viernes, 27 de enero de 2012


El 27 de enero es el día de Cabudare, Capital del municipio Palavecino, Edo. Lara.



Cabudare, está situada en la parte más alta de un valle, casi al pie de la serranía de Terepaima, latitud 10º2´10´´ longitud del oeste de Greenwich 69º15´50´´, 452 metros sobre el nivel del mar.
Cabudare es un pueblo sencillo y con una sociedad moderna y humanizada, hay gente foránea que convive con ellos y progresan juntos, su clima es suave, que en las sierras son frías y cálido en sus valles; en las estaciones suaves marca 18 grados, y cuando el calor es fuerte marca 27 grados. Las tierras de Cabudare son fértiles y con agua abundante en el subsuelo, se cultiva la caña de azúcar, tiene buenos potreros, para ganados vacuno, son excelentes agricultores y comerciantes activos.
Cabudare está cerca de Barquisimeto; tiene mercados modernos y una vida dinámica, con proyección al futuro. Es una experiencia más para usted, conocer, ver y palpar a ese pueblo que surge con sacrificio y con esfuerzos de ellos mismos.
Según la Historia...
Cabudare está llena de sacrificios y de todo heroísmo. Cabudare, es una muestra de valor, del silencio y el sacrificio. Cabudare, es como aquella madre bondadosa, que si no hubiera sido por sus hijos, que aprendieron a valerse por sí mismo estaría muriéndose en el abandono y la indiferencia por tres causas principales el desastre económico, los malos gobiernos y el paludismo.
Cabudare hace muchos años, era una población floreciente, había una sociedad selecta que dio hombres notables al país, podemos citar algunos ejemplos: Juan de Dios Ponte, General Juárez, Ezequiel Bujanda, Vicente Amengual y muchos otros. En la ultima década del siglo, cuando la Francia Revolucionaria iluminó al mundo con la inteligente y civilizada declaración de los derechos del hombre, se fundó Cabudare que ya para entonces había crecido, en edificios y población, y sus comercios progresaba rápidamente, que alarmó de tal manera a los déspotas, envidiosos intrigantes, y atrasados por la frustración y la mente oscura, que decidieron cerrarle y detener su progreso material y espiritual, con fines inconfesables, y en nombre de Carlos IV que gobernaba toda esta parte de Venezuela, y por resolución expedida en Barquisimeto, prohibieron que a Cabudare se le fabricasen nuevas casas y que no quedase sino establecida una sola pulpería, los opresores querían monopolizar el comercio, trataban que Barquisimeto fuese el único centro y que Cabudare quedase bajo el mando del Señorito Feudal Juán José Alvarado; este llamaba indios a los cabudareños.
En Caracas el 19 de Abril 1810, y el glorioso 5 de Julio de 1811, llegó a su fin la humillación más repugnante para los cabudareños. Aquel 5 de Julio, fue la alegría más grande para los hombres humildes que vislumbraron en los albores de la libertad, la esperanza de salir de al ignorancia, del estado humillante de Parias a los que tenía reducidos a la brutal ignorancia, corrupción y la codicia insaciable de los gobernantes, pero las lágrimas de alegría de los cabudareños sé vió de pronto empañada por la mano negra del maligno racista de mente enfermiza, quienes ordenaban arrojarlos a las prisiones y calabozos y muchos sufrieron atropellos, flagelaciones torturas detestables y asesinatos en masa, con el fín de hacer sentir su autoridad destructiva; cometían toda clase de excesos y abusos de autoridad que rebasaban los límites de la tolerancia. Los Cabudareños estaban espantados, esparcieron el temor, llevaron la desolación y la incertidumbre a todos sus hogares, donde las madres lloraban al ver a sus hijos en la desgracia y la esclavitud.
La naturaleza conmovida de ver esos excesos brutales, reaccionó de tal manera, que sacudió el valle de Cabudare con un terremoto en la tarde del 26 de Marzo de 1812, que redujo a ruinas el caserío de Cabudare y la capital Barquisimeto. Los psicópatas y esquizofrénicos al ver rotos sus espejos con bordes dorados al pie de la cama y en las salas donde acostumbraban a excibir sus adornos y encajes reales, estaban aterrados, lloraban, juraban no abusar más de la gente humilde, se golpeaban los pechos, se confesaban y hacían largas oraciones. Entonces dejaron en paz a los Cabudareños y se olvidaron de ellos, y el pueblo de Cabudare impulsado por una fuerza espiritual desconocida y la ayuda invisible de algo indescriptible que no se pude explicar con palabras, animaba el espíritu de los cabudareños para salir adelante y construir la nueva cuidad. Los tiranos refinados y los injertos ardían de envidia y de cólera, se mordían los labios y las uñas, no podían creer lo que estaban viendo, esto alarmó de nuevo a sus verdugos, los chismes de las locas y de sus matones y verdugos corría de boca en boca, por órdenes del alferes Real se enviaron hordas de sicarios y criminales de sangre fría para acabar con las casitas sencillas y débiles, que habían levantado con esfuerzos increíbles los cabudareños después del terremoto, los miserables eran expertos en la destrucción, abrían grandes zanjas y enterraban allí las casas destruidas y sus habitantes.
Cabudare fue convertida en un desierto desolado y triste donde las lágrimas de los sobrevivientes, quienes eran solo las jovencitas apetecibles para la carne real, lloraban desconsoladamente. Los sicarios l atacaban por sorpresa, sembrando la muerte y la destrucción, solo se perdonaba a las mujeres jóvenes. Al día siguiente Cabudare amaneció con un mosquero atroz estaba sembrada de grandes huecos y pozos llenos de cadáveres, como sepulcros abiertos. Solo un hombre grande podía salvarlos, un héroe predestinado, la naturaleza la había encomendado esta misión a Simón Bolívar, quien fue el hombre escogido por la providencia, para arrojar esa basura blanca y purificar el territorio de aquellos raros especímenes que llegan a Venezuela.
Al amanecer del día 10 de Noviembre de 1813, El Libertador Simón Bolívar, marchaba sobre Barquisimeto, con sus soldados bien formado, con la disciplina y el deber para con sus hermanos. En el trayecto habían pernoctado en los Rastrojos, hizo su entrada a Cabudare en medio de una alegría indescriptible, ya desde el día anterior era esperado con asías, muchos querían solicitarle una licencia del Libertador para poder construir sus cabañas, sus casitas en el pueblo. El General Simón Bolívar, ordenó inmediatamente la marcha acelerada del ejército hasta llegar a la Ceiba o mejor dicho, El Jabillo, que todavía existe, cercanas al puente de San Nicolás, en la calle San Juan, dictó y firmó inspirado por el Dios de la justicia y la libertad, un corto pero elocuente decreto, dándole el título oficial a Cabudare de Parroquia Civil, y declarando a sus hijos en posesión de todas las garantías y derechos que le había arrebatado la opresión.

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