinacionales españolas en América Latina (OMAL) apunta lo contrario. Repsol actúa activamente en la pérdida de la diversidad, está presente en 17 parques nacionales en Bolivia, Ecuador y argentina. Sus emisiones directas ascienden a 30 millones de toneladas de CO2 equivalente, ello sin tomar en consideración aquellas producto de la quema de combustibles fósiles que producen más de mil millones de toneladas de CO2 equivalente al año.
Pero en esta campaña desestabilizadora no podemos dejar de mencionar la actuación de los gobiernos cipayos de América latina. Las palabras de Juan Manuel Santos, presidente de Colombia quien, para mostrar su simpatía con Repsol señala que: “aquí, por Colombia, no expropiamos... queremos que ustedes sientan que hay reglas estables de juego, aquí no vamos a expropiar; sean bienvenidos ustedes, son nuestros socios. Si a ustedes les va bien, a nosotros nos va bien”, y qué decir de Felipe Calderón cuando critica a la presidenta de Argentina y califica la medida de “lamentable... y que no le va hacer bien a nadie”, o del ministro de economía de Ollanta Humala, Miguel Castilla, adjetivando la nacionalización de “política errónea e insana”. Sebastián Piñera, presidente de Chile, tampoco pierde comba y muestra “su preocupación por tal medida”. Todos ellos han olvidado que sus países son lo que son, en gran medida, por la nacionalización del petróleo y del cobre. Por suerte, otro grupo de presidentes y países, la mayoría como Venezuela, Ecuador, Cuba, Paraguay, Bolivia, Brasil o Uruguay han levantado la bandera de la dignidad, apoyando a la República Argentina. Basten las palabras de José Mujica, presidente de Uruguay, quien subrayó que tal medida se fundó en un viejo error, el de privatizar la petrolera estatal en la década de los noventa... “y si lo arreglan o no lo arreglan es un problema del pueblo argentino”. No hay más caminos o soberanía nacional o claudicación vergonzante.
La Jornada. México
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