Mi tía, una revolucionaria
Dima Shaibani
Al Jazeera
Me recuerdo cuando era pequeña hurgando en una caja de viejas fotografías familiares del Iraq de las décadas de 1940 y de 1950. Había una del día de la boda de mis abuelos y otras de chicas jóvenes exuberantes con collares de perlas y chicos sonrientes con bien planchados pantalones cortos. Todo el mundo parecía muy sonriente, lo que sugería una época más despreocupada de la historia de Iraq.
Pero una foto en particular me llamó la atención, era de una mujer joven con una mirada penetrante. Me dijeron que era mi tía y cuanto más preguntaba sobre ella más me fascinaba.
Esta es la historia de una mujer joven llena de vida que creció en el Iraq de la década de 1950, de una mujer que se introdujo en el mundo de la política predominantemente masculino y se comprometió con celo revolucionario con la causa palestina; de una mujer que eligió el camino de la resistencia y que murió en unas circustancias que todavía hoy siguen sin estar claras.
Reconstruí su historia através de los recuerdos todavía frescos de familiares y amigos, aunque no siempre era fácil que encajaran los fragmentos que me contaban.
Dima Shaibani
Al Jazeera
Me recuerdo cuando era pequeña hurgando en una caja de viejas fotografías familiares del Iraq de las décadas de 1940 y de 1950. Había una del día de la boda de mis abuelos y otras de chicas jóvenes exuberantes con collares de perlas y chicos sonrientes con bien planchados pantalones cortos. Todo el mundo parecía muy sonriente, lo que sugería una época más despreocupada de la historia de Iraq.
Pero una foto en particular me llamó la atención, era de una mujer joven con una mirada penetrante. Me dijeron que era mi tía y cuanto más preguntaba sobre ella más me fascinaba.
Esta es la historia de una mujer joven llena de vida que creció en el Iraq de la década de 1950, de una mujer que se introdujo en el mundo de la política predominantemente masculino y se comprometió con celo revolucionario con la causa palestina; de una mujer que eligió el camino de la resistencia y que murió en unas circustancias que todavía hoy siguen sin estar claras.
Reconstruí su historia através de los recuerdos todavía frescos de familiares y amigos, aunque no siempre era fácil que encajaran los fragmentos que me contaban.
Decidida y audaz
Hana al-Shaibani nació el 27 de agosto de 1942. Era la única chica de la familia ya que tenía otros dos hermanos mayores y otros dos pequeños. Su padre, que era político y periodista, la adoraba y desempeñó un papel importante en forjar a la mujer que llegó a ser.
En 1956 el Partido Ba'ath empezaba a ganar popularidad. Sus consignas que proclamaban libertad, el socialismo árabe y unidad atrajeron a la generación más joven, incluyendo a Hana. Aunque sólo tenía 14 años se afilió al partido e hizo malabarismos para conjugar su educación con sus actividades políticas. Durante los años de universidad trabajaba para el Partido Ba'ath de día e iba a clase de noche.
En 1958, tras el derrocamiento de la monarquía en Iraq, Hana ascendió y fue elegida para dirigir a las mujeres del partido. Sólo tenía 16 años. Dos años después la eligieron una de los tres representantes del Partido Ba'ath iraquí que asistieron a la Conferencia Nacional del Partido Ba'ath celebrada aquel año en Beirut. Siendo apenas una adolescente ya había logrado más de lo que nunca hubiera imaginado lograr la mayoría de las mujeres de la zona.
A decir de todos, era decidida y audaz. Una de las historias familaires más memorables habla de 1959 cuando salió de casa para acudir a una manifestación de protesta contra el régimen autocrático del primer ministro, Abdel Karim Qassim. La atmósfera era tensa y varios de los organizadores de la minifestación sería asesinados después, pero Hana se mantuvo en su decisión de asistir.
Al darse cuenta de que había problemas, mientras bajaba las escaleras escondió bajo la blusa el arma que llevaba. Su padre le suplicó que no fuera. Le explicó que como patriota entendía el sentido del deber que ella tenía, pero añadió que su amor por ella estaba por encima de todo lo demás. Hana replicó: “Papá, tú fuiste una vez un patriota y acudiste cuando se te llamó a luchar. Por favor, entiéndelo, de manera que pueda ir mejor con tu bendición que sin ella”. Su padre no pudo detenerla.
