lunes, 15 de octubre de 2018

ELELEFANTEBOCARRIBAHUGO CHÁVEZMARÍA LEÓN

MARIA LEÓN. “Y EL COMANDANTE NOS DIJO, LAS MUJERES A LA VANGUARDIA”- GUILLERMO CIEZA

María  de Lourdes León Gibori, más conocida como María León, tiene 81 años. Nació en Caracas. Su padre era coronel, su madre, maestra rural de Delta Amacuro. Tiene 3 hijas y un hijo, quince nietos y 16 bisnietos. Participo en la Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), militante política y feminista,  ha sido Ministra de la Mujer. Es parte de la conducción del PSUV. Es una de las mujeres más respetadas e influyentes de la Revolución Bolivariana.

P – ¿Algo más para agregar a su ficha personal?
ML- Soy obrera, costurera. En los tiempos de mi juventud, no se veían bien que una joven saliera a trabajar a la calle y fue entonces que empecé a coser en mi propia casa, como pantalonera.  Trabajaba para una fábrica que me pagaba uno con  veinticinco por cada prenda. Esto lo hice desde los trece años hasta los veintidós. Y fue como trabajadora que me empezó a vincular a la lucha social, e ingrese a los 20 años  al Partido Comunista, y empecé a involucrarme en la lucha social
P-  ¿Y cómo fue que termino en la lucha armada?
ML-  En ese tiempo se hizo una gran lucha para sacar del gobierno al dictador Pérez Jiménez, pero el que lo sucedió como presidente, que se llamaba Rómulo Betancourt,  ya a los cuatro meses que estaba en el poder  estaba deteniendo, reprimiendo y matando obreros en la calle. Y nosotros, la juventud, estábamos muy indignados. Fue en ese momento que llego Fidel Castro al país que venía de derrotar a Batista, y que hace su primera visita oficial a Venezuela. Nosotros y nosotras tuvimos la posibilidad de escuchar su llamado a convertir la Cordillera de los Andes en una nueva Sierra Maestra de  América Latina. Y así fue que muchos jóvenes nos fuimos para el monte. Me incorpore a las FALN, y soy fundadora del frente guerrillero José Antonio Páez, dirigido por el Comandante Pablo.
P – ¿Y usted qué edad tenia?
ML – Tenia 24 años, y yo era de las mayores, porque la más joven cumplió los 15 años en la guerrilla. Yo entonces era una de las viejitas (risas).
P.-  Por aquellos años  las mujeres Vivian una situación de subordinación en relación a los hombres. Pero en las experiencias guerrilleras se producían cambios que tendían a democratizar estas relaciones. Las mujeres asumían mayores responsabilidades. Desde mi experiencia puedo recordar que tuve dos responsables militares que eran mujeres.  ¿Sucedía eso mismo en las FALN?
ML.-  Nosotros fuimos convocadas por Argelia Laya que era la dirigente nuestra y fue Comandanta guerrillera, a subir al monte pero no a combatir directamente. La idea era que ella tenía era que subiéramos a la montaña porque los campesinos no querían que los combatientes  entraran a sus casas y había que hacer un trabajo de alfabetización. Junto conmigo subió otra compañera para hacer contacto con los campesinos y  enseñar a leer. Sin embargo a los cuatro meses se dio una gran ofensiva del ejército del gobierno y se resolvió que nosotras deberíamos ser entrenadas militarmente e incorporadas al destacamento. Pero se seguía pensando en nosotros para tareas como de escuchar la radio, atender heridos y otras tareas de apoyo.  Sucedió que después de esa ofensiva quedamos muy reducidos y muchos de nuestros compañeros empezaron a desmoralizarse. No teníamos comida y estábamos en una situación muy difícil. Se presentó la posibilidad de que se creara una insubordinación. Y fue entonces que el Comandante para levantar la moral nos mandó a las dos mujeres adelante. Yo usaba el nombre de Inés y mi compañera el de Carmen. Y fue entonces que el Comandante dijo: –  “Las mujeres  a la vanguardia”. Unos días después, una noche de tempestad habíamos estado cantando y compartiendo hasta muy tarde.  Los guerrilleros  hablan fuerte solo cuando llueve. Lo días normales hablan bajo para que las voces no se oigan. Al día siguiente nos enteramos que cuatro compañeros hombres habían desertado, así que muy afligidos todos volvimos a marchar y las mujeres seguimos adelante.  Llegamos a un sitio donde estaban los restos de un compañero al que habían matado y allí el Comandante hizo un acto y haciendo referencia a los que habían desertado, nos dijo: “Inés y Carmen, las armas que abandonan los hombres las toman las mujeres”. El Comandante me cedió a mí su rifle y a la otra compañera otra arma, y de allí en adelante fuimos guerrilleras armadas y tuvimos responsabilidades como las de cualquier hombre.
