martes, 30 de octubre de 2018

NO LLORES POR MÍ, BRASILEIRO.
Rafael Pompilio Santeliz
Brasil, fue catalogado como un sub imperialismo, desde epocas de dictadura militar, cuando tenía planes operativos, en su vision geopolitica agresiva, de invadir cualquier pais de Latinoamerica pues por sus amplias fronteras tiene límites con casi todas las naciones. Esta amenaza no es nueva, ya en epoca de independencia, la monarquia portuguesa, mudada a Brasil huyendo de Napoleón, conformó la Triple alianza concentrando tropas en su territorio para ayudar a España en la reconquista de los paises liberados por Bolívar.
El "Orden y progreso" todavía se mantiene en su bandera. Orden del positivismo que justificaba dictaduras porque los latinos necesitamos un "gendarme necesario" al "no saber vivir en democracia". Y "progreso", para quienes destruyeron las tierras de nuestros pueblos originarios, sembrando fábricas y ferrocarriles para el progreso de sus capitales. Brasil, sigue honrando a Comte en sus simbolos patrios. Nada se ha dinamitado del viejo orden.
Ahora con este triunfo, valiendose de fundamentalismos teológicos se inocularon falsas verdades que dieron el triunfo de este neo fascista en el Brasil hermano.
Los perros de la guerra salieron a celebrar con sus armas, dispararando para amedrentar a la población luchadora, recordando los aciagos dias de la dictadura militar. Sicariatos judiciales, campañas de odio influyeron en una crisis social y política, que finalmente es producto de la misma naturaleza del capitalismo. Bolsonaro, fue el resultado de decepciones que como caldo de cultivo para el fascismo, recogieron el descontento que laboratorios de USA lograron sembrar en la población. Lastimoso logro de una deformación de la conciencia anti reformista. El reformismo tiene un techo, las leyes economicas del mercado siguen su curso, si no se da el salto para resolver la raiz de la pobreza, ella se vuelca contra la ineficiencia y la dilación.
Utilizando el ethos cristiano y votantes despolitizados, volvieron a las catacumbas medievales con un discurso primitivo donde se mezcló el macartismo, la xenofobia, el racismo, la misogenia, la homofobia y la promesa de armas para la población, con claros contenidos de autoritarismo social. Perolas de la peor calaña ultraconservadora y reaccionaria.
Se vendió un gigante, un patriota, un mesias enfervorizado por el whatsApp, el mismo que enloqueció a la oposicion venezolana, como arma contra los "bandidos ladrones por un Brasil grande" como el norteamericano.
Un muñeco del imperio es puesto en la cúspide del poder. Personaje insignificante politicamente, un minusvalido intelectual, que propone recetas neo liberales como superación de la crisis orgánica y estructural de un capitalismo rancio que no ha permitido respiraderos.
Se cierne la tenaza Brasil-Colombia sobre la Venezuela soberana. Parece que al final del tunel siempre habrá plomo, como asegura mi paisano caroreño, José Roberto Duque.

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