Encontrar su vocación
A pesar de provenir de una familia de clase media, Hana eligió trabajar en fábricas y granjas para poder relacionarse mejor con el pueblo y entender sus dificultades. Parecía atraer a los desvalidos y podría dar gran parte de su sueldo a una familia que viviera en el distrito más pobre de Bagdad.
Pero en un mundo laboral predominantemente masculino también tuvo que ser dura. Exigió y logró el respeto de sus colegas masculinos y se hizo conocida como una persona que luchaba contra cualquier injusticia y nunca transigía en sus ideales.
En 1961 Hana se disgustó al leer unos informes sobre la corrupión dentro del Partido Ba'ath. Estaba muy afectada por las acusaciones y al darse cuanta de que no podría conseguir que hubiera ningún cambio real, abandonó el partido. Sabía que esto le granjearía enemigos.
En torno a esos años fue cuando se formó la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El nuevo movimiento revolucionario había establecido su base en Jordania y Líbano en su objetivo de liberar Palestina por medio de la lucha armada. Como apasionada nacionalista árabe, era una causa por la que Hana tenía mucha estima y pronto encontró su vocación.
Sin perder tiempo viajó a Líbano y Jordania donde asistió a seminarios y conferencias de la OLP y conoció a Yasser Arafat, el jefe de la OLP, y a otras figuras destacadas del movimiento.
Cuando se escindieron algunas facciones de la OLP Hana se adhirió a un grupo denominado Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP), que ella consideraba más fuerte ideológicamente. Cuando volvió a Bagdad les dijo a sus hermanos que se trasladaba a Jordania y que se había unido al FDLP.
Soñar con su muerte
En Jordania se sumergió en la comunidad palestina ocultando su origen iraquí. Adoptó el alias de Amal y habló con acento palestino ya que creía que la gente hablaría más fácilmente con ella si pensaba que era palestina y que, por lo tanto, ella estaría mejor situada para ayudarles.
Vivió en un campo de refugiados, escribió artículos para el boletín informativo del FDLP y ayudó las mujeres a desarrollar habilidades que podrían ayudarlas a encontrar trabajo. Pero empezó a sentirse incómoda (se sentía culpable de ocular a su madre su trabajo para el FDLP y empezó a dudar si este grupo era verdaderamente diferente). Mientras permaneció comprometida con esta causa, sus amigos especulaban con que volvería a Bagdad en el momento en que ella podía haber abandonado el grupo.
Marzo de 1970 era el sagrado mes musulmán de Muharram en el que los musulmanes chiíes lloran la muerte de nieto del profeta Mahoma, Hussein. Cuando estaba en Iraq solía asistir a la ceremonia ritual lamentando su muerte. En el campo de refugiados palestino escuchó la transmisión por radio de la cereminia con dos camaradas y durante las conmovedoras lamentaciones les dijo que había soñado que estaba muerta e imaginado cómo se sentiría su madre si ella volvía a casa en un ataúd.
El sueño resultó ser premonitorio. Apenas unos día despúes del 'ashura', el día en que culminan las celebraciones chiíes, Hana murió. Era el 17 de marzo de 1970 y sólo tenía 28 años.
Existen diferentes versiones sobre cómo murió. En lo que todos están de acuerdo es en que estaba en la ciudad de Irbid, en el norte de Jordania. Según una versión, murió durante un ejercicio rutinario de adiestramiento del FDLP cuando accidentalmente le alcanzó una bala. Una variación de ello sugiere que se le cayó el arma por accidente y al dispararse una bala contra el suelo la mató. Un detalle común de todos los relatos es que cuando se identificó su cuerpo en la morgue la única señal de muerte era un agujero de bala o de metralla en la cabeza.
