Por: Scott Thill
AlterNet
Se han gastado miles de millones de dólares para permitir que las corporaciones se beneficien de fuentes públicas de agua a pesar de que la privatización del agua ha sido un fracaso épico en Latinoamérica, el Sudeste Asiático, Norteamérica, África y en todos los demás sitios donde se ha intentado. Pero no hay que decírselo a los controvertidos usureros del Banco Mundial. El mes pasado su brazo de financiamiento del sector privado, International Finance Corporation (IFC) lanzó silenciosamente la friolera de 100 millones de euros (139 millones de dólares) a Veolia Voda, la subsidiaria europea oriental de Veolia, la mayor corporación privada del agua del mundo. ¿Su objetivo final? La privatización de los recursos acuáticos de Europa oriental.
“Veolia ha dejado claro que su modelo empresarial se basa en la maximización de los beneficios, no en inversiones a largo plazo”, dijo a AlterNet Joby Gelbspan, coordinador senior de programas del observador del sector privado Corporate Accountability International. “Evidentemente, tanto el Banco Mundial como compañías transnacionales del agua como Veolia han reconocido que no quieren invertir en la infraestructura necesaria para mejorar el acceso al agua en Europa oriental. Por eso esta inversión de 100 millones de euros en Veolia Voda por el brazo de inversión privada del Banco Mundial es tan alarmante. Es una evidencia más de que el Banco Mundial sigue comprometido con la privatización del agua, a pesar de toda la evidencia de que este enfoque no resolverá la crisis mundial del agua.”
Toda la evidencia que Veolia requiere de que las privatizaciones del agua son operaciones condenadas al fracaso puede encontrarse en su lugar de origen en Francia, conocido más comúnmente como el centro de la privatización del agua. En junio, la administración municipal de París recuperó los servicios de aguas de la Ciudad Luz de sus dos multinacionales locales, Veolia y Suez, después de un torrente de controversias. Es sólo una de 40 remunicipalizaciones sólo en Francia, que se pueden sumar a las ocurridas en África, Asia, Latinoamérica, Norteamérica y otros sitios que esperan hacerlo, mostrando un cuadro no demasiado positivo: La privatización del agua es en última instancia un concepto horrible y un proyecto fracasado.
“Es indignante que IFC del Banco Mundial siga invirtiendo en privatizaciones corporativas del agua cuando fracasan en todo el mundo,” dijo a Alternet Maude Barlow, presidenta de Food and Water Watch y autora de Blue Covenant: The Global Water Crisis and the Fight for the Right to Water. “Una inversión similar de IFC en las Filipinas es un desastre definitivo. Comunidades locales y sus gobiernos en todo el mundo están cancelando sus contratos con compañías como Veolia por excesivos costes, despidos de trabajadores y servicio inferior al promedio.”
Filipinas es un excelente ejemplo del modelo inservible de la privatización del agua. Después de aprobar la Ley de Crisis del Agua en 1995, Filipinas obtuvo un plan de privatización de 283 millones de dólares administrado en parte por gigantes multinacionales como Suez y Bechtel. Después de algunos éxitos, todo se desmoronó después del año 2000, y pronto los precios de las tarifas aumentaron repetidamente, el servicio y la calidad del agua empeoraron y la oposición pública aumentó rápidamente. Actualmente, algunos filipinos todavía no tienen conexiones al agua, las tarifas aumentaron de 300 a 700 por ciento en algunas regiones, y estallidos de cólera y de gastroenteritis costaron vidas y enfermaron a cientos de personas.
“El Banco Mundial no ha aprendido nada de estos desastres y sigue cegado por una ideología obsoleta de que sólo el mercado no regulado solucionará los problemas del mundo”, agregó Barlow.
Pero pedir que el Banco Mundial aprenda de los desastres sería como aniquilar su misión general, que es capitalizar del desastre en el mundo en desarrollo en busca de beneficios. Su desastrosa historia de terapia de choque económica y ecológica ha afectado severamente a más de un país y ha sido enérgicamente criticada por cerebros como Joseph Stiglitz, quien fue otrora economista jefe del Banco, y Naomi Klein, cuya historia indispensable La doctrina del choque es una muestra horrenda de pesadillas de la privatización. Las buenas intenciones del Banco Mundial han sido comprometidas por una cadena interminable de terrible reputación y tratos aún peores, de su imperialismo cultural e insensibilidad a las diferencias regionales a su dominación por un puñado de elites económicas ebrias de desregulación, cuyo terrible fracaso no requiere otro ejemplo que nuestra continua crisis económica global.
