martes, 3 de febrero de 2015

¿Y la Distribución Socialista?

Por: Luis González.
Antes del argumento, comencemos por aclarar términos. En este artículo, a menos que se especifique otra cosa, la palabra:
Mercado: se refiere al abasto, al supermercado, al Mercal, Pdval, Central Madeirense, Unicasa, etc.; es decir, a cualquier comercio mayorista o minorista, donde se ponga en venta los productos.
Oferta: se refiere a la cantidad de un producto que se ofrece en el mercado. Por ejemplo, en el 2008, cuando se nacionalizo Lácteos Los Andes, la empresa ofertaba al mercado 17 mil 200 litros diarios; nueve meses más tarde la producción se ubicó en 135 mil 047 litros; en 2009 aumentó a 225 mil 619; para el 2010 se situó en 277 mil 266; y para el 2011 la producción hizo posible que la empresa pudiera ofrecer 308 mil 895 litros por día.
Demanda: se refiere a la cantidad de un producto que la población desea adquirir. Es de cir, la cantidad que la población necesita o solicita. Siguiendo el ejemplo de la leche y con los datos ofrecidos por el INE, se puede calcular con cierta aproximación que para cubrir el consumo diario de leche en polvo y líquida, tanto completa como descremada, para finales del 2011 se necesitaban 5.111.700 litros de leche diarios. Esta era la demanda diaria de leche.
Ahora vamos con el argumento.
La forma de distribución en el país, en Revolución, ha mantenido los mismos esquemas de siempre. No ha cambiado. Las empresas producen y envían a sus distribuidores autorizados la producción; y estos a los minoristas. Tanto las empresas privadas como las del Estado se manejan de forma parecida. Con las importaciones funciona igual. Los productos se distribuyen al mercado para que las personas los adquieran allí.
¿Y qué tiene esto de malo?
1. Cuando los productos se colocan en el mercado, cualquiera con poder (el del dinero y el del tiempo) los puede adquirir para su reventa. Esta modalidad, aunque no es nueva, porque se ha usado por muchos años con las entradas a eventos deportivos o faranduleros, se está observando ahora (desde hace poco más de un año) en rubros alimentarios, de higiene y de salud. Por supuesto, ha generado lo que ahora llamamos el bachaqueo interno, usado por despiadados buhoneros para desangrar los bolsillos de sus propios compatriotas.
2. Por supuesto, produce lo que conocemos el bachaqueo en la frontera, generando un modo de contrabando de extracción.
3. Permite que los distribuidores mayoristas desvíen los productos hacia almacenes de “engorde”, acaparándolos (en el mejor de los casos), o desviándolos hacia el contrabando de extracción (en el peor de los casos); logrando manipular la oferta, y creando escasez artificial. Al bajar la oferta, se genera la sensación de escasez y por supuesto, las compras nerviosas, haciendo desaparecer los productos de los anaqueles de los supermercados. Luego, estos productos son vendidos con sobreprecios por estos distribuidores a “buhoneros”, con lo cual logran mayores ganancias y mayor malestar en la población; logrando a su vez objetivos políticos de desestabilización.
Lo cierto es que este modelo de distribución capitalista permite manipular la oferta, y por lo tanto, es un arma útil de la derecha para generar desabastecimiento artificial y malestar en la población. Por un lado, la derecha se lucra; por el otro, genera un sentimiento de indefensión o de debilidad del Estado para abordar este problema.
El gobierno, a su vez, emprende jornadas y más jornadas de distribución y venta en sus centros de distribución como Mercal, Pdval, Abastos Bicentenarios, Megajornadas, etc. Y aunque con más o menos controles, se siguen ofreciendo los productos al mercado. Esto ha permitido la creación de mafias que venden cierta cantidad al público y acaparan otro tanto para revenderlas a sus “buhoneros”.
Ayuda al malestar las grandes colas que se forman con la “llegada” de un producto. Los bachaqueros, que siempre van en grupos, se adueñan de las colas, llegando en algunas ocasiones a la violencia para disuadir a parte de la población a comprar en ese establecimiento, y convertirlos en “clientes potenciales” de sus puestos o tarantines.
Por otro lado, el que por alguna razón no puede hacer la cola desde temprano, normalmente se queda sin adquirir los productos para sí y su grupo familiar. ¡Más malestar!.
¿Y cómo sería la Distribución Socialista?
Como sabemos, el Socialismo lo estamos construyendo, pero una de sus premisas es que la producción es para satisfacer las necesidades de toda la población. Para ello se requiere de un sistema de distribución que llegue a todos.
