sábado, 23 de mayo de 2015

Néstor Francia / Análisis de Entorno: 

La comunicación política; Un enemigo difícil

– Otros tres factores de influencia en las elecciones parlamentarias

– La conciencia del movimiento popular

– Conciencia propiamente revolucionaria

– Conciencia vulnerable y anti-conciencia

– La comunicación política: un enemigo difícil

– Otra vez sobre la estrategia comunicacional

– La campaña electoral

– Revocatorio de 2004: un modelo de campaña electoral revolucionaria

– Reforzamiento de los más conscientes y el blanco de los vulnerables

– Utilización de elementos simbólicos

– Uso del humor

– Elementos gráficos de fácil apropiación popular

– Presencia organizada y creativa del pueblo en la calle

Ayer habíamos enumerado algunos factores que a nuestro juicio influirán en el resultado de las venideras elecciones parlamentarias. Hablamos de la organización política y social, la situación del país y el liderazgo. Además recordamos, y aquí lo hacemos de nuevo, las instrucciones postreras de Chávez: “¡Unidad, unidad, unidad, unidad!” y “Unidad, lucha, batalla y victoria”.
Hoy continuamos desarrollando este tema, para lo cual nos referiremos a otros tres factores que creemos influirán decisivamente en el resultado electoral.
 1) La conciencia del movimiento popular
Es, por supuesto, un aspecto cuya importancia va más allá del evento electoral. Es el alfa y el omega de la Revolución. Sin este factor, no hay futuro revolucionario.
Justo es decir que la conciencia del movimiento popular es desigual, además que existe lo que podemos llamar una anti-conciencia. En este sentido nos parece que es dado hablar de dos niveles básicos de conciencia del movimiento popular, a saber: la conciencia propiamente revolucionaria: es acaso la principal siembra y el principal legado de Chávez en nuestro país. Su presencia es más trascendente que la dirección revolucionaria, que la organización, que las misiones sociales, que la Constitución, que la soberanía de la Patria, que el Plan de la Patria, que PDVSA, que la Fuerza Armada. “¡Sacrilegio!”, gritarán algunos. Pero la verdad es que ninguno de estos valores y fortalezas que hemos nombrado estará garantizado si no existe un pueblo consciente que los defienda. Eso lo entendió Chávez a cabalidad y actuó en consecuencia. Ya en los albores del proceso revolucionario, el 19 de abril de 1999, Chávez decía: “Sin un pueblo consciente, despierto y en movimiento no hay revolución posible, no hay Mesías, no hay caudillo que pueda conducir un proceso revolucionario. Solo el pueblo y esa es la condición sine qua non para que haya proceso revolucionario”. En esa búsqueda, con ese objetivo, Chávez se convirtió en el gran maestro del pueblo. De allí surgió y permanece un numeroso sector, conformado por millones, que tiene conciencia plena de su papel histórico, un proletariado para sí, decididamente antiimperialista y revolucionario. Numeroso, sí, pero aun no mayoritario.
Es el momento, pues, de hablar del nivel de la conciencia vulnerable. Es un sector del pueblo que estableció una relación afectiva, amorosa con Chávez, pero no la  convirtió en relación racional asumida, plenamente sustentada en la comprensión y apropiación de las ideas, y no en la admiración por la figura individual. Al irse físicamente el Comandante, este sector pasó a ser más susceptible de ser manipulado, de flaquear. Está conformado por aquellos que decían: “yo voto por Chávez, pero no por quienes lo rodean” o “yo voto en las presidenciales, no en las parlamentarias”. Son los que se abstuvieron en 2010 impidiendo que la Revolución alcanzara la mayoría calificada en la Asamblea Nacional. Ese sector sigue allí y si se abstiene una vez más, podemos estar en problemas. Así que una de las tareas es trabajar para que el sector de conciencia vulnerable cruce la frontera hacia la comprensión de la trascendencia histórica de las parlamentarias de este año y se una al pueblo revolucionario militante y de conciencia plena. Si cumpliéramos esa tarea tan solo en un 60%, no habría manera de evitar el triunfo rotundo de la Revolución. En esto jugarán un papel importante la comunicación y la campaña electoral. En cuanto al sector de la anti-conciencia, el que vota tercamente por la oposición, tal vez algún día se transforme. Pero no podemos contar con que eso vaya a ocurrir mañana. Por ahora, hay que tratar de asegurar los votos para ganar las elecciones.
2) La comunicación política
No es necesario insistir demasiado en la importancia de este factor. Hay una vieja frase que proviene de los tiempos del Imperio romano: la mujer del César no solo debe ser honesta, además debe parecerlo. Siempre ha sido así, pero en el mundo contemporáneo se ha profundizado la realidad de que la política es el mundo de las percepciones.
En el aspecto comunicacional, nos enfrentamos a un enemigo harto difícil, que inclusive ha puesto la comunicación social en la vanguardia de sus ofensivas contra naciones y pueblos. Tiene una batería mundial de cadenas televisivas, radiales e impresas, reales o virtuales, que ha complementado eficientemente con el uso de los modernos medios electrónicos y cibernéticos, y con el dominio de un sistema de invasión cultural que funciona todos los días por todas partes. Es dueño además de una larga y probada experiencia en ese sentido.
