MARIA VIENE DE WASHINGTON
Federico Ruiz Tirado
Quizás para los “creativos” su malhumor no indique un carácter furibundo, sino la vibra de su idiosincrasia, de su abolengo Machado Zuloaga: sería un ramalazo brutal contra la materia gris de su sistema ideológico central, ensamblar sus rictus en un ícono que enuncie bienestar e igualdad al mismo tiempo. Es por eso que, resignados, pero bien dolarizados, ofrecen el lema “María Viene” envasado al vacío, lejos de la cochina lucha de clases o de cualquier hollín emanado de Las Madres del Barrio o de la Misión Sucre.
Tanta esbeltez no puede comulgar con un pueblo corpulento. Barriga llena y corazón contento para todos no viene con ella.
Obsesionada y especulativa anticomunista, terror es lo que anuncia; negación de lo real y apología al lugar común para cincelar un país antibolivariano desde la bóveda de un centro comercial, a ver si la pega en El Rodeo o en Sabaneta, donde un día “apareció” con un bluyín Levis y una blusa Louis Vuitton, versión fashion de la Virgen de Coromoto.
María viene de Washington y en la boca se le ven aún las migas del corn flakes matutino. Nadie que venga del Kama Sutra criollo tiene ese ceño tan fruncido, ni esa voz ni esas manos tan doctrinarias. Dime de dónde vienes y te diré quién eres. Tú no vienes de esta tierra de gracia. Olvídate del tango.
También las luminarias de su imagen comprendieron que a ese fundamentalismo anticomunista había que fondearlo con un trompe-l'œil, un trampantojo que enterneciera el simulacro existencial de esta María megalítica: el Guaraira Repano. Algo de clorofila para sofisticar a este hipotálamo aristocrático, discursivo como él solo.
Quien desee palpar el síndrome de la disociación psicótica en su estado puro, convertido en target electoral, no vacile en consultar el testamento de esta María que habla de volver al futuro.
Te esperaremos en la bajaíta.
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