domingo, 17 de diciembre de 2017

¿DONDE ESTÁ NUESTRA COMBATIVIDAD HISTORICA?

Federico Ruiz Tirado


Un signo extraño de este tiempo de guerras feroces, de eventos electorales, de múltiples y dudosas, por decir lo menos, formas de asumir el hecho político; de acontecimientos inexplicables (como por ejemplo el cese de las guarimbas al día siguiente de activada la ANC); de grandes y pequeños misterios que gravitan en torno a los discursos, tanto del gobierno como de la oposición, que insinúan acuerdos "técnicos", vitales para la búsqueda de la estabilidad social, económica y política del país, siempre en nombre de las mayorías, lo constituye, sin duda, la ausencia de la fibra popular, imponiéndose en su lugar una suerte de secretismo, de palabras fallidas y lugares comunes que prosperan sin freno ni pudor en medio de la escandalosa y alucinante escalada de precios de todos los productos y servicios.
Si miramos atrás (no tan lejos), la capacidad combativa de los sectores históricamente golpeados por las desigualdades socioeconómicas, tan vigorosa y estelar, frente a los desmanes del poder político que hacía de las suyas basado y usufructuando la renta petrolera, debe servirnos para preguntar al aire libre qué suerte de consenso es el que ha permitido su opacamiento o, dicho de otro modo, su insólita parálisis frente al actual estado de cosas que vive Venezuela.
Más allá de las votaciones recientes, el pueblo ha permanecido inactivo frente a la despiadada implantación de la usura y las prácticas mercenarias de los comerciantes, que no sólo se comportan como actores siniestros de la guerra económica, sino que han ido configurando una ruta sin retorno por donde campean la impunidad, el tráfico de dinero, de gasolina y alimentos hacia Colombia, guiados por el mortal resplandor del dólar paralelo cuyo ritmo y dictamen lo ejercen a través de DOLAR TODAY unos forajidos sin rostros, con la complacencia de una oposición (¿de Derecha?) que se da el lujo de formar parte protagónica de un diálogo con el gobierno dizque para acordar las bases de una nueva plataforma social.
El gobierno da vueltas y volteretas en torno a todo esto, y no prefigura ninguna acción para neutralizar la amenaza de un estallido social inducido por los agentes del caos y la derecha nacional e internacional. El gobierno se muestra triunfal con la experiencia electoral reciente, mientras las mayorías permanecen impávidas, sujetas a una bolsa de carbohidratos que a veces no llega; aturdidas por la pérdida total del valor del papel moneda, por el despliegue mediático de la celebración de una navidad herida de muerte.

¿Qué vamos a hacer? No es una simple pregunta, desde luego. ¿Hacia dónde nos conduce esta pesadilla?

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