El precio de la libertad
La familia estaba destrozada. El gobierno iraquí la declaró mártir, el primer miembro iraquí de la OLP que moría por la causa. Volvió a casa tal como había soñado, en un ataúd envuelto en la bandera palestina. Miles de personas acudieron a mostrarle su respeto. Mientras se llevaba su atúd al cementerio las mujeres esparcían chocolates y dulces sobre él.
Hace cuarenta años de aquello, pero para mí, como mujer árabe, Hana sigue siendo una inspiración imperecedera. Luchó por una causa en la que creía y se negó a permanecer al margen. Vivió en Oriente Medio en una época en que éste parecía más progresista.
Muchas personas se refieren a ella como una martir, una luchadora y una fuente de orgullo para los iraquíes. Pero nunca se la etiquetó de 'musulmana', 'sunní' o 'chií'. Es sólo en estos espantosos tiempos cuando estas etiquetas parecen haberse fijado en las mentes de la gente y de los medios de comunicación.
Me gusta mucho la foto de mi tía que encontré hace muchos años. Esta misma foto sirvió para hacer un poster después de su muerte que se pegó en las paredes de todo Iraq con una cita de ella impresa. Decía: “La muerte es inevitable. Sin embargo, debemos rechazar la muerte si se da a cambio de nada. Y el precio más valioso es la libertad ....”.
Hana al-Shaibani nació el 27 de agosto de 1942. Era la única chica de la familia ya que tenía otros dos hermanos mayores y otros dos pequeños. Su padre, que era político y periodista, la adoraba y desempeñó un papel importante en forjar a la mujer que llegó a ser.
En 1956 el Partido Ba'ath empezaba a ganar popularidad. Sus consignas que proclamaban libertad, el socialismo árabe y unidad atrajeron a la generación más joven, incluyendo a Hana. Aunque sólo tenía 14 años se afilió al partido e hizo malabarismos para conjugar su educación con sus actividades políticas. Durante los años de universidad trabajaba para el Partido Ba'ath de día e iba a clase de noche.
En 1958, tras el derrocamiento de la monarquía en Iraq, Hana ascendió y fue elegida para dirigir a las mujeres del partido. Sólo tenía 16 años. Dos años después la eligieron una de los tres representantes del Partido Ba'ath iraquí que asistieron a la Conferencia Nacional del Partido Ba'ath celebrada aquel año en Beirut. Siendo apenas una adolescente ya había logrado más de lo que nunca hubiera imaginado lograr la mayoría de las mujeres de la zona.
A decir de todos, era decidida y audaz. Una de las historias familaires más memorables habla de 1959 cuando salió de casa para acudir a una manifestación de protesta contra el régimen autocrático del primer ministro, Abdel Karim Qassim. La atmósfera era tensa y varios de los organizadores de la minifestación sería asesinados después, pero Hana se mantuvo en su decisión de asistir.
Al darse cuenta de que había problemas, mientras bajaba las escaleras escondió bajo la blusa el arma que llevaba. Su padre le suplicó que no fuera. Le explicó que como patriota entendía el sentido del deber que ella tenía, pero añadió que su amor por ella estaba por encima de todo lo demás. Hana replicó: “Papá, tú fuiste una vez un patriota y acudiste cuando se te llamó a luchar. Por favor, entiéndelo, de manera que pueda ir mejor con tu bendición que sin ella”. Su padre no pudo detenerla.
Encontrar su vocación
A pesar de provenir de una familia de clase media, Hana eligió trabajar en fábricas y granjas para poder relacionarse mejor con el pueblo y entender sus dificultades. Parecía atraer a los desvalidos y podría dar gran parte de su sueldo a una familia que viviera en el distrito más pobre de Bagdad.
Pero en un mundo laboral predominantemente masculino también tuvo que ser dura. Exigió y logró el respeto de sus colegas masculinos y se hizo conocida como una persona que luchaba contra cualquier injusticia y nunca transigía en sus ideales.
En 1961 Hana se disgustó al leer unos informes sobre la corrupión dentro del Partido Ba'ath. Estaba muy afectada por las acusaciones y al darse cuanta de que no podría conseguir que hubiera ningún cambio real, abandonó el partido. Sabía que esto le granjearía enemigos.
