viernes, 8 de febrero de 2013


Por: Por Luis Bilbao
Fecha de publicación: 01/02/13
“No sabemos qué pasó, pero cuando nos despertamos el zorro estaba a cargo de proteger a las gallinas”. Thomas Mann, inefable autor alemán, entre sus sentencias luminosas registra una de cotidiana actualidad: “nadie escribe una oración completa sin denunciarse”. En tiempos de prensa amarrada al capitalismo en naufragio, del twitt como recurso de expresión sin esfuerzo ni compromiso, aquel aserto puede confirmarse minuto a minuto. Pero la oración con la que inicia esta columna denuncia mucho más que a su autor. Y permite entrever la gravedad del momento.
Es desechable la biografía del redactor de esa nota, publicada por el diario La Nación, el 29 de enero último en Argentina. Al servicio de las operaciones regionales de la CIA, defensor de dictaduras, burócrata de la la Cidh (Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA), peón de mano de la ultra-derecha latinoamericana, Santiago Cantón carece de la formación y el equilibrio suficientes para cumplir la tarea que esta vez le encomendaron: condenar a la totalidad de los gobiernos latinoamericanos y caribeños por haber entregado la presidencia de la Celac (Comunidad de Estados Latino Americanos y Caribeños) al presidente Raúl Castro. Y el hombre lo dijo todo.
Es lo de menos calificar desde Washington como “gallinas” a las burguesías y sus gobiernos. Y nadie se asombraría de que este funcionario intente descalificar al líder de la Revolución Cubana. El meollo de aquella confesión está en las primeras cuatro palabras: “no sabemos qué pasó”.
No lo saben. Ni los estrategas imperialistas, quienes desde oficinas sin ventanas al sol diseñan planes y, entre tantas vesanías, encargan artículos como éste que luego serán publicados sin editar por toda la “prensa seria” del hemisferio, comprenden qué está pasando. Por eso no pudieron instruir a su amanuense respecto de las causas por las cuales la segunda reunión de la Celac, realizada en Santiago a fines de enero, culminó con el traspaso de la Presidencia pro tempore al comandante Raúl Castro.
No es falta exclusiva de funcionarios del Departamento de Estado. Ocurre lo mismo, por regla general, en la inteligencia de políticos burgueses e incluso en buena parte del extendido arco de izquierdas, dentro y fuera de instancias gubernamentales en América Latina. Unos, empeñados en sostener a toda costa el statu quo; otros, convencidos de que basta con incentivar la presencia del Estado en la economía (con prescindencia de la naturaleza de clase de ese Estado) para sortear la crisis global. Unos y otros, aturdidos por los crujidos del sistema capitalista en sus centros principales.
Indicadores del derrumbe
Como sea, Cuba –expulsada de la OEA, excluida de la Cumbre de las Américas, bloqueada durante medio siglo– preside la Celac hasta 2014. Será un período de estrépitos en la economía de los centros imperiales; con tendencia permanente a la proliferación de la violencia y la guerra en prácticamente todo el orbe; con el fin de ilusiones sin fundamentos de restauración virtuosa de formas capitalistas; con una complejidad política sin precedentes. Un desafío sin igual para la Revolución Cubana y todos quienes comparten sus principios en cualquier ángulo del mundo
Los tres centros del imperialismo han tenido éxito en impedir que la gran recesión iniciada con el colapso en 2008 se transformase en depresión. Pero no han logrado revertir la tendencia. Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, siguen entre el estancamiento y la franca recesión.
La UE se desgrana. Ya no es sólo la caída económica. La lucha interimperialista se agudiza dentro del bloque y de éste contra los demás centros de la gran producción capitalista. Como agente de Washington Gran Bretaña traba el accionar de la Eurozona (EZ) contra la onda expansiva de la crisis. En Bruselas se levantan voces anunciando una línea de acción tendiente a expulsar a Londres de la UE y el león desdentado se adelanta, amenazando con un plebiscito para poner a votación la permanencia del imperio raído en la mayor contraparte de Estados Unidos. Pero ya no sólo la periferia de la EZ tambalea. Aún sin datos finales, 2012 dejó en la UE 26 millones de desocupados una caída estimada del 0,2% en el PIB, que desciende al -0,6% en la EZ. Alemania, la locomotora, parece quedar sin combustible con un crecimiento del PIB estimado entre 0,5 y 1% para el año pasado. Menos optimistas son los pronósticos en Francia: el ministro de Trabajo Michel Sapin cuestionó al presidente François Hollande y afirmó que gobierna “un Estado en total bancarrota”. Y agregó: “Es por eso que tuvimos que poner un plan de reducción de déficit en su lugar, y nada debería alejarnos de ese objetivo”. En términos sociales ese “plan de reducción de déficit” provocará efectos devastadores, que a su vez alimentarán una recomposición de sindicatos y partidos obligadamente en choque con el sistema.
Es más grave aún la situación en Estados Unidos. En sesiones inusuales coincidentes con las ferias de fin de año, el Ejecutivo logró in extremis incrementar los impuestos a quienes ganan más de 450 mil dólares anuales, contra la opinión de Barack Obama que pretendía fijar el piso en 250 mil. Será posible así recaudar 600 mil millones de dólares adicionales a lo largo de la próxima década. En ese período el gasto aumentará alrededor de 4 billones de dólares (casi siete veces más del plus impositivo). La zozobra entonces simplemente se trasladó a marzo, cuando se discutirá en las Cámaras el verdadero tema: los recortes de gastos. La opción es evidente: gastos militares o derechos sociales.
Entre aquellas jornadas de ansiedad y confusión en el Capitolio y las que vienen en marzo, se difundió la mala nueva de una recaída en la economía estadounidense en el último trimestre de 2012: 0,1%, cuando en Wall Street esperaban un 1,1%. La contracción se atribuye a la reducción en el gasto militar del 22,2% en ese período. El PIB anual creció así un 2,2%. Los economistas del establishment calculan ahora un crecimiento del 1,5% para el año en curso. Será menos.
Mientras tanto, las estadísticas oficiales sitúan el desempleo en 7,8% general y en el 11,5% para los jóvenes de entre 19 y 29 años. Los propios organismos del área de trabajo en aquel país corrigen ambos datos para aumentarlos en alrededor de un 50%. Si, además, se contabilizara a la masa de excluidos que ya no busca trabajo y cae de los registros, las cifras se aproximarían a la verdadera catástrofe social que está viviendo el país más rico del mundo. Aun admitiendo la cifra de un 2,2% de crecimiento del PIB para 2012 y el pronóstico de 1,5% para 2013, es claro que la distancia entre el crecimiento anual de la demanda y la oferta laboral continuará ensanchando la brecha. 2013 verificará así un aumento del desempleo en Estados Unidos, en Europa y Japón, mientras numerosos especialistas advierten que la caída de la economía china será mayor a la esperada hasta mediados de 2012.
Es este derrumbe sistémico el que explica la dinámica guerrerista del imperialismo: al crimen contra Afganistán e Irak de la última década se sumaría la invasión a Libia primero, el acoso combinado contra Siria, la amenaza constante a Irán, y ahora la invasión a Mali, encabezada por Francia con el respaldo logístico de Estados Unidos, España y Gran Bretaña. Aparecen además las amenazas de Japón a China, el anuncio de ataque nuclear de Estados Unidos a Irán que acaba de hacer el ex secretario de Estado Henry Kissinger, los ataques aéreos de Israel a Siria y otros tantos ejemplos de una irracional carrera al abismo. Innecesario recordar el dispositivo militar y la multiplicación de bases militares con que Estados Unidos proyecta su intervención en América Latina.
Carece de fundamento concluir de aquí que los famosos Brics (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) vendrán a salvar el capitalismo mundial y preservar el equilibrio planetario.

