miércoles, 1 de agosto de 2012

LAS RADIOS COMUNITARIAS Y SUS PROBLEMAS COMUNES...


POR RIDER MOLINA
Muchas radios comunitarias trabajan con personal voluntario. Voluntarias y voluntarios en la producción, en la conducción de los programas, en cargos administrativos y hasta en la dirección.

Estos compañeros y compañeras, generalmente jóvenes, muestran una gran generosidad pues dedican horas y horas a preparar sus libretos, a desplazarse hasta la emisora, a realizar sus programas sin recibir ninguna remuneración económica a cambio. Merecen nuestro reconocimiento y nuestros mejores aplausos. Si no hubiera sido por este personal voluntario, es posible que la emisora comunitaria habría desaparecido.

Gran generosidad, pero gran inestabilidad también. Pongamos un poco de realismo en este tema. Los jóvenes están hoy aquí y mañana en otro lado. Se casan, tienen menos tiempo libre. Viajan, se va
n a estudiar a otra ciudad. Y la emisora tiene que volver a empezar.

Jóvenes y no tan jóvenes necesitan ingresos para vivir. Durante un tiempo trabajan sin mirar el reloj y sin esperar recompensa, pero luego alguien se enferma en la familia, o hay que alquilar otra casa, o surgen urgencias de todo tipo. Y el voluntario tiene que buscar un trabajo donde le paguen. Y la emisora tiene que volver a empezar.

Hay otro problema con el personal voluntario. Como no son remunerados resulta más difícil exigirles que preparen bien el programa. La calidad baja, la improvisación aumenta. Y, a veces, les escuchamos decir: “ya bastante hago con llegar a tiempo y salir al aire”.

Sumen otro problema. Las emisoras privadas andan a la caza de buenos locutores, de buenas animadoras. Y cuando descubren uno...

―¿Cuánto te pagan en esa radio? ―pregunta el director comercial.

―Nada ―responde el voluntario comunitario.

―No seas tonto ―le guiña el ojo el director comercial―. Trabaja conmigo.

Y así, nuestras radios se convierten en trampolines para enriquecer el personal de las emisoras privadas. A veces, hablamos de fuga de cerebros. En este caso, podríamos hablar de fuga de voces. Fuga de radialistas.

¿Qué hacer frente a esta situación? Alguna vez escuché esta intolerancia: “Pues si se quieren ir, que se vayan. Que traicionen si quieren. Nosotros no tenemos para pagar salarios”.

No se trata de ninguna traición, sino de comprender que con mística no se hace sopa. La gente tiene necesidades y el voluntariado no puede mantenerse indefinidamente.

Así pues, nuestro desafío es garantizar la sostenibilidad económica de la radio y la permanencia del personal, especialmente del más calificado. Para ello, tenemos que asegurar ingresos que nos permitan contratar a unos cuantos compañeros y compañeras que formen el núcleo sólido de la radio, el equipo central. Poder contar, al menos, con cuatro o cinco colegas pagados a tiempo completo. Cuando tengamos más recursos, podremos subirles el salario. Y contratar a algunos más.

Esto no impide que sigamos trabajando con voluntariado en algunos programas. Pero contando con un equipo estable garantizamos el futuro de la radio.

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