miércoles, 26 de septiembre de 2018


CASTRO Y SU RE-LECTURA DE ORLANDO ARAUJO 

–FEDERICO RUIZ TIRADO

Lo sorprendente no es la fluidez y la "serenidad" que sustentaron el discurso de Castro (aunque su discurso tiene algunos "muy bien" intencionