martes, 31 de julio de 2012


En América la india añu Aniin unió dos naturalezas


El estruendoso ruido de los cañones que bajaban su carga una y otra vez tenían aterrorizados a la comunidad indígena añu que habitaba a pocos kilómetros donde se libraba la batalla naval del Lago de Maracaibo. Previamente ya estaban muy inquietos al observar durante varios días las distintas maniobras de los buques de guerras en ese paraje.
Era el año de 1823, para ser más específico un día jueves y cerca del final de la tarde comenzó el fiero enfrentamiento entre la escuadra española y la escuadra venezolana. En dos horas de recio combate se decidió la acción que sellaría la independencia de Venezuela.
De una de los barcos en llamas, saltaron parte de su tripulación al lago y nadando con desespero trataron de llegar a la orilla, la mayoría de los que lograron tocar tierra fueron nuevamente capturados por la fusilería venezolana. Uno de ellos, aun herido logro esconderse entre los manglares y eludió la firme requisa para encontrar a los vencidos. Durante tres días casi agonizante se mantuvo bajo resguardo y cuando sus fuerzas comenzaban a abandonarlo es encontrado y auxiliado por los añu y fue llevado a uno de sus palafitos (ranchería construida sobre el lago) para ser curado y alimentado.
Una joven india Añu de nombre Aniin, que significa en su idioma “Aquí”, asumió el encargo de cuidarlo, proceso que duro varios meses, tiempo suficiente para que el marino se recuperara totalmente y reflexionara sobre su futuro inmediato, la cual fue el de no regresase a España y quedarse hacer familia con Aniin y ser parte de esa comunidad indígena.
El marino resulto ser el segundo Capitán de la Fragata San Carlos, de nombre Miguel Ortega Moran y García, aguerrido y valiente hombre de mar, que unió su alma al noble pueblo añu, de lo que es en el presente el pueblo de Santa Rosa de Agua, en la Ciudad de Maracaibo, al oeste de país.  Aniin represento para el Capitán Ortega, el sentimiento más puro. La descendencia entre Miguel Ortega y Aniin fue prolifera, se estima que tuvieron más de diez hijos. Fue una mujer llena de bondad, Miguel admiraba en ella su afecto por los animales, a tal punto que tenia la creencia que podía comunicarse con ellos.
Donde Aniin se sentaba, llegaban las aves, los mapaches, las mariposas, cangrejos, las distintas especies de la zona y todas en armonía, disfrutaban de su presencia. Si estaban enfermos al solo tocarlos los reanimaba y se curaban. Para ella, cada especie tenía una razón de ser y esas vidas debían respetarse. Fueron sus otros hijos.
Hoy a casi dos siglos de la llegada del Capitán Ortega a esa tierra de sueños, llamada posteriormente Capitán Chico en su honor, Aniin sigue representando la expresión humana más genuina que une a los dos continentes y el sentimiento proteccionista de la cultura Añu por sus especies y por todo lo que significa el amor a la naturaleza.
Lenin Cardozo, ambientalista venezolano
¿Y SI ALGÚN ATLETA ARGENTINO GANA Y FESTEJA POR MALVINAS?
Juegos Olímpicos de Londres; mezcla de deporte, política y negocios

Hace poco se inauguraron oficialmente los XXX Juegos Olímpicos, con la
ceremonia y el desfile inicial. Allí brillarán muchas disciplinas
deportivas, pero también la política y los negocios.
EMILIO MARÍN

