jueves, 19 de febrero de 2015

Venezuela en el ojo del huracán 

imperialista

Por: Juan Manuel Parada Serrano
El siglo XXI transcurre en el marco de tres contradicciones que debemos precisar ante cualquier análisis objetivo de la realidad y específicamente de la realidad venezolana.
Por una parte, la contradicción Nación-Imperialismo que se da entre los pueblos que decidieron liberarse del dominio imperialista, expresada en nuestro continente entre los países que integran los bloques ALBA, UNASUR, CELAC ante los Estados Unidos y Europa. En esta confrontación antagónica se disputa la soberanía de los estados que avanzan en el desarrollo pleno de sus pueblos, con autonomía económica, política, militar y cultural. Esta lucha es irreconciliable porque su agudización pone en riesgo el sistema capitalista de dominio internacional en la medida que Venezuela, Ecuador, Bolivia e incluso otros países como Grecia logren espacios de libertad para avanzar con sus propias visiones, negándole a las transnacionales y a sus aparatos de control la explotación vulgar de sus materias primas, mano de obra y mercados.
En segunda instancia, una contradicción Interimperialista que encabezan las llamadas naciones BRICS (Brasil, Rusia, China y Sudáfrica) frente a USA y Europa. Esta disputa se caracteriza por la lucha entre países y grupos económicos que aspiran el control territorial en América Latina, África, Europa y Medio Oriente, para la exportación de sus capitales y la extracción de recursos energéticos. Es lo que podríamos denominar como lucha por el nuevo reparto del mundo entre potencias imperialistas. Esta contradicción no es antagónica porque no pone en riesgo el sistema capitalista global, por el contrario lo fortalece, incorporando nuevos actores de poder. La confrontación en Ucrania con Rusia y USA de parte y parte, la confrontación en Siria, con Israel y Turquía al servicio de occidente, las políticas de cooperación de China en Sudamérica, frente al ALCA y otras políticas tradicionales de los gringos, son algunos ejemplos de la pugna por el dominio territorial y de mercado que impulsan estas potencias. En fin, es un simple asunto geopolítico donde solo el capitalismo sale favorecido.
Por último, la histórica e irreconciliable contradicción Trabajo-Capital, que ha signado la historia de la humanidad desde el mismo momento en que nos constituimos en clases sociales. Es la lucha de las y los trabajadores por sus reivindicaciones económicas en primer plano, pero fundamentalmente por el dominio colectivo de los medios de producción para socializar las riquezas que de estos se generan en función de la felicidad humana. Es la lucha por liquidar a la burguesía y su sistema capitalista para instaurar el socialismo con un estado popular, democrático y revolucionario, frente a la humillación y vejación a la que son sometidas las grandes mayorías de trabajadores y trabajadoras del planeta. En esta contradicción, la función del capital es explotar a la clase trabajadora, a la cual necesita de manera irrestricta, mientras ésta (la clase trabajadora), en su proceso de organización, acumulación de fuerzas y concientización, aspira la liquidación definitiva del adversario, explotadores inútiles en la nueva sociedad sin clases.
En este complejo marco de contradicciones, nuestro país, Venezuela, desempeña un papel protagónico que le coloca en el centro de las acciones. Desde su llegada al poder y durante quince años, la Revolución Bolivariana se plantó frente al imperialismo declarando su determinación a ser libre, con lo cual desafió el poder estadounidense y del capital transnacional trayendo como consecuencia una confrontación permanente, es decir, abrimos paso a la contradicción Nación Libre versus Imperialismo. Por otra parte, en el marco de la disputa por el control territorial, nuestras reservas petroleras y nuestra condición de mercado dependiente de las importaciones, son altamente apetecidas por todas las potencias imperialistas (incluyendo esas que actúan hoy como amigas de este pueblo). Por último, e imperdonable para el enemigo, nuestra determinación política e histórica en la construcción del socialismo, en la medida que vamos alcanzando la liberación nacional y el pueblo trabajador va acumulando la fuerza necesaria para el triunfo a través de sus partidos revolucionarios, sindicatos y movimientos sociales.
Esto explica el por qué de la conspiración internacional, la guerra económica y mediática, las sanciones de USA contra funcionarios del gobierno, el golpe militar frustrados y todas las acciones de sabotaje contra la moneda local. Estos explica el odio de la burguesía internacional hacia Chávez, Maduro y el pueblo militante de las causas justas.
Nuevamente la historia nos coloca a la vanguardia de las transformaciones más importantes del continente. Nuestro deber es asumirlo con la misma altura de nuestros padres libertadores y de los mártires que entregaron sus vidas y talentos para traernos a este glorioso siglo XXI, en el que sin duda consolidaremos la sociedad justa y feliz del socialismo.

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