AlterNet
Se han gastado miles de millones de dólares para permitir que las corporaciones se beneficien de fuentes públicas de agua a pesar de que la privatización del agua ha sido un fracaso épico en Latinoamérica, el Sudeste Asiático, Norteamérica, África y en todos los demás sitios donde se ha intentado. Pero no hay que decírselo a los controvertidos usureros del Banco Mundial. El mes pasado su brazo de financiamiento del sector privado, International Finance Corporation (IFC) lanzó silenciosamente la friolera de 100 millones de euros (139 millones de dólares) a Veolia Voda, la subsidiaria europea oriental de Veolia, la mayor corporación privada del agua del mundo. ¿Su objetivo final? La privatización de los recursos acuáticos de Europa oriental.
“Veolia ha dejado claro que su modelo empresarial se basa en la maximización de los beneficios, no en inversiones a largo plazo”, dijo a AlterNet Joby Gelbspan, coordinador senior de programas del observador del sector privado Corporate Accountability International. “Evidentemente, tanto el Banco Mundial como compañías transnacionales del agua como Veolia han reconocido que no quieren invertir en la infraestructura necesaria para mejorar el acceso al agua en Europa oriental. Por eso esta inversión de 100 millones de euros en Veolia Voda por el brazo de inversión privada del Banco Mundial es tan alarmante. Es una evidencia más de que el Banco Mundial sigue comprometido con la privatización del agua, a pesar de toda la evidencia de que este enfoque no resolverá la crisis mundial del agua.”
Toda la evidencia que Veolia requiere de que las privatizaciones del agua son operaciones condenadas al fracaso puede encontrarse en su lugar de origen en Francia, conocido más comúnmente como el centro de la privatización del agua. En junio, la administración municipal de París recuperó los servicios de aguas de la Ciudad Luz de sus dos multinacionales locales, Veolia y Suez, después de un torrente de controversias. Es sólo una de 40 remunicipalizaciones sólo en Francia, que se pueden sumar a las ocurridas en África, Asia, Latinoamérica, Norteamérica y otros sitios que esperan hacerlo, mostrando un cuadro no demasiado positivo: La privatización del agua es en última instancia un concepto horrible y un proyecto fracasado.
“Es indignante que IFC del Banco Mundial siga invirtiendo en privatizaciones corporativas del agua cuando fracasan en todo el mundo,” dijo a Alternet Maude Barlow, presidenta de Food and Water Watch y autora de Blue Covenant: The Global Water Crisis and the Fight for the Right to Water. “Una inversión similar de IFC en las Filipinas es un desastre definitivo. Comunidades locales y sus gobiernos en todo el mundo están cancelando sus contratos con compañías como Veolia por excesivos costes, despidos de trabajadores y servicio inferior al promedio.”
Filipinas es un excelente ejemplo del modelo inservible de la privatización del agua. Después de aprobar la Ley de Crisis del Agua en 1995, Filipinas obtuvo un plan de privatización de 283 millones de dólares administrado en parte por gigantes multinacionales como Suez y Bechtel. Después de algunos éxitos, todo se desmoronó después del año 2000, y pronto los precios de las tarifas aumentaron repetidamente, el servicio y la calidad del agua empeoraron y la oposición pública aumentó rápidamente. Actualmente, algunos filipinos todavía no tienen conexiones al agua, las tarifas aumentaron de 300 a 700 por ciento en algunas regiones, y estallidos de cólera y de gastroenteritis costaron vidas y enfermaron a cientos de personas.
“El Banco Mundial no ha aprendido nada de estos desastres y sigue cegado por una ideología obsoleta de que sólo el mercado no regulado solucionará los problemas del mundo”, agregó Barlow.
Pero pedir que el Banco Mundial aprenda de los desastres sería como aniquilar su misión general, que es capitalizar del desastre en el mundo en desarrollo en busca de beneficios. Su desastrosa historia de terapia de choque económica y ecológica ha afectado severamente a más de un país y ha sido enérgicamente criticada por cerebros como Joseph Stiglitz, quien fue otrora economista jefe del Banco, y Naomi Klein, cuya historia indispensable La doctrina del choque es una muestra horrenda de pesadillas de la privatización. Las buenas intenciones del Banco Mundial han sido comprometidas por una cadena interminable de terrible reputación y tratos aún peores, de su imperialismo cultural e insensibilidad a las diferencias regionales a su dominación por un puñado de elites económicas ebrias de desregulación, cuyo terrible fracaso no requiere otro ejemplo que nuestra continua crisis económica global.
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