Cuando se sostiene que la política mete baza en las Olimpíadas, no se
descubre nada nuevo. Un sobreviviente que escapó de la Mansión Seré
durante la dictadura de Videla-Martínez de Hoz, Claudio Tamburrini, ex
arquero de Almagro y exiliado en Suecia, lo recordó en una nota
(Clarín, 23/7).  Dijo que el ritual de la antorcha encendida desde
Olimpia, fue un invento de Joseph Goebbels, el ministro de propaganda
de Hitler, al celebrarse los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936.
Tamburrini conoce. Ya no ataja penales en Almagro y es Filósofo del
Deporte en el Centre For Healthcare Ethics, de la Universidad de
Estocolmo. ¡Qué suerte que se pudo escapar aquella noche de 1978 con
otros tres jóvenes secuestrados en Seré!
La política no es mala ni buena, depende quién la haga en las
Olimpíadas y al servicio de qué objetivos. Por ejemplo, Dilma
Rousseff, presidenta de Brasil, llegó unos días antes a Londres,
mantuvo reuniones con las autoridades británicas y con el Comité
Olímpico Internacional. Hizo eso para promocionar la edición 2016 de
los Juegos Olímpicos, que tendrán lugar en Brasil. La simpatía y la
cultura brasileña, más el prestigio de su deporte y por supuesto el
desarrollo económico del país, fueron las cartas de presentación de
Rousseff ante los medios de comunicación, pensando en doscientos
países que están presentes en la capital inglesa.
Desde otro ángulo, la monarquía inglesa busca reposicionarse en esta
circunstancia. Por ejemplo, colando al príncipe Guillermo y su esposa
Katy Middleton, duquesa de Cambridge, en cuanto evento puedan. Claro
que dan un perfil mucho más grato a la vista que la vieja reina
sombreruda, Isabel II y Felipe. A Katy le encargaron la confección de
los trajes de la delegación deportiva. La mujer, que no debe haber
cosido un botón en su vida, entregó la tarea a diseñadoras de moda de
su paladar, entre ellas una hija de Paul McCartney.
David Cameron, primer ministro, buscó sacar partido político de su
localía. Se sabe que en esta época de vacas flacas en las arcas del
Reino, de crisis brutal y ajuste en el empleo, la salud y la
educación, toda ocasión para desviar atenciones es muy necesaria para
ese gobernante. Llama la atención el poco interés de los periodistas
deportivos de Argentina, instalados hace semanas en Londres, para
averiguar e informar de esos aspectos de la crisis inglesa. Salvo
error u omisión, el cronista no ha visto esa clase de coberturas.
Mucho Támesis, mucho Big Ben y mucho músculo de la Villa Olímpica de
Stratford, pero del trasfondo social del país, poco o nada.
Y esa es una opción política, deliberada o no. En los Juegos de
Beijing (2008), en cambio, muchísimos periodistas andaban buscando el
pelo en la leche del socialismo. No lo encontraron. Peor aún, se
dieron con que el gigante asiático ganó los Juegos, como parece que lo
haría también en Londres, según analistas de la Universidad alemana
del Ruhr, que pronosticaron 102 medallas para los atletas chinos,
venciendo por poco a los de EE UU.

