miércoles, 1 de agosto de 2012


HACIA EL SIETE DE OCTUBRE, 
¡A TAMBOR BATIENTE!

Gilberto J. López


El proceso revolucionario sigue en marcha, hacia el siete de octubre. Sin desaparecer el optimismo, sin triunfalismo, que afloje la acción aguerrida y sostenida, volcados todos hacia el logro de un triunfo rotundo, que esparza a los cuatro vientos la irrenunciable disposición de Venezuela a seguir el rumbo que lleva.

Los hechos del proceso revolucionario están a la vista; las mediciones de todos los valores cuantitativos y cualitativos así lo señalan. Y se puede hacer más no sólo redoblando esfuerzos, sino desbrozando al proceso de todo lo que lo obstaculiza, hombres y acciones, que encubiertos buscan sofrenar la marcha, como el granito de arena en la complicada maquinaria del hecho revolucionario.

Hay que seguir adelante, tras la señalada estela del líder, un hombre que desinteresadamente, amorosamente trabaja por Venezuela, que el pueblo venezolano sensiblemente reconoce como suyo, y lo hace suyo. Un líder de reconocimiento regional y mundial, que encarna deseos y esperanzas, de muchos desheredados y excluidos en el mundo de hoy.

En las actuales circunstancias, qué puede ofrecer la oposición que no se esté haciendo. Las metas fundamentales para la construcción socialista del país están en franco desarrollo, sólo obstaculizada su marcha por los saboteos y las acciones de guarimba y de violencias que promueve la subversión opositora, y por los infiltrados, que al interior del proceso hacen labor de zapa, con ánimo de destruir lo que con tanto esfuerzo y sacrificio se hace.

Y está el enemigo mayor. El agudo problema de la inseguridad, que es el resultado de la desatada delincuencia organizada, brazo ejecutor de oscuros intereses.

Es un problema de nivel mundial, que Venezuela sola no podrá resolver fácilmente. El delito hoy se traduce en un conjunto de prácticas asociadas a determinadas estrategias, que se vinculan al terrorismo, al antiterrorismo, al narcotráfico, al paramilitarismo, al asesinato selectivo, al ajuste de cuentas, al sicariato, al secuestro, a la desaparición de personas, al desabastecimiento económico, al contrabando de productos básicos, al desconocimiento e incumplimiento de las leyes, prácticas condimentadas con ciertos intereses políticos; todo con el malsano propósito de buscar la desestabilización de un país, por la siembra del desconcierto y la confusión, fundamentada en la mentira y la distorsión por el falso mensaje de la manipulación mediática de alcance colectivo, de fácil penetración en los profundos meandros  del intelecto individual, para incitar y conformar una posible situación de crisis y conflicto, propicia para acciones descabelladas.

Se usa  el poder mediático y el delito organizado, para conformar como un estado dentro del Estado, que busca el derrumbe de un orden de cosas.

Por lo que hay que estar ojo avizor para la defensa y permanencia del proceso revolucionario socialista del siglo XXI. La trágica experiencia vivida por otros países es un hecho que no se debe subestimar. Hay condiciones como para estar en ALERTA ROJA, como se dice ante la amenaza de una situación altamente peligrosa.

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