martes, 23 de enero de 2018

OSCAR PEREZ Y LAS REDES 

CELESTIALES

Porfirio Marte.

La construcción de un héroe sin épica, o de un suceso “homérico” protagonizado por “héroes” como Carmona Estanga, no requiere de auxilios ni de recursos psicoanalíticos. Habría que dejar tranquilos y en sus santos lugares los postulados de Jung o Freud y apelar por el poder magnético de las llamadas redes sociales, que por sí solas explican esos hechos tan banales como efímeros.
 Sin los medios de comunicación y su entronización con los misiles de las redes, el golpe de Abril del 2002 contra Chávez no habría tenido tanta pegada en la realidad y así, por ejemplo, la película de Puente Llaguno no habría alcanzado el relieve que tuvo desde la avenida Baralt hasta la Plaza Cibeles de Madrid, ni Chávez hubiera sido presa de tantas subjetividades y temores, como aquellos que hablaban de un posible bombardeo al Palacio de Miraflores o de una inmolación propuesta por José V. Rangel, a imagen y semejanza de Allende.
Los sostenes de este chanflonazo mediático golpista se pueden identificar sin mucho rastreo con las apariciones “estelares” de Napoleón Bravo, Ibeyice Pacheco, Unait Amenábar, Teodoro Petkoof, Monseñor Porras, Luis Ugalde y los zombis de la llamada “Gente del Petróleo” y demás parapetos golpistas. Entre algunos otros actores de primera o de segunda categoría., ciertamentente estaba la embajada gringa, funcionando como un cajero automático para sufragar los menús de Orlando Urdaneta, Lameda, el vicealmirante aquel, Pablo Medina, Patricia Poleo y toda una fauna de carajos y carajas atornillados en el poder político de los medios televisivos e impresos
 Pero todos ellos, e incluso la pantallería bélica de los muchachos de Pérez Recao (ese gran “cerebro” del Carmonazo) custodiando la pulcritud de la escena que muestra a Don Pedro, el Breve, usurpando todo, sacudiéndose el óleo de Simón Bolívar y sonriendo apenas, como haciéndose el bolsa, que sin querer queriendo se autoproclama Presidente, no hubiera causado el efecto de asombro, tristeza y conmoción en los venezolanos, sin el elenco de Globovisión, Radio Caracas, Televen y Venevisión.
No podemos decir que fue un show mediático, pero sí un film de terror cuyo guión se fue haciendo mientras transcurría el golpe, los hechos que comenzaron dentro del Despacho de Hugo Chávez, los hechos que se desplazaron hasta Fuerte Tiuna, los hechos que prosiguieron en los pasadizos de esa zona oscura que medió entre Turiamo y La Orchila. En ese micro no hay rastros de épica. Sí, en cambio, está signado de zarpazos terroristas, huellas fascistas, teatro del horror y gruesas pinceladas de la acción de la Santísima Trinidad, representada por Baltazar Porras, Monseñor Velasco y Mikel De Viana.
Un capítulo que registrará la historia como un acto épico, fue, sin duda el sucedido el 13 de abril, el rescate del Comandante Chávez y la inolvidable e intensa movilización popular que pobló Caracas y las adyacencias del Palacio de Miraflores.
Esto de Oscar Pérez fue un guión para una escena que recorrió el Facebook, taladró y taladra la corteza cerebral de unos idiotas que se empeñan en pontificar sobre los derechos humanos del tipo y así, sin pena, se convierten en bobos alcahuetas del terrorismo paramilitar, como bien lo expresa el cantante Ricardo Montaner cuando proclama que Oscar Pérez “dejó de ser un hombre para convertirse en un símbolo”.
Ya está bueno de seguirles dorando la píldora a quienes ni se imaginan que existe, en las sagradas escrituras de nuestra historia patria, épicas y voluntades determinantes, como la de Bolívar cuando lanzó el Decreto de Guerra a Muerte que hoy, por cierto, deberíamos refrescar en las mentes perversas de los comerciantes y actores de la guerra económica y de precios.


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