Más de la política
El belga Jacques Rogge dirige hace doce años el COI y entre otras
reglamentaciones dio a conocer, junto a los organizadores locales, que
estaba prohibido entrar a los estadios con camisetas con la cara del
Che Guevara.
Curiosa manera de apartar supuestamente a la política. Se trata de una
figura emblemática de un revolucionario y rebelde apreciado por gran
parte de los 600 millones de personas que ayer veían la ceremonia
inaugural por televisión.
Si querían proscribir figuras vinculadas con el terrorismo deberían
haber cerrado el ingreso a personas que llevaran camisetas con fotos
de George W. Bush, Tony Blair y hasta del mismo Barack Obama. Los
centenares de miles de personas que han muerto en Irak y Afganistán
por culpas de esos presidentes y primer ministro, ameritaban esa
prohibición. Quizás era inútil, porque ¿cuántos imbéciles podrían
ponerse esas camisetas?
Las primeras imágenes de la inauguración también trasuntaron el efecto
de la política. Los cuadros compuestos de granjeros que cuidaban
animales, cosechaban, atendían abejas, etc., es parte de la historia
de Inglaterra, como los Beatles. Pero también lo son los piratas y
corsarios, los colonialistas que cortaban cabezas en la India y Medio
Oriente, los que invadieron dos veces Buenos Aires y ocuparon las
Malvinas, las fuerzas militares que arrasaron Irlanda y aún la ocupan,
los empresarios que succionaron las riquezas del mundo para  ellos y
el Palacio de Buckingham, desde la Baring Brothers en adelante.
La cuna de la revolución industrial tuvo su auge y mérito, mostrada
ayer, devino en imperio, finanzas especulativas y crisis, que en
cambio fue ocultada.
La presidenta argentina tuvo su decisión política en relación a los
JJ.OO. Tiempo atrás patrocinó el magnífico corto publicitario en
Malvinas que enfureció a la monarquía y los desmalvinizadores. Luego
decidió dar un paso al costado, al no viajar a Londres y pedir a los
atletas argentinos que no introdujeran la cuestión Malvinas en el
evento deportivo. Rogge se congratuló de esa decisión. Este cronista,
en cambio, desea que algún argentino de los que logre alguna presea,
suba al podio con una bandera argentina que diga: “Falklands no,
Malvinas argentinas”. ¿Eso es política? Sí. Nacional o patriótica o
como se quiera llamarla.
Argentina ha logrado hasta ahora 66 medallas, entre oro, plata y
bronce, a lo largo de veintitrés participaciones. Sería bueno que la
cifra se engrose por medio de las Leonas, el equipo de básquet,
ciclismo u otros deportes. Lástima grande que habiendo ganado en
Atenas y Beijing, no haya equipo de fútbol en Londres 2012. Habría
estado lindo ganarles a los ingleses aunque los goles no fueran tan
lindos como los de Diego Maradona en México.
¿Se animará algún deportista argentino a recordar Malvinas? Ojalá.

Preseas y euros
Las apuestas deportivas suponen que estos juegos tendrán al tope a
China, EE UU y Rusia, lo que no significa que el resto de las
delegaciones no pueda también ganar en varias disciplinas.
Por ejemplo, el ministro de deportes brasileño, Aldo Rebelo,
pronosticó que los suyos se llevarán 20 medallas. Según su comité
olímpico, pueden ser cuatro menos.
Cuba mandó 110 deportistas para probar suerte en 14 competencias. Su
meta es superar la cosecha de Beijing 2008, cuando obtuvo dos preseas
de oro, 11 de plata y 11 de bronce. Con la modestia característica,
los cubanos entrenaron para llevarse a La Habana algunas medallas, más
allá de las que suelen ser suyas casi siempre en boxeo. Allí cerca
andarán husmeando reclutadores de EE UU y empresas varias, tratando de
tentarlos de abandonar su país y ganar muchos euros o dólares.
Si de provocaciones se trata, otra fue la sufrida por las futbolistas
de Corea del Norte, a las que presentaban como de Corea del Sur.
Rechazaron la maniobra y encima ganaron su partido a Colombia.
Se discute mucho si el jamaiquino Usain Bolt podrá vencer otra vez en
100 y 200 metros, con menos de 10 segundos en la primera prueba. Y si
el nadador estadounidense Michael Phelps podrá obtener otras tres
medallas para convertirse en el atleta que más ganó en la historia de
los Juegos. Y si Brasil podrá colgarse la medalla de oro en fútbol
olímpico, que no tiene hasta ahora.
En fin esas son incógnitas que estarán develadas para el 12 de agosto,
cuando se baje el telón y se empiece a pensar en Brasil 2012.
Los que van a estar muy entusiasmados con esa perspectiva, además de
los propios brasileños, serán los miembros del COI, que van a renovar
en setiembre de 2013 la presidencia. A partir de allí empezarán a ver
los contratos con las grandes empresas, sponsors y cadenas de
televisión que les aseguren una gran recaudación, como en esta ocasión
la BBC, NBC estadounidense y otras.
Hablando de su sucesor, el belga Rogge declaró: “el presidente del COI
debe tener muchas cualidades, asegurarse de que los ingresos sean
buenos es todo un factor, por supuesto” (agencia DPA).
Ciertos delegados del COI hacen negocios de poco calado por su cuenta.
Por ejemplo, el británico Sunday Times publicó que había una
investigación en marcha por la reventa de entradas, aparentemente
provistas por delegados de 54 países. Los señores se procuraban un
ingreso extra.
Como la rueda olímpica seguirá girando, ya Madrid, Tokio y Estambul se
están sacando chispas para adjudicarse la sede de la edición 2020.
Para eso primero tendrán que concluir felizmente los Juegos en Londres
y luego los de Brasil. Los de estos días se realizan en medio de miedo
de las autoridades por la seguridad, al punto que han reforzado las
tropas con contingentes adicionales. Hoy en la ceremonia se vio a ocho
militares llevando la poco gloriosa “Union Jack”, pero en los
alrededores había 18.200 soldados. Si compitieran en número con los
atletas ya habrían ganado porque éstos no llegan a 10.000, aunque
algunos tienen mucha mejor puntería.



