Entrevista con el senador colombiano Iván Cepeda
“Àlvaro Uribe es el alfil de Estados Unidos en
la contraofensiva de la extrema derecha en América Latina”
Se puede conseguir un acuerdo en la negociación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos si se garantiza la eliminación del paramilitarismo y no se pretende tratar a los insurgentes como a un ejército derrotado. Son las declaraciones en Madrid del senador colombiano Iván Cepeda (*), del Polo Democrático, que advierte además sobre la campaña internacional del ex/presidente Álvaro Uribe contra esa negociación, dentro del proyecto de la candidatura republicana de un tercer Bush para fortalecer a la extrema derecha en América Latina desde Estados Unidos.
22 de febrero de 2015.-
- ¿Es ya definitivo el proceso negociador de La Habana?
- Estamos ante la mejor oportunidad histórica que ha tenido Colombia para dar un giro hacia una alternativa popular y democrática. Hay que combinar el optimismo y la responsabilidad porque será necesaria una fuerte movilización social y política para el cumplimiento de los acuerdos. Creo que la negociación se concretará si se garantiza la eliminación del paramilitarismo y no se pretende tratar a los insurgentes como a un ejército derrotado.
- El ex/presidente Álvaro Uribe encabeza una campaña internacional en Estados Unidos y en la Unión Europea contra las negociaciones.
- La iniciativa de Uribe tiene una dimensión transnacional. Apuesta por un tercer Bush en la presidencia de Estados Unidos y es el alfil de Washington para lo que el presidente de Ecuador, Rafael Correa, denomina la restauración conservadora en América Latina. Es una contraofensiva de la extrema derecha contra los gobiernos democratizadores.
Forma parte del proyecto que anuncia Kissinger para imponer un nuevo orden internacional por la fuerza si es necesario. La continuidad de la doctrina del 11 de setiembre para el conflicto permanente y la desestabilización mediante el poder militar. En América Latina hay una oposición por procedimientos legales pero también con la exportación paramilitar y los golpes blandos. La sombra de Uribe aparece en México, Venezuela, Honduras y Paraguay. Pueden incluso pretender que prenda un conflicto militar en América Latina. Uribe quiere romper las negociaciones de La Habana no sólo porque está en peligro su seguridad política, acusado de complicidad con los paramilitares y de crímenes contra la humanidad, también para provocar la desestabilización regional. La paz en Colombia es de una importancia estratégica para América Latina.
- ¿Se puede abrir un proceso de cambio político y económico en Colombia?
- No nos hacemos ilusiones sobre un cambio en el modelo neoliberal como consecuencia de un acuerdo en las negociaciones. El Plan de Desarrollo del gobierno del presidente Santos fortalece el modelo extractivista en contra de la Constitución y de lo que se negocia en La Habana, favoreciendo a las transnacionales incluso para desalojar a las poblaciones. Sería un nuevo desplazamiento forzado, ahora por negocios camuflados bajo supuestas razones de interés público. Pero por primera vez hay una convergencia de partidos de izquierda y movimientos sociales que se fortalecería con los acuerdos de paz para construir poder social, político e institucional.
- ¿De los movimientos sociales a la participación electoral como en los procesos de democratización que se han desarrollado en otros países de América Latina?
- El movimiento campesino ha sobrevivido al exterminio económico y paramilitar. Han emergido movilizaciones sociales muy importantes de carácter social, sindical, profesional, estudiantil o indígena que articulan sus luchas y reivindicaciones. La Marcha Patriótica, el Congreso de los Pueblos, la Cumbre Agraria, el Movimiento de las Víctimas de los Crímenes de Estado. Se puede avanzar en un Frente Amplío por la Paz y la Democracia hacia las elecciones presidenciales de 2018.
- ¿Y la impunidad?
- El ex/presidente César Gaviria habla de una Ley de Punto Final. Pero no podemos renunciar a que la paz y la justicia sean complementarias mediante el esclarecimiento de la verdad histórica y la reparación para las víctimas. El grado de impunidad dependerá de la correlación de fuerzas.
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