sábado, 6 de octubre de 2012


 ANALISIS DEL ENTORNO
POR FRANCISCO CAÑIZALEZ
La canalla mediática digital y el escualidismo tuitero comenzaron desde ayer mismo a tratar de descalificar la magnitud del evento de cierre de campaña de Chávez en Caracas. Para ello intentaron establecer que había sido una marcha lograda por medio del uso descomunal de recursos públicos, sobre todo por la utilización de miles de autobuses, para lo cual apelaron a montajes de photoshop seguramente preparados con antelación. Otra matriz que manejaron de nuevo es que buena parte de los asistentes eran empleados públicos intimidados o ciudadanos pagados para hacerse presentes (la verdad es que solo asistentes a actos de Capriles han reconocido abiertamente que habían recibido pagos). Pero en fin, ellos hacen lo que tienen que hacer. Solo añadimos que sí se usaron unos cuantos autobuses, igual que lo hace la oposición para las concentraciones de su candidato. Esto ya no es noticia para nadie.
            Ahora bien ¿cómo analizar lo ocurrido ayer en el centro de Caracas? Nosotros creemos que en eso el análisis meramente cuantitativo es secundario. Por supuesto, si la oposición hubiese metido en la avenida Bolívar un millón y medio de personas, como ellos dijeron para su público de galería, entonces el chavismo metió seis millones, pues había en las siete avenidas ocupadas ayer, por la medida chiquita, al menos cuatro veces más gente que el domingo, siendo conservadores. Pero no son números ciertos. La población de Caracas supera los seis millones de habitantes, entonces es claro que la asistencia al evento de ayer es francamente minoritaria con relación a la población de la ciudad, sin dejar de reconocer que se trató de una multitud impresionante. Pero nosotros hemos dicho que las elecciones no se ganan con marchas ni concentraciones, y tampoco con encuestas, sino con votos. Entonces, para comprender la gran importancia electoral del evento de ayer, es necesario abordar el análisis desde el punto de vista cualitativo, y eso haremos.
            Lo de ayer es una importante señal de lo que puede suceder el domingo, por dos razones, una objetiva y otra subjetiva. Objetivamente, se trata de una demostración terminante de fortaleza organizativa y de capacidad de convocatoria, lo cual será determinante a la hora de garantizar los votos. Desde el punto de vista subjetivo, hay que decir que es absoluta y notoriamente falso que la gente estaba allí obligada o tarifada. La alegría, el optimismo, la pasión y la convicción de los asistentes fueron evidentes para cualquiera que haya estado en el centro de Caracas ayer. Cuando empezó a llover fuerte, nosotros, que estábamos en la avenida Lecuna, cerca de las torres de El Silencio, nos fuimos a refugiar en esas tradicionales edificaciones caraqueñas, como hicieron muchos otros. Para nada el duro aguacero bajó los ánimos. Los grupos de compatriotas se mantenían activos, metiendo bulla, gritando consignas y era claro que allí todos estaban a la espera de que amainara la inclemente tormenta para volver a los sitios de concentración, y así fue. Cuando el sonido de los cohetones, en momentos en que la lluvia había bajado su intensidad, anunciaron la aparición en la avenida Bolívar de Hugo Chávez, nosotros y todos los demás regresamos felices a la concentración de la Lecuna y otra vez se reunió allí la rebosante multitud. Lo de ayer fue un frenesí verdadero, un acto de conciencia colectiva. Las jóvenes vendedoras que trabajan en las tiendas de ropa que están en las plantas bajas de las torres, miraban admiradas y alegres el júbilo de muchos otros jóvenes como ellas que pasaban con sus consignas, cantos, tambores, bandas. Era una cosa de contagiosa alegría y optimismo, una demostración de mística y entrega espiritual militante que igualmente dice mucho de lo que va a ocurrir el domingo.
            Superioridad organizativa, mucho más capacidad de convocatoria, incomparable mística y condición espiritual, todo ello son herramientas que si ponemos en juego el día de las elecciones con toda la intensidad que se amerita, no hay dudas de que podrá producirse lo que Chávez ha llamado la “victoria perfecta”. Pero ese trabajo decisivo está por concluirse, no lo olvidemos.

            ¿Cómo serán los resultados del domingo? No somos profetas ni adivinos, no lo sabemos. Pero tendemos a coincidir con Juan Barreto, quien  asomó unos probables números: “Yo creo que Chávez gana, anótalo, con 8,6 millones u 8,4 millones de votos, y que Radonski debe estar en alrededor de los 6,2 millones o los 6,3 millones; la diferencia entre Capriles y Chávez va a ser de aproximadamente 1,5 millones de votos y puede llegar a los 2 millones”. Nosotros, menos precisos, pensamos que Chávez estará entre 8 y 9 millones de votos, contra entre 6 y 7 de Capriles, con una diferencia de entre 1,5 y 2 millones a favor del Presidente. Ahora bien ¿se puede llegar a 10 millones de votos? Todo es posible, pero se necesitaría alcanzar un porcentaje de votos de alrededor del 70% ciento. De acuerdo al comportamiento electoral de elecciones recientes, no se ve nada fácil.

            La de anoche en VTV es una de las mejores entrevistas que le hemos visto a Chávez. Estamos frente a un gran estadista y ante un líder de alto vuelo. Hoy no analizaremos las varias cosas interesantes que abordó Chávez allí con altura y profundidad. Pero sí diremos que esta conversación con los tres periodistas de ayer deberá ser material para el necesario debate que tendrá que abrirse después de la victoria. Se iniciará, como afirma Chávez, un nuevo ciclo, y se hará impostergable la revisión y rectificación de muchas cosas. Pero lo primero es lo primero: a votar todos el domingo y a darle a Venezuela la victoria popular perfecta.

No hay comentarios:

  EL MUNDO CAMBIARÁ, EL CORONAVIRUS LO LOGRARÁ. Desde que el mundo es mundo, los imperios con sus monarquías y con apoyo de las religiones, ...