Tres héroes, tres facetas, un país
Por: César Marcano:
En Venezuela hemos tenido la maravillosa suerte de contar con mentes esclarecidas que se adelantan a su tiempo, disponiendo “tesis” relevantes en cuyos presupuestos describen condiciones especiales para beneplácito del país nacional y un desarrollo sustentable de la patria, social, cultural, económico y; reconocimiento como “país-potencia” en Latinoamérica. El Dr. Alberto Adriani, merideño nacido en 1.899; en 1.934 decía que “antes de hacer La República debemos hacernos nosotros mismos”. Sentencia que el petróleo “era una provincia foránea enclavada en el país. Es preciso que el espíritu de nuestros países se adecúe al espíritu de la época y de nuestras necesidades.” Consideró que la economía del petróleo genera otras identidades sobre la base de la inversión productiva de los recursos provenientes de su explotación. Una vez aparecido el petróleo como fuente de energía sustitutiva de los rubros cacao-café, se dieron otras condiciones demográficas, culturales y económicas, que llamaban a hacer un uso adecuado de los cuantiosos recursos que ingresaban a Venezuela y le llevó a “plantearse” desde ese instante; el ahorro, la diversificación económica, la adecuación, modernización, tecnificación y expansión de nuestro plantel industrial, lograr la sustitución de importaciones a lo estrictamente necesario; así como la instalación masiva de refinerías en todo el territorio nacional que nos permitiera prepararnos para ofertar los derivados dentro y fuera de nuestras fronteras. Otra inquietud del Dr. Adriani fue la creación de una política de masificación de escuelas técnicas y Universidades que abundaran en la preparación profesional de los venezolanos (…) allí estaba para este héroe nacional, “la siembra del petróleo”…hoy más vigente que nunca a 81 años de su sentencia en 2.015. El Dr. Juan Pablo Pérez Alfonzo, contrario a Adriani, defendió los precios del producto como tal y desconfiaba de la naturaleza del hombre en su manejo, por lo tanto predijo que “el estiércol del diablo” traería a los países productores más dolencias económicas que felicidad. El “cuánto hay pa’ eso” se moderniza con colores variopintos y en ciertas partes no disfrazan las intenciones. Tomemos un ejemplo: “En forma por demás irresponsable se entregaron cientos de millones en créditos para producir el campo y, se concedió miles de máquinas agrícolas; administradas exclusivamente por consejos comunales”. Todos esos recursos fueron gestionados a través de Fondafa y Fondas, pero hoy día las máquinas desaparecieron, los reales no se usaron para producir y no se incrementó la producción de alimentos.
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