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Sergio Ortiz
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JULIO ESCALONA 
Ejes del plan 2013-19
Consolidar la independencia, continuar construyendo el socialismo, convertir a Venezuela en una potencia, desarrollo de un mundo multicéntrico y pluripolar para garantizar la paz planetaria, y preservar la vida en el planeta y salvar a la especie humana son los cinco objetivos históricos que ha planteado el presidente Chávez como guía del Plan Socialista para el período 2013-19.
Creo que este plan tiene cuatro ejes transversales: 
1) “Pulverizar completamente la forma de Estado burguesa que heredamos”, lo que supone la “invención de nuevas formas de gestión política”. Debemos instituir, creo, el servir obedeciendo, pues la función pública no se cumple si es ejercida por funcionarios de 15 y último del mes o plenos de privilegios. Deben ser incondicionales servidores que consoliden el salto del Estado del Bienestar hacia un Estado revolucionario, absolutamente controlado por el poder popular para que, sin dudas, el socialismo sea poder del pueblo.
2) El desarrollo del poder popular lo atraviesa todo, por tanto, las iniciativas públicas se subordinan al mandato popular. El funcionario público no es representante del pueblo. Es un mandatado y responde ante el pueblo por esos mandatos. La “radicalización de la democracia participativa y protagónica” significaría la progresiva desaparición de la democracia representativa.
3) Preservar la vida es el denominadorcomún por excelencia. Ninguna iniciativa puede destruir ecosistemas. El crecimiento económico no puede ser el pilar principal del desarrollo sostenible, debe subordinarse a la preservación de la vida, lo cual obliga a pensar pilares, como el ético, el cultural y el ecológico. ¿Puede ser el PIB la medida del bienestar? 
4) “Vivir viviendo” implica la modificación radical de los patrones de consumo y producción. Impuestos por el capital significan su perpetuación. Imbricados con el mercado y los valores que él genera, han capturado el inconsciente colectivo. Así no hay transición al socialismo. Asociados al éxito individual, han sustituido al ser por el tener. Esto brota incesantemente desde el mercado capitalista y trasciende la estatización de los medios de producción. Transformar el mercado y sus valores es una vital tarea que nos conduce a la pregunta: ¿puede haber socialismo de mercado?

Chávez: 

Respaldo popular a Venezuela en el Mercosur demuestra que no es un acuerdo de Gobiernos 


El presidente de la República Hugo Chávez a la salida de la reunión con la presidenta del Brasil y otros funcionarios de esa nación dijo que existe un clima de felicidad que embarga y se extiende a los pueblos de suramerica.
Venezuela es el factor que complementa la ecuación regional (...) y al mismo tiempo abre una gigantesca puerta hacia el Caribe. Además reformatea la unión del Sur”, dijo.
En cuanto al respaldo que ha tenido el ingreso de Venezuela al Mercosur por los pueblos de Latinoamerica aseguró el Mandatario Nacional que esto se debe a una demostración de que esto “no fue un acuerdo de gobiernos es un reto a la incorporación de nuestros pueblos, movimientos sociales al Mercado. Los pueblos saben y tienen indicios históricos y saben que el ingreso de Venezuela al Mercosur es un motivo de festejo popular.