En torno a esos años fue cuando se formó la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El nuevo movimiento revolucionario había establecido su base en Jordania y Líbano en su objetivo de liberar Palestina por medio de la lucha armada. Como apasionada nacionalista árabe, era una causa por la que Hana tenía mucha estima y pronto encontró su vocación.
Sin perder tiempo viajó a Líbano y Jordania donde asistió a seminarios y conferencias de la OLP y conoció a Yasser Arafat, el jefe de la OLP, y a otras figuras destacadas del movimiento.
Cuando se escindieron algunas facciones de la OLP Hana se adhirió a un grupo denominado Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP), que ella consideraba más fuerte ideológicamente. Cuando volvió a Bagdad les dijo a sus hermanos que se trasladaba a Jordania y que se había unido al FDLP.
Soñar con su muerte
En Jordania se sumergió en la comunidad palestina ocultando su origen iraquí. Adoptó el alias de Amal y habló con acento palestino ya que creía que la gente hablaría más fácilmente con ella si pensaba que era palestina y que, por lo tanto, ella estaría mejor situada para ayudarles.
Vivió en un campo de refugiados, escribió artículos para el boletín informativo del FDLP y ayudó las mujeres a desarrollar habilidades que podrían ayudarlas a encontrar trabajo. Pero empezó a sentirse incómoda (se sentía culpable de ocular a su madre su trabajo para el FDLP y empezó a dudar si este grupo era verdaderamente diferente). Mientras permaneció comprometida con esta causa, sus amigos especulaban con que volvería a Bagdad en el momento en que ella podía haber abandonado el grupo.
Marzo de 1970 era el sagrado mes musulmán de Muharram en el que los musulmanes chiíes lloran la muerte de nieto del profeta Mahoma, Hussein. Cuando estaba en Iraq solía asistir a la ceremonia ritual lamentando su muerte. En el campo de refugiados palestino escuchó la transmisión por radio de la cereminia con dos camaradas y durante las conmovedoras lamentaciones les dijo que había soñado que estaba muerta e imaginado cómo se sentiría su madre si ella volvía a casa en un ataúd.
El sueño resultó ser premonitorio. Apenas unos día despúes del 'ashura', el día en que culminan las celebraciones chiíes, Hana murió. Era el 17 de marzo de 1970 y sólo tenía 28 años.
Existen diferentes versiones sobre cómo murió. En lo que todos están de acuerdo es en que estaba en la ciudad de Irbid, en el norte de Jordania. Según una versión, murió durante un ejercicio rutinario de adiestramiento del FDLP cuando accidentalmente le alcanzó una bala. Una variación de ello sugiere que se le cayó el arma por accidente y al dispararse una bala contra el suelo la mató. Un detalle común de todos los relatos es que cuando se identificó su cuerpo en la morgue la única señal de muerte era un agujero de bala o de metralla en la cabeza.
El precio de la libertad
La familia estaba destrozada. El gobierno iraquí la declaró mártir, el primer miembro iraquí de la OLP que moría por la causa. Volvió a casa tal como había soñado, en un ataúd envuelto en la bandera palestina. Miles de personas acudieron a mostrarle su respeto. Mientras se llevaba su atúd al cementerio las mujeres esparcían chocolates y dulces sobre él.
Hace cuarenta años de aquello, pero para mí, como mujer árabe, Hana sigue siendo una inspiración imperecedera. Luchó por una causa en la que creía y se negó a permanecer al margen. Vivió en Oriente Medio en una época en que éste parecía más progresista.
Muchas personas se refieren a ella como una martir, una luchadora y una fuente de orgullo para los iraquíes. Pero nunca se la etiquetó de 'musulmana', 'sunní' o 'chií'. Es sólo en estos espantosos tiempos cuando estas etiquetas parecen haberse fijado en las mentes de la gente y de los medios de comunicación.
Me gusta mucho la foto de mi tía que encontré hace muchos años. Esta misma foto sirvió para hacer un poster después de su muerte que se pegó en las paredes de todo Iraq con una cita de ella impresa. Decía: “La muerte es inevitable. Sin embargo, debemos rechazar la muerte si se da a cambio de nada. Y el precio más valioso es la libertad ....”.
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