P- La guerrilla venezolana tiene su apogeo en los años 60, pero después tiene un reflujo importante.  Chávez  conoce a sus dirigentes pero no llega a entusiasmarse. Y podría decirse que cuando irrumpe públicamente en la política, ese camino ya no tenía posibilidades. Que sucedió.
ML- Yo creo que cada revolución produce una onda revolucionaria.  Por ejemplo la Revolución Rusa conmovió a la humanidad.  Y en Nuestramericano  la Revolución Cubana también creó un gran impacto. Como ocurrió con la Revolución Rusa el enemigo fue sorprendido. Los norteamericanos con su Doctrina Monroe, pensaban  que tenían controlado su patio trasero. Cuba fue una sorpresa, pero después se generó una contraofensiva en todo el continente, y allí hicieron distintas acciones. Desde mandar a hacer cursos a los militares, establecer alianzas de colaboración entre gobiernos para hacer  más efectiva la represión y hasta  hacer programas de inversión como la Alianza para el Progreso para fortalecer a sus mandatarios amigos.  El golpe de Estado contra el primer intento de una revolución pacífica en América, que fue la experiencia liderada por Salvador Allende en Chile, fue parte de esa contraofensiva. Bueno después vino el golpe militar en la Argentina…
P- Entonces hay que pensar en la declinación de la guerrilla venezolana en un escenario de que todos fuimos derrotados.
ML- Si, es así. Porque si uno estudia las revoluciones se da cuenta que la primera siempre triunfa, pero las que las siguen son derrotadas. Encuentran a un enemigo que está más preparado.
P- ¿Y usted en que momento lo conoció a Chávez?
  1. Yo no había sentido hablar de Chávez hasta que se produce la rebelión militar del cuatro de febrero de 1992. Mi esposo estaba enfermo y había ido a visitarlo un camarada. Cuando aparece en la televisión Chávez rindiéndose, ese camarada hizo un comentario que me dejo muy intrigada. Dijo algo así como: “Hemos perdido una gran oportunidad, ese hombre es un revolucionario “. Y allí me empiezo enterar que algunos militantes del Partido Comunista estaban enterados de lo que iba a suceder ese día.  Como me quede con la duda, me puse a investigar  y como me entere que Chávez era del Estado de Barinas lo llame a un primo que había sido mi padre político y que se llamaba José Esteban Ruiz Guevara. Ese camarada lo conocía a Chávez y entonces me confirma que era un revolucionario. Chávez había sido amigo de sus hijos y este hombre  había formado parte de la gente que lo instruyo, que le prestó algunos libros marxistas. Entonces dio la casualidad que teníamos ese vínculo. Yo no lo vi en la cárcel de Yare, pero si después que salió, y esa conexión mutua que teníamos con Ruiz Guevara nos dio mucha confianza.  Cuando Chávez asumió la presidencia en 1999, me eligió para presidir la  Comisión Nacional para la Atención de las Mujeres.

P-  ¿Cómo vivió el golpe de Estado de 2002?