Todo el sistema mediático del imperialismo y de la oligarquía está puesto al servicio de que la derecha nos arrebate la mayoría parlamentaria. Y hay cosas que deberíamos haber hecho desde hace tiempo y no hemos hecho, como desechar la permanente política comunicacional que hemos bautizado con el nombre de “Eudomar Santos” y que se resume en la frase “como vaya viniendo, vamos viendo”, algo de lo que el Comandante Chávez se quejaba permanentemente, aunque él mismo no pudo resolverlo nunca. Buena parte de que exista ese sector no despreciable de “conciencia vulnerable” y de la sumisión de un universo importante de las clases medias a los designios de la derecha, se debe a que carecemos de una estrategia comunicacional coherente y estable, con objetivos de corto, mediano y largo alcance, con segmentación de audiencias, con diversificación de mensajes, con diferenciación de lenguajes, con un uso adecuado de nuestros medios para que estén globalmente al servicio de esa estrategia. Eso no lo tenemos y todo indica que no lo vamos a tener pronto, no porque nuestro Gobierno no lo quiera, sino porque no lo entiende. En el plano comunicacional estamos en absoluta desventaja. La Verdad y la Justicia están de nuestro lado, sin embargo el enemigo vive imponiéndole sus matrices falsas y manipuladoras a buena parte de la población que está a su merced, desamparada por nosotros. Eso es lo que tenemos y con eso tendremos que lidiar. Esa desventaja podría ser parcialmente compensada con una muy buena campaña electoral, tema que abordamos de inmediato.
3) La campaña electoral
Este será un punto clave para la definición del resultado electoral. La dirigencia revolucionaria viene actuando de manera correcta en lo que se refiere al reforzamiento de la moral, la confianza y la combatividad de la importante parte del pueblo que posee “conciencia propiamente revolucionaria”. Sin este sector activo, en la calle, combatiendo, no hay victoria posible. Pero la campaña electoral tendrá que tomar muy en cuenta al sector de “conciencia vulnerable” y podemos decir que este debe ser el target principal de tal campaña. En eso jugará un papel de primera línea, por supuesto, el primer sector mencionado.
Para nosotros, el modelo de campaña electoral revolucionaria es la que se adelantó en la ocasión del referendo revocatorio (que terminó siendo confirmatorio) de 2004. He aquí algunas características de aquella campaña que deberíamos aplicar este año:
  1. A) La utilización de elementos simbólicos que ayuden a deslindar claramente los campos en pugna ¿por qué no volver a poner sobre el tapete la confrontación entre Florentino y el Diablo, una comparación simbólica que ya el pueblo ha internalizado, que apunta a imágenes y a un lenguaje oral y alegórico de larga data en el país? En ese sentido, se vinculó los símbolos de Florentino y el Diablo a su sustento histórico, la proeza zamorana de la batalla de Santa Inés, que pasó a ser otro poderoso símbolo de la campaña. En tal sentido. Afirmó entonces Chávez: “Fue el pueblo venezolano, como Florentino, comandado por Ezequiel Zamora, quien allá en Santa Inés fue a enfrentar al diablo de la oligarquía”.
Como una muestra más de la coherencia creativa y simbólica de aquella campaña, recordamos que fue en ella que se inauguró el uso del sonido de la diana, que es un llamado, de origen militar, al despertar para las faenas.
  1. B) El uso del humor como una herramienta fundamental. Aquí volvemos a la evocación de la campaña por el “No” en el Revocatorio y a aquellas excelentes cuñas animadas de Florentino y el Diablo, que permitieron explicar de manera gráfica, divertida, sencilla y directa las diferencias entre las propuestas revolucionarias y los planteamientos de la contrarrevolución. Otro elemento vinculado a los usos humorísticos fue el grafismo de la palabra “NO” encerrada en un globo de diálogo, al uso de las tiras cómicas.
  2. C) El diseño de elementos gráficos que sean de fácil apropiación por parte del pueblo y el despliegue de toda la iniciativa popular sin cortapisas ni direccionalidad exagerada. Recordamos de aquella célebre campaña una cosa extraordinaria que vimos en Mérida: campesinos revolucionarios construyeron por iniciativa propia, en la falda de una montaña, un gigantesco “NO” hecho con piedras del lugar y que podía verse a gran distancia. Eso se llama creatividad popular puesta plenamente al servicio de la Revolución.
  3. D) Presencia organizada y creativa de todo pueblo revolucionario en la calle transmitiendo el mensaje electoral de la Revolución. Nos vamos otra vez de recuerdos: grupos revolucionarios que actuábamos en PDVSA La Campiña, organizamos piquetes e hicimos tomas en el cercano barrio de Chapellín, gritando consignas, conversando con la gente y distribuyendo propaganda. Eso debería hacerse desde todas las instituciones y otros lugares de concentración de fuerzas revolucionarias, y copar todos los barrios, fábricas, campos, bocas de Metros, colas de vehículos, etc. Una campaña con omnipresencia callejera del pueblo revolucionario (además de los consabidos y necesario actos de masas)
  4. E) En resumen: una campaña de alto vuelo creativo, concentradamente simbólica, con uso adecuado del humor, que ponga en juego todas las posibilidades e iniciativas creativas del pueblo, con el pueblo revolucionario como protagonista de primera línea y desplegado intensamente en las calles.
Las elecciones parlamentarias son un reto formidable para la Revolución. Si comprendemos esta realidad, con optimismo pero sin triunfalismo, y actuamos en consecuencia, nuestras posibilidades de victoria no son pocas, a pesar de los pesares.

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