¿ Y C H A V E Z ?
Federico Ruiz Tirado
He leído una extensa opinión de Elías Jaua en la que señala, entre otras
cosas, que en los resultados de las elecciones presidenciales del 2018, estaría
la clave para garantizar o no "la permanencia del chavismo en el
gobierno".
Yo quisiera compartir una inquietud sobre ese aspecto, relacionada con una
advertencia pública que hiciera Julio Escalona, al preguntarse alarmado -y con
razón- cómo era posible que "mientras el pueblo está pasando hambre,
nosotros estamos pensando únicamente en
votos".
Esa opinión de Julio, por cierto, no fue posible re-leerla, pues al abrir
el link, éste aparece cerrado y refrendado con un texto en inglés que no deja
de parecerse a un epitafio, lapidario y asombroso.
El asunto mío estriba en lo siguiente: ¿Es el chavismo una expresión
meramente electoral o una forma de hacer política y de ejercer, colectivamente,
un liderazgo conductor -como lo hizo Chávez- con voluntad de trascender los
formalismos del poder y colocarse al frente de las mayorías?
Si seguimos pensando así, vamos a tener que elevar a Shemel, el constituyentista
empresario y neoliberal, a un pedestal florido.
Desde el inicio del arribo al poder político, Chávez prefiguró en su
accionar un modo pugnaz y contra hegemónico frente al capitalismo. Chávez fue
desarticulando los nexos que nos hacía dependientes de ese salvaje y perverso
sistema que, muchas veces, se presenta bajo distintas modalidades de
dominación. Le dijo adios al FMI,al ALCA, al Banco Mundial y no mandó al carajo
a la OEA porque, creo, la confrontación con ese organismo imperial era necesaria
para extender los valores y principios antiimperialistas a muchos países del
mundo y particularmente a aquellos cuyos gobiernos estaban subordinados a sus
designios.
Pero no sólo eso: cuando el golpe petrolero dirigió la batalla, rescató de
las garras golpistas a los buques y barcos, comandó directamente las
operaciones con los trabajadores, tomó por asalto la televisión y condujo con
eficiencia, calidad revolucionaria y fibra nacionalista, la liberación de la
industria petrolera, mientras el pueblo venezolano resistía valientemente a los
embates de ese golpe siniestro y casi mortal.
También le sobró tiempo para mandar a la porra los nombres de reinas de
belleza que ostentaban los buques y rebautizarlos con referentes patrios.
¿Cómo olvidar ese episodio, esa talla de líder y conductor que fue Chávez?
Hoy, cuando la guerra económica devora la paciencia de la mayoría y esta
caterva de usureros y especuladores se erigen como piezas de este ajedrez
mortal, valdría muchísimo la pena buscarle sitio honroso al Hugo Chávez que
dejó la vida en el campo de batalla, a su legado libertario, a su esencia
popular.
No vivimos sólo ni a punta de votos.
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