Con el sistema de distribución capitalista actual, la distribución llega a un punto: el mercado. Y las personas van al mercado para abastecerse. En el mercado se demanda y se oferta. Si el producto goza de gran demanda y poca oferta, el precio se dispara. He allí el eje del problema. O como diría ese gran filósofo, Cantinflas: “Ahí está el detalle”.
El Sistema de Distribución Socialista no debe llegar sólo hasta el mercado, sino hasta cada familia. De esta forma se asegura que cada familia obtenga una cantidad adecuada de un producto sin necesidad de caer en las garras de los especuladores.
Suena bonito, pero ¿cómo hacerlo?
La propuesta se basa en el apoyo que pueden brindar los Consejos Comunales. Desde hace mucho tiempo se viene hablando de que los Consejos Comunales son parte del estado. Que son un Gobierno en lo pequeño; un autogobierno. Que si el Poder lo debe tener el Pueblo, pero al Pueblo lo han dejado por fuera en esta gran batalla, donde él es el más afectado.
La idea es crear en cada Consejo Comunal un Centro de Acopio. En este Centro de Acopio se almacenará una cantidad de productos para la distribución y venta a cada familia del Consejo Comunal. Cada familia contará con una cantidad adecuada de productos, proporcional a su grupo familiar. Familias más grandes tendrán garantizadas cantidades mayores. La cantidad de productos debe cubrir la demanda para 2 meses.
De esta manera, cada familia contará con una cantidad adecuada de todos los productos. Allí mismo en su comunidad. Sin tener que estar cazando colas. Sin necesidad de caer en manos de los “buhoneros” especuladores. Bajando el malestar y sintiéndose atendido por el Estado.
¿Beneficios? Sí, por donde lo mires:
1. Todo el esfuerzo que genera una jornada, centralizada en un centro de distribución (como un Abasto Bicentenario, por ejemplo), se multiplica en muchos centros de distribución (Centros de Acopio). Las grandes colas se dividen en pedacitos. Actualmente se forman inmensas colas. Con el personal existente en cada uno de los establecimientos minoristas, una persona tarda en salir con su compra, un promedio de cuatro a cinco horas; y creo que me quedo corto. Hay que recordar que existen personas que hacen la cola desde la madrugada, y otros hasta desde la tarde anterior. Con los Centros de Acopio en cada Consejo Comunal, las personas no se calarán una cola sabiendo que tienen asegurados sus productos, allí mismo en su comunidad.
2. Como cada familia tiene asegurada una cantidad adecuada de los productos, no caerán en manos de los “buhoneros” especuladores.
3. Al bajar la demanda en el mercado, los “buhoneros” tendrán que bajar los precios, llegando al punto que no les será rentable adquirirlos con el sobreprecio. Al no poder especular, cambiarán de rubro.
4. Los minoristas mafiosos, al no poder apoyarse con los “buhoneros” tendrán que sacar los productos al precio regulado, y obtener las ganancias que manda la ley.
5. El acaparamiento ya no tendrá sentido.
6. Los grandes contingentes de fiscales y funcionarios (algunos de ellos corrompibles) ya no harán falta.
7. Como cada familia tiene asignada una cuota, cada familia en su comunidad se convierte en un contralor directo del Centro de Acopio. Así, no se podrá desviar parte de los productos, porque ya están contados y asignados.
8. Las familias que necesiten más allá de su cuota mensual, podrán conseguir los productos en los supermercados, sin necesidad de las colas.
9. Retornaría el sentimiento de seguridad y de tranquilidad a la población. Desaparecería el estrés de sólo ver una cola. Desaparecería la angustia de la población.
10. Se normalizaría la capacidad adquisitiva de las familias. Ya no sería necesario caer en manos de los especuladores.
11. La distribución es más ordenada, más rápida y menos estresante.
12. Se obtendrían mejores estadísticas para usarse, tanto en la distribución como en la producción e importación.
13. En caso de racionar algún rubro, se haría de forma más justa; proporcional al grupo familiar.
14. Se ataca un problema colectivo con soluciones colectivas.
15. Se cambia el paradigma de resolver el problema en forma individual, y se fortalece la cultura social. Como sociedad podemos resolver los problemas. Se siembra el Socialismo en la práctica.
16. Hasta en lo militar favorece, por tenerse organizado un sistema de distribución de alimentos.
Por supuesto que hay más beneficios que no he incluido. Ustedes ya lo harán.
Fuente: Aporrea.

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