Comitiva de Brasil vendrá a Venezuela
De igual manera en las declaraciones ofrecidas por el Primer Mandatario Nacional informó que dentro de pocos días con la finalidad de seguir incrementando las inversiones en el país representantes de la República Federativa del Brasil en el área de Comercio exterior estarán de visita en Venezuela.
“Dentro de pocos días el Ministro de Comercio Exterior, Fernando Pimentel va a ir a Caracas con empresarios interesados en importar productos de Venezuela hacia Brasil y habrá otro grupo de empresarios que tienen intereses de incrementar las inversiones o abrir nuevas inversiones en nuestro país”.
Reiteró que de igual manera se están sellando los acuerdos para la importación de aviones para Conviasa. “Esto lo vamos a seguir impulsando. Ya se aprobó el cronograma de adaptación de las normas de exportación, nomenclaturas y con esto nos iremos acoplando”.

 El progreso de Capriles son los burdeles de las compañías petroleras

Aquello que llevaron a tantos pueblos con el nombre de “progreso”, vayan a ver en qué quedó: ruinas, burdeles, bares, multitud de ventas de baratijas; amasijos de pobres de alma pero atiborrados de plata y cachivaches; familias estragadas por enfermedades importadas desde todos los siglos (gonorrea, sífilis, consumismo envilecedor, arrogancia ridícula y miserable), bebedores empedernidos de caña, desolación,… desintegración moral… Nada es más elocuente que el “progreso” que han vivido los maracuchos., que andan locos por embarcarse en el autobús sicodélico del patuleco de las mil rayas pitiyanquis.
Hay cientos de miles de maracuchos que les importaría un comino si el Puente sobre el Lago de Maracaibo en lugar de llamarse Rafael Urdaneta le colocarán el nombre de Nixon Moreno.
Se sentirían mucho más identificados con este violador que con insigne general en jefe, que idolatraba a Bolívar. Para mí que hay cientos de miles de maracuchos que adoran más a Santander que a Bolívar.
¿Cuántos se volverán locos por besarle los pies al paramilitar de Uribe?, coño.
Eso es lo que trae ese progreso que anda pregonando Capriles, la moda de los sifrinismos lacayunos, la misma que arrasó con todos los pueblos a los que llegaron las compañías petroleras con las mariqueras sofisticadas de la tecnología de punta y de puta: Roblecito (cerca de Las Mercedes del Llano), Cabimas, la misma Maracaibo, muchos pueblos de Monagas y Sucre.
Que en el Zulia, badulaques de la catadura de Manuel Rosales, Mazuco o Pablo Pérez sean hombres que arrasen en las elecciones, es como para llenarse de pavor, de una indecible arrechera. Tristemente esos seres tan simples, se llaman venezolanos, pero en verdad no tienen nacionalidad, no tienen un coño en la cabeza ni en sus tristes y deplorables aguacates. A ellos todavía no les ha llegado la historia sino Batman, Mickey Mouse o Tarzán. Son seres profundamente obnubilados por embeberse en sus propios ombligos, estupidizados por la explotación que en esas tierras impusieron los gringos.
El Zulia, vino así, a convertirse en un filón de mierda, con sus reinas adorables como la mujer de Rosales. Qué coño podrá tener en la cabeza alguien que vote a esa señora que es la madre de la vacuidad más insulsa que quepa imaginar.
En Zulia ha sido siempre tierra de nadie. Fue la última región que se independizó de los españoles y no porque sus habitantes lo quisieran, sino porque llegaron fuerzas coaligadas poderosas del centro, del oriente, de los andes y de la Nueva Granada.
Y para mayor desgracia revientan allí la más pavorosa explotación petrolera y pasan entonces directo de la más absoluta abulia patria al servilismo de las superdotadas ranas plataneras del Norte. Pareciera aquella región destinada a convertirse en otro Panamá, y si los gringos hubiesen puesto el suficiente interés en arrancarla de Venezuela, durante el mandato de Gómez, hoy casi todos esos zulianos se sentirían felices.
Puertorriqueños en su propia Venezuela, a la que no quieren, a la que odia y desprecian.
Qué horrible vaina, carajo, cargar con ese soberano karma.  
jsantroz@gmail.com
   YA SOMOS MIEMBROS DE MERCOSUR
EL CONSUMISMO: ¿UNA ENFERMEDAD? 
por Marcelo Colussi 