ML-  Yo siempre veo la parte positiva de las cosas. Soy optimista. No un optimismo bobo, sino un optimismo basado en que desde que por primera vez la clase obrera tomo el poder en 1917 hasta ahora, los cambios de la humanidad son inconmensurables. La vida me ha demostrado que el mundo será socialista. Por eso, trabajo todos los días.  El 11 de abril  teníamos una reunión del  Comando político de la revolución y yo era parte de esa reunión por indicación de Chávez. El tenía un gran aprecio por todas las luchadoras y luchadores de muchos años. Nos respetaba, nos valoraba a los viejos guerrilleros.  Nos convocaron entonces a una reunión que iba hacerse en el despacho de Freddy Bernal. Cuando estábamos reunidos Bernal nos dice que tenemos que irnos para Miraflores porque había una marcha de la derecha que quería ocupar el lugar.  Yo tengo un recuerdo muy fuerte de ese 11 de abril, porque tantos años de militancia nunca había visto un fenómeno que allí se dio. Allí estábamos  arriba de una tarima  donde venían los dirigente a alentar con sus discursos, pero llego un momento en que empezamos a recibir disparos de armas de fuego y en ese lugar muchos caían. Y tengo la imagen de que las personas se limitaban a recuperar los cuerpos pero nadie se movía. Yo  había vivido muchas manifestaciones en que se habían producido disparos, y cuando eso  sucedía todo los que estábamos corríamos a cobijarnos. Pero ese día pasó algo diferente. Nadie se movió. Estaban todos comprometidos con Chávez.  Dispuestos a hacerse matar por la Revolución. Eso fue al anticipo de lo que ocurriría dos días después. Cuando el día 13 la gente bajo de los cerros traía esa decisión.  Yo nunca había visto una cosa tan hermosa. Y así fue que lo rescataron. Fue como un milagro.
P-  En el 2009, Chávez asume definiciones muy fuertes en relación a la mujer. En el acto del 8 de marzo en Caracas denuncia la doble explotación de la mujer, y el 25 de octubre  en Maracaibo se define como feminista.  ¿Usted tuvo algo que ver? Alguien me dijo por allí, que era usted la que le daba los textos para fundamentar estas afirmaciones.
  1. Bueno, yo me siento corresponsable (risas).   Me acuerdo de un primer encuentro donde yo tuve la oportunidad de explicarle a Chávez el asunto de la mujer. Ya se había avanzado con la Constitución utilizando un lenguaje no sexista, con el artículo 88, se crea el Instituto Nacional de la Mujer, pero esto es un proceso y recién empezaba. Estábamos en un acto y me toca hablar antes que él. Y entonces  digo que iba a hacer un comentario que seguramente el Presidente más que nadie iba a poder entender. He hice referencia lo que en algunos discursos había referido el Comandante sobre el dolor que había sentido cuando beso a su mujer y sus hijos dormidos  sin saber que le depararía el destino en la madrugada del 4 de febrero de 1992.  Y le dije que cuando subí a la montaña había sentido ese mismo dolor porque dejaba tres hijas. Y no se las deje a la madre, porque la madre era yo. Y seguí hablando, diciéndole que, nada de lo que hacemos las mujeres se valora. Fíjense que después de la Batalla de Carabobo, cuando fueron a despojar de sus uniformes a los muertos, se encontraron que muchos de ellos eran mujeres. Las mujeres, para defender a la Patria, habían  tenido que disfrazarse de hombre. Cuando termine el discurso, Chávez me dijo: Vaya León,  las mujeres venezolanas más nunca tendrán que vestirse de hombre para defender la Patria.  Irán con sus faldas y su colorete. Me cuentan que ese mismo  día  el Comandante pidió los modelos que iban a usar las soldadas y prohibió que las obligaran a cortarse el cabello. Para mí ese día fue muy feliz. Me dije: “Ya está. Ya entendió”. Todo lo demás que después avanzamos, fue sobre todo su propio mérito. Yo creo que el avanzo más que yo. Leía mucho, conseguía que le recomendaran libros y pedía que le hicieran resúmenes.  Por ejemplo, cuando el planteo lo del Ministerio de la Mujer, hay personas que creen que lo propuse yo. Y a mí no se me hubiera ocurrido. Por mi formación política yo le prestó mucha atención a revoluciones como la rusa y la cubana, y allí no hubo nunca un Ministerio de la Mujer. Eso se le ocurrió a él. Y en él, todo era así. No se iba a conformar con unas pocas frases. Él mandaba a investigar. Y al final sabia más de feminismo que yo.
 P-¿Y usted trabajo mucho tiempo en el Ministerio de la Mujer?
ML- No, eso fue poco tiempo.  La mayor parte de mi trabajo lo hice desde el Instituto Nacional de la Mujer. Allí estuve 11 años. Y desde allí pudimos avanzar bastante, con el apoyo de Chávez, el resto de los dirigentes, no entendía que estábamos haciendo. Él siempre me decía que contaba con él, y era consciente que los demás no apoyaban. Ni los hombres, ni las mujeres del alto gobierno.
