miércoles, 13 de julio de 2011


¿Ha comenzado la era post Chávez?

Yo creo que no. La era "post Chávez" solo comenzará cuando finalice la era Chávez. Lo que tenemos delante es una modificación de la dinámica presidencial con efectos sobre la sociedad y el régimen político.
La grave enfermedad del comandante Chávez ha producido variados efectos. Se pueden verificar en términos sociales, políticos, diplomáticos, militar y emocionales. Este último efecto se manifestó en la expectación ante la incertidumbre informativa sobre su real estado de salud, segundo como explosión social el día 4 de julio cuando ocuparon todas las avenidas adyacentes al Palacio de Miraflores para acompañarlo y manifestarle su apoyo.

Por Modesto Emilio Guerrero*
 
De todos ellos, el más trascendente, el más serio, es el que se producirá en la compostura del sistema de instituciones del país, o sea en su régimen político. En este punto, la salud del Presidente se hace simbiótica con la del régimen institucional. No hay modo de separarlos desde 2002. Así nació la revolución bolivariana desde la aparición mediúnica del comandante Hugo Chávez el 4 de febrero de 1992. Así se fue conformando el movimiento chavista y con esa marca se desarrolló el sistema institucional. Es una perversión de la vida social y política, con profundas explicaciones, pero esa es la realidad. Para transformarla positivamente hay que partir de ella.
El principal efecto del cáncer presidencial se transforma en el mayor desafío político para el proceso político venezolano. Ni Chávez podrá ser el mismo, ni el régimen político podrá tener la misma dinámica que él le imprimía hasta antes de ingresar a la clínica de La Habana. La psicodinamia del primero afectará la dinámica del segundo.
Ni bien pase el vendabal de la celebración de los 200 años de la Declaración de Independencia, y cuando las aguas del susto y la emoción por el retorno de Chávez se apacigüen, el debate vital para Venezuela será alrededor de un asunto vital: cómo hacer para darle sustentabilidad institucional y social a lo comenzado en 1999.
Eso tiene dos salidas. La primera es fortalecer el régimen "hacia arriba", es decir reforzar las instituciones desde el mismo esquema usado hasta ahora, con centro en la personalidad relevante del Presidente y sus "anillos de poder" alrededor. Dentro de esta opción estaría la hipótesis del "reemplazo", quizá la peor de las hipótesis. Sería una muestra de poca inteligencia política, al repetir el mismo error, pero dos veces. No existe en Venezuela, ni en América Latina, personalidad política anti imperialista más relevante que Chávez. Esa es una realidad, guste o no. Ninguno de los sucedáneos posibles tiene esa escala, ni puede construirla a corto plazo. Las personalidades relevantes no se inventan, sólo aparecen en  los acontecimientos. Lo más grave de esta opción es que desataría la rebatiña de las "pequeñas personalidades” por ocupar el trono. La historia ya se pronunció sobre esas variantes. La opción opuesta es más compleja, novedosa, pero es la única que podría garantizar la sostenibilidad del conjunto del sistema y sus conquistas a largo plazo frente a los desafíos actuales. Se trataría de fortalecer el mismo régimen bolivariano, pero en sentido inverso, es decir, "hacia abajo". Esto significaría empoderar a los poderosos movimientos sociales venezolanos, que de hecho ya vienen ejerciendo un aprendizaje a escala de escala social de empoderamiento popular. Sería una combinación entre el nuevo rol del líder y un nuevo sistema institucional de poder.
Varios organismos nuevos señalan esa posibilidad en términos concretos. Los Consejos de Poder Popular, la central obrera bolivariana y el control obrero en las principales fábricas, las empresas que funcionan sin jerarquía ni propiedad capitalista, las organizadas Federaciones campesinas zamoranas que garantizan la existencia diaria de la producción alimentaria y la organización del campesinado, los casi 20 tipos de Comités que atiendes asuntos locales y de segmentos sociales, varias Misiones que tienen funcionamiento autónomo y capacidad social, los nuevos Comités de las más nuevas Misiones de Vivienda y Agroalimentos y la red de medios públicos comunitarios y estales.
En estas instituciones debería descansar el funcionamiento del régimen político, para garantizar la transición a un gobierno más colectivo, menos vulnerable por estar centrado en la figura presidencial de Chávez.
Ese es el debate abierto. De hecho ya se viene haciendo en parte de las vanguardias bolivarianas desde el año 2008, tras los resultados del Referendum Reformatorio de diciembre 2007. Al comienzo será larvado e inconsciente, pero en la medida que la enfermedad modere la expansiva dinámica presidencial y las demandas sociales crecientes se crucen con las inevitables presiones imperialistas, se convertirá en una necesidad consciente para los movimientos sociales y para el gobierno.
Y lo más importante. Será una medida social antibiótica para el verdadero cáncer que amenaza la política venezolana: la burocracia escandalosa, de la que muy pronto brotarán los candidatos a reemplazar artificialmente al Líder, cada uno con una solución más bonapartista que el otro.
Ese es el dilema.

*Escritor y periodista venezolano. Autor de 10 obras sobre América latina y Venezuela, entre ellas la biografía ¿Quién inventó a Chávez? Y 12 Dilemas de Revolución Bolivariana.

Modesto Emilio Guerrero
www.modestoguerrero.com


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