En el corazón de las selvas del Petén, en lo que actualmente es Guatemala,
en la cima del Templo IV, joya arquitectónica legada por los mayas del Período
Clásico, dos jovencitas turistas estadounidenses -con ropa Calvin Klein,
con calzado Nike, con lentes de sol Rayban, con teléfonos portátiles Nokia,
cámaras fotográficas digitales Sony, videofilmadoras JVC y tarjeta de crédito
Visa, hospedadas en el hotel Westing Camino Real y habiendo viajado con millas
de "viajero frecuente" por medio de American Airlines, hiperconsumidoras
de Coca-Cola, Mc Donald?s y de cosméticos Revlon- comentaban al escuchar
los gritos de monos aulladores encaramados en árboles cercanos: "pobrecitos.
Aúllan de tristeza, porque no tienen cerca un "moll" donde ir a comprar".

Consumir, consumir, hiper consumir, consumir aunque no sea necesario, gastar
dinero, hacer shopping? todo esto ha pasado a ser la consigna del mundo moderno.
Algunos -los habitantes de los países ricos del Norte y las capas acomodadas
de los del Sur- lo logran sin problemas.

Otros, los menos afortunados -la gran mayoría planetaria- no; pero igualmente
están compelidos a seguir los pasos que dicta la tendencia dominante: quien
no consume está out, es un imbécil, sobra, no es viable. Aunque sea a costa
de endeudarse, todos tienen que consumir. ¿Cómo osar contradecir las sacrosantas
reglas del mercado?

Podríamos pensar que el ejemplo de las jóvenes arriba presentado es una ficción
literaria -una mala ficción, por cierto-; pero no: es una tragicómica verdad.
El capitalismo industrial del siglo XX dio como resultado las llamadas sociedades
de consumo donde, aseguradas ya las necesidades primarias, el acceso a banalidades
superfluas pasó a ser el núcleo central de toda la economía. Desde la década
de los 50, primero en Estados Unidos, luego en Europa y Japón, la prestación
de servicios ha superado largamente la producción de bienes materiales. Y
por supuesto los bienes masivos suntuarios o destinados no sólo al aseguramiento
de la subsistencia física (recreación, compras no unitarias sino por cantidades,
mercaderías innecesarias pero impuestas por la propaganda, etc., etc.) encabezan
por lejos la producción general. ¿Por qué esa fiebre consumista?

Todos sabemos que la pobreza implica carencia, falta; si alguien tiene mucho
es porque otro tiene muy poco, o no tiene. En una sociedad más justa, llamada
socialismo, "nadie morirá de hambre porque nadie morirá de indigestión",
dijo Eduardo Galeano. No es necesario un doctorado en economía política para
llegar a entender esta verdad. Pero contrariamente a lo que podría considerarse
como una tendencia solidaria espontánea entre los seres humanos, quien más
consume anhela, ante todo, seguir consumiendo. La actitud de las sociedades
que han seguido la lógica del híper consumo no es de detener el mismo, repartir
todo lo producido con equidad para favorecer a los desposeídos, detener el
saqueo impiadoso de los recursos naturales. No, por el contrario el consumismo
trae más consumismo. Un perro de un hogar término medio del Norte come un
promedio anual de carne roja mayor que un habitante del Tercer Mundo.

Mientras mucha gente muere de hambre y no tiene acceso a servicios básicos
en el Sur (agua potable, alfabetización mínima, vacunación primaria), sin
la menor preocupación y casi con frivolidad se gastan cantidades increíbles
en, por ejemplo, cosméticos (8.000 millones de dólares anuales en Estados
Unidos), o helados (11.000 millones anuales en Europa), o comida para mascotas
(20.000 millones anuales en todo el Primer Mundo). ¿Somos entonces los seres
humanos unos estúpidos y superficiales individualistas, derrochadores irresponsables,
vacíos compradores compulsivos? Responder afirmativamente sería parcial,
incompleto. Sin ningún lugar a dudas todos podemos entrar en esta loca fiebre
consumista; la cuestión es ver por qué se instiga la misma, o más aún: es
hacer algo para que no continúe instigándosela.