P-   ¿Puede haber sucedido que con la mujer haya sucedido algo parecido que con las Comunas, que parecen haber sido una gran preocupación de Chávez, pero que era un tema que en otros dirigentes  generaba resistencia?
  1. Tiene que haber esa resistencia. El  modo de vida comunitario en Nuestramericano ha sido sepultado por los famosos quinientos años de colonización.  Esas son nuestras raíces, pero la colonización barrio con eso. Con su cultura, con la religión. Por cierto que la religión cristiana es comunitario, pero eso no fue lo que llego aquí.  En tiempos de Jesucristo sus seguidores Vivian en comunidad y todo era de propiedad común, pero estas gentes  que vinieron de Europa habían  sido educados en una religión que se había asimilado al imperio y estaba toda deformada. Nuestros líderes y lideresas hemos sido educados en esa formación individualista y los que vienen de la Universidad,  peor todavía. Si se presta atención a documentos que hace el Imperio,  como el de Santa Fe 1  y Santa Fe 2, allí dice que el principal objetivo de intervención son las Universidades.   Hasta que llego Chávez, todos nosotros éramos educados por Santillana, por los españoles. Y no nos dábamos  cuenta.  Francamente yo creo que muy pocos fueron los dirigentes  entendieron que quería hacer Chávez con las Comunas.  Mientras estuvo vivo, presente, acompañaron. Después, cuando ya no está para regañarlos,  hacen lo que siempre pensaron. En todos estos temas es importante el trabajo de formación que tiene que hacer el Partido  Socialista Unido de Venezuela y también tener paciencia. En veinte años tu no cambias una cultura metida a sangre y fuego durante 500 años.
P-   ¿Que ha sucedido con las mujeres venezolanas después de 18 años de revolución?
ML-   Te voy anticipar algo que estoy preparando para un congreso de la Mujer que se va a realizar en la última semana de octubre. A mí me han pedido que presente una ponencia sobre el socialismo feminista. Yo voy a proponer allí que Chávez es el redentor de las mujeres  en el siglo xxi. ¿Por qué digo esto? Cuando empleo esta palabra lo hago para compararlo con el redentor del siglo I. En aquella sociedad, que era la cuna del patriarcalismo,  las mujeres eran  un objeto de recreación, reproducción y lujuria. Jesucristo incorpora a las mujeres en toda su actividad. En todos los milagros  están presentes las mujeres.  Pero quizás su mayor expresión redentora se expresa en el caso de María Magdalena.  Cuando van a apedrearla, el dice “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Lo que estaba diciendo Jesucristo es que esa mujer era igual a todos los demás, sometidas a las mismas reglas y posibilidades de decisión. Es decir Jesucristo les da a las mujeres identidad como personas, como sujetos activos. Con la incorporación de la religión al imperio esa identidad se desvanece, en algunos casos la mujer está peor que en el siglo I. Las llegan a quemar vivas por animarse a pensar con su cabeza.  En la medida que se desarrolla el capitalismo se empieza a pensar en la idea de que los seres humanos se realizan por el trabajo. Si el trabajo es lo que hizo al hombre, las mujeres que no trabajan no tienen la misma condición del hombre.  Son despreciadas. Para resolver este problema a los socialistas no se le ocurre nada mejor que redimirlas sacándolas de sus hogares,  para que hicieran actividad económica, pero sin liberarlas del trabajo doméstico. Es decir doble jornada.  ¿Porque digo que Chávez es el redentor de las mujeres en el siglo XXI?   Porque en artículo 88 de la Constitución de 1999 se reconoce  que todo eso que hemos hecho durante diez mil años es trabajo.  El trabajo en el hogar es trabajo, pero además, como el trabajo de un obrero, reproduce  valor agregado y bienestar social. No pueden decir más nunca que la mujer no trabaja. Seguramente detrás de esta elaboración liberadora hay muchísimas luchas de las mujeres, de las y los socialistas, del movimiento feminista, pero el mérito de Chávez y de la revolución bolivariana ha sido darle fuerza de ley y rango constitucional.
 Caracas, 15 de setiembre de 2018


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