Relaciones de fuerza
Si se exceptúa el poderío militar, es inocultable la pérdida de peso y hegemonía estadounidense. Frente a ese dato obvio, hay dos maneras de entender la debilidad creciente de Estados Unidos en tanto centro organizador del capitalismo mundial y la creación de múltiples polos de poder universal: posibilidad para disputarle espacio al imperio en el mundo capitalista, u oportunidad histórica para quebrar la espina dorsal del capital y avanzar en la transición hacia el socialismo.
De la magnitud de la crisis económica, la lógica belicista del imperialismo, el estado de la clase obrera mundial y la resultante correlación de fuerzas, se desprenden las tareas y el inmenso valor estratégico potencial de la Celac.
Se trata de un bloque más que heterogéneo. El Alba (Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América) enarbola la estrategia de transición anticapitalista. El grueso de los miembros de la Celac, no. Por su lado, las burguesías de Brasil, México y Argentina no tienen los mismos intereses que sus pares de las economías menores. No obstante, una conducción articulada desde la perspectiva revolucionaria puede resultar decisiva.
El mundo no será el mismo si al Sur del Río Bravo se afirma un área de paz y se logra un frente único para frenar la marcha bélica de Washington sobre América Latina y el Caribe.
Ése es un primer y fundamental objetivo para la Celac, en torno del cual puede unificarse no sólo a los pueblos, sino a segmentos del capital, ellos también amenazados por la voracidad imperial. Dado ese paso, la Celac podría convertirse además en un nuevo y poderoso actor contra la amenaza de guerras en el escenario internacional. En la misma medida en que la guerra es la ultima ratio del capital, tal impedimento sería un golpe mortal a su estrategia.
Aunque en segundo plano, y pese a que la integración real jamás será alcanzada bajo hegemonía capitalista, hay también espacio para intercambios científicos, complementación tecnológica, eventuales pasos en la articulación financiera (el siempre postergado Banco del Sur), transacciones comerciales y avances en recomposición cultural, un terreno particularmente fértil.
Sería propio del infantoizquierdismo subvalorar el logro que en sí misma supone la afirmación de la Celac. Es un arma potencialmente poderosa en el período en el que se dirimirá la gran confrontación mundial entre capitalismo y socialismo.
Dicho esto, sería igualmente pueril desconocer las contradicciones entre los componentes de la Celac. Remitida a los gobiernos, la relación de fuerzas imperante en ese conjunto es francamente desfavorable a la idea de revolución. Medida con base en el bloque del Alba más las fuerzas sociales desigualmente desarrolladas pero objetivamente enfiladas contra el imperialismo y las burguesías locales, el saldo cambia de signo.
He allí el reto estratégico que afronta no ya Raúl Castro desde la presidencia de la Celac, sino la vanguardia revolucionaria, hoy a la zaga de la crisis. El Alba está y puede seguir estando “un paso delante del caos”, como proponía el Che y repite Hugo Chávez.
En agosto de 1961, en Punta del Este, Ernesto Guevara se batió en soledad cuando la OEA repudió a Cuba. Días atrás, Raúl Castro recibió la presidencia de la Celac en Santiago, con el aplauso -más o menos sincero- de 32 gobiernos. No había allí diplomáticos de Washington. Es comprensible que al despertar de su prolongado ensueño los funcionarios farfullen “no sabemos qué pasó”. Para ellos inalcanzable, la explicación es simple: mientras cruje el mundo capitalista, al Sur del Río Bravo está en marcha la revolución. El Che debía estar allí para verlo.

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