Lo cual lleva entonces a reformular el orden económico-social global vigente.
¡Esta locura no puede seguir así!

Si bien es cierto que en las prósperas sociedades de consumo del Norte surgen
voces llamando a una ponderada responsabilidad social (consumos racionales,
energías alternativas, reciclaje de los desperdicios, ayuda al subdesarrollado
Sur), no hay que olvidar que esas tendencias son marginales, o al menos no
tienen la capacidad de incidir realmente sobre el todo.

Recordemos, por ejemplo, el movimiento hippie de los años 60 del pasado siglo:
aunque representaba un honesto movimiento anti-consumo y un cuestionamiento
a los desequilibrios e injusticias sociales, el sistema finalmente terminó
devorándolo. Dicho sea de paso: las drogas o el rock and roll, sus insignias
de las décadas de los 60 y 70, acabaron siendo otras tantas mercaderías de
consumo masivo, generadoras de pingües ganancias (no para los hippies precisamente,
por cierto).

Una vez fomentado el consumismo, todo indica que es muy fácil -muy tentador
sin dudas- quedar seducido por sus redes. Por ejemplo: los polímeros (las
distintas formas de plástico) constituyen un invento reciente en la historia;
en el Sur recién se van conociendo a mediados del siglo XX, luego que ya
eran de consumo obligado en el Norte, pero hoy ya ningún habitante de sus
empobrecidos países podría vivir sin ellos, y de hecho, en proporción, se
consumen más ahí que en el mundo desarrollado donde comienza a haber una
búsqueda del material reciclado. Por diversos motivos (¿para estar a la moda
que le impusieron?), es más probable que un pobre del Tercer Mundo compre
una canasta de plástico que de mimbre. El consumismo, una vez puesto en marcha,
impone una lógica propia de la que es muy difícil tomar distancia. Es "adictivo",
podría decirse.

Del mismo modo, y siempre en esa dinámica, veamos lo que sucede con el automóvil.
Actualmente es archisabido que los motores de combustión interna -es decir:
los que le rinden tributo a la monumental industria del petróleo en definitiva-
son los principales agentes causantes del efecto invernadero negativo; y
sabido es también que producen un muerto cada dos minutos a escala planetaria
por accidentes de tránsito, inconvenientes todos que podrían verse resueltos,
o minimizados al menos, con el uso masivo de medios de transporte público,
más seguros en términos de seguridad individual y ecológica (un solo motor
puede transportar cien personas, por ejemplo, pero hasta no acabar la última
gota de petróleo no habrá vehículos impulsados por energías limpias: agua
o sol por ejemplo).

Un motor quemando combustibles fósiles por persona no es sostenible a largo
plazo en términos medioambientales, pero curiosamente para los primeros veinticinco
años del siglo en curso las grandes corporaciones de fabricantes de automóviles
estiman vender mil millones de unidades en los países del Sur, y los habitantes
de estas regiones del globo, sabiendo de las lacras arriba mencionadas y
conocedores de los disparates irracionales que significa moverse en ciudades
atestadas de vehículos, no obstante todo aquello están gozosos con el boom
de estas máquinas fascinantes.

En esa lógica entonces, quien puede, aún endeudándose por años, hace lo imposible
por llegar al "cero kilómetro". Todo lo cual nos lleva a dos conclusiones:
por un lado pareciera que todos los seres humanos somos demasiado manipulables,
demasiado fáciles de convencer (los publicistas lo saben a la perfección).
No otra cosa nos dice la semiótica, o la psicología social de cuño estadounidense
centrada en el manejo mercadológico de las masas. De no ser así George Bush
hijo, un alcohólico recuperado bastante poco ducho en las lides políticas,
no podría haber sido presidente de su país en dos ocasiones (gracias a un
video sensacionalista en su segunda campaña presidencial, por ejemplo, que
explotó los miedos irracionales del electorado); o el cabo del ejército alemán
Adolf Hitler no podría haber hecho creer al "educado" pueblo alemán ser una
raza superior y llevarlo a un holocausto de proporciones dantescas.

