ANALISIS DEL ENTORNO
POR FRANCISCO CAÑIZALEZ
La canalla mediática digital y el escualidismo tuitero
comenzaron desde ayer mismo a tratar de descalificar la magnitud del evento de
cierre de campaña de Chávez en Caracas. Para ello intentaron establecer que
había sido una marcha lograda por medio del uso descomunal de recursos
públicos, sobre todo por la utilización de miles de autobuses, para lo cual
apelaron a montajes de photoshop seguramente preparados con antelación. Otra
matriz que manejaron de nuevo es que buena parte de los asistentes eran
empleados públicos intimidados o ciudadanos pagados para hacerse presentes (la
verdad es que solo asistentes a actos de Capriles han reconocido abiertamente
que habían recibido pagos). Pero en fin, ellos hacen lo que tienen que hacer.
Solo añadimos que sí se usaron unos cuantos autobuses, igual que lo hace la
oposición para las concentraciones de su candidato. Esto ya no es noticia para
nadie.
Ahora bien ¿cómo
analizar lo ocurrido ayer en el centro de Caracas? Nosotros creemos que en eso el análisis meramente
cuantitativo es secundario. Por supuesto, si la oposición hubiese metido
en la avenida Bolívar un millón y medio de personas, como ellos dijeron para su
público de galería, entonces el chavismo metió seis millones, pues había en las
siete avenidas ocupadas ayer, por la medida chiquita, al menos cuatro veces más
gente que el domingo, siendo conservadores. Pero no son números ciertos. La
población de Caracas supera los seis millones de habitantes, entonces es claro
que la asistencia al evento de ayer es francamente minoritaria con relación a
la población de la ciudad, sin dejar de reconocer que se trató de una multitud
impresionante. Pero nosotros hemos dicho que las elecciones no se ganan con marchas ni concentraciones,
y tampoco con encuestas, sino con votos. Entonces, para comprender la
gran importancia electoral del evento de ayer, es necesario abordar el análisis
desde el punto de vista cualitativo, y eso haremos.
Lo de ayer es una importante
señal de lo que puede suceder el domingo, por dos razones, una objetiva y otra
subjetiva. Objetivamente, se trata de una demostración terminante de fortaleza organizativa y de
capacidad de convocatoria, lo cual será determinante a la hora de garantizar
los votos. Desde el punto de vista subjetivo, hay que decir que es
absoluta y notoriamente falso que la gente estaba allí obligada o tarifada. La alegría, el optimismo, la
pasión y la convicción de los asistentes fueron evidentes para cualquiera que
haya estado en el centro de Caracas ayer. Cuando empezó a llover fuerte,
nosotros, que estábamos en la avenida Lecuna, cerca de las torres de El Silencio,
nos fuimos a refugiar en esas tradicionales edificaciones caraqueñas, como
hicieron muchos otros. Para nada el duro aguacero bajó los ánimos. Los grupos de compatriotas se
mantenían activos, metiendo bulla, gritando consignas y era claro que allí todos
estaban a la espera de que amainara la inclemente tormenta para volver a los
sitios de concentración, y así fue. Cuando el sonido de los cohetones,
en momentos en que la lluvia había bajado su intensidad, anunciaron la
aparición en la avenida Bolívar de Hugo Chávez, nosotros y todos los demás
regresamos felices a la concentración de la Lecuna y otra vez se reunió allí la rebosante
multitud. Lo de ayer fue un frenesí verdadero, un acto de conciencia colectiva.
Las jóvenes vendedoras que trabajan en las tiendas de ropa que están en las plantas
bajas de las torres, miraban admiradas y alegres el júbilo de muchos otros
jóvenes como ellas que pasaban con sus consignas, cantos, tambores, bandas. Era una cosa de contagiosa
alegría y optimismo, una demostración de mística y entrega espiritual militante
que igualmente dice mucho de lo que va a ocurrir el domingo.
Superioridad
organizativa, mucho más capacidad de convocatoria, incomparable mística y
condición espiritual, todo ello son herramientas que si ponemos en juego el día
de las elecciones con toda la intensidad que se amerita, no hay dudas de que
podrá producirse lo que Chávez ha llamado la “victoria perfecta”. Pero ese trabajo decisivo está por
concluirse, no lo olvidemos.
¿Cómo serán
los resultados del domingo? No somos profetas ni adivinos, no lo sabemos. Pero tendemos a coincidir con Juan
Barreto, quien asomó unos probables números:
“Yo creo que Chávez gana, anótalo, con
8,6 millones u 8,4 millones de votos, y que Radonski debe estar en alrededor de
los 6,2 millones o los 6,3 millones; la diferencia entre Capriles y Chávez va a
ser de aproximadamente 1,5 millones de votos y puede llegar a los 2 millones”.
Nosotros, menos precisos, pensamos que Chávez estará entre 8 y 9 millones de votos, contra entre 6 y 7 de
Capriles, con una diferencia de entre 1,5 y 2 millones a favor del Presidente.
Ahora bien ¿se puede llegar a 10 millones de votos? Todo es posible, pero se
necesitaría alcanzar un porcentaje de votos de alrededor del 70% ciento. De
acuerdo al comportamiento electoral de elecciones recientes, no se ve nada
fácil.
La de anoche en VTV es una de
las mejores entrevistas que le hemos visto a Chávez. Estamos frente a un
gran estadista y ante un líder de alto vuelo. Hoy no analizaremos las varias
cosas interesantes que abordó Chávez allí con altura y profundidad. Pero sí
diremos que esta conversación
con los tres periodistas de ayer deberá ser material para el necesario debate
que tendrá que abrirse después de la victoria. Se iniciará, como afirma
Chávez, un nuevo ciclo, y se hará impostergable la revisión y rectificación de
muchas cosas. Pero lo
primero es lo primero: a votar todos el domingo y a darle a Venezuela la
victoria popular perfecta.
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