Pero por otro, como segunda conclusión -y esto es sin dudas el nudo gordiano
del asunto- las relaciones económico-sociales que se han desarrollado con
el capitalismo no ofrecen salida a esta encerrona de la dinámica humana.
El gran capital no puede dejar de crecer, pero no pensando en el bien común:
crece, al igual que un tumor maligno, en forma loca, desordenada, sin sentido.
¿Para qué la gran empresa tiene que continuar expandiéndose? Porque su lógica
interna lo fuerza a ello; no puede detenerse, aunque eso no sirva para nada
en términos sociales. ¿Por qué los millonarios dueños de sus acciones tienen
que seguir siendo más millonarios? Porque la dinámica económica del capital
lo fuerza, pero no porque ese crecimiento sirva a la población. Y ese crecimiento,
justamente -como tejido canceroso- se hace a expensas del organismo completo,
del todo social en este caso, haciendo consumir, consumir lo innecesario,
depredando recursos naturales, y volviéndonos cada vez más tontos, manipulando
nuestras emociones a través de las técnicas de mercadeo para que sigamos
comprando. "Pobrecitos. Aúllan de tristeza, porque no tienen cerca un ?moll?
donde ir a comprar"?

Dictando modas, fijando patrones de consumo, obligando a cambiar innecesariamente
los productos con ciclos cada vez más cortos (obsolescencia programada),
haciendo sentir un "salvaje primitivo" a quien no sigue esos niveles de compra
continua, con refinadas -y patéticas- técnicas de comercialización (propaganda
engañosa, manipulación mediática que no da respiro, crédito obligado), el
gran capital, dominador cada vez más omnímodo de la escena económica-político-cultural
planetaria, impone el consumo con más ferocidad que las fuerzas armadas que
lo defienden lanzan bombas sobre territorios díscolos que se resisten a seguir
ese guión.

Por cierto que, dadas ciertas circunstancias, el "consumismo" irrefrenable
podría ser considerado como una conducta patológica. De hecho en la Clasificación
Internacional de las Enfermedades -CIE- de la Organización Mundial de la
Salud, así como en el Manual de Trastornos Mentales de la Asociación de Psiquiatras
de Estados Unidos -DSM, versión IV- aparece como una posible forma de las
compulsiones. Y desde esa matriz médico-psiquiatrizante pudo llegar a describirse
la "compra compulsiva" como una categoría diagnóstica determinada. "Preocupación
frecuente por las compras o el impulso de comprar, que se experimenta como
irresistible, intrusivo y/o sin sentido. Compras más frecuentes de lo que
uno se puede permitir y de objetos que no se necesitan, o sesiones de compras
durante más tiempo del que se pretendía".

Sin negar que ello exista como variable psicopatológica ("Se calcula que
la compra compulsiva afecta entre 1.1% y el 5.9% de la población general
y es más común entre las mujeres que entre los hombres"), el consumismo voraz
que nos impone el sistema es más que una conducta compulsivo-adictiva individual.
En todo caso, nos habla de una "enfermedad" intrínseca al sistema mismo.
Si las jovencitas del ejemplo con que se abría el presente texto son tan
"estúpidas", frívolas y superficiales, no son sino el síntoma de un trastorno
que se mueve a sus espaldas. Trastorno que, por cierto, no se arregla con
ningún producto farmacéutico, con un nuevo medicamento milagroso, con otra
mercadería más para consumir, por más bien presentada y publicitada que esté.
Se arregla, en todo caso, cambiando el curso de la historia. 

  EL MUNDO CAMBIARÁ, EL CORONAVIRUS LO LOGRARÁ. Desde que el mundo es mundo, los imperios con sus monarquías y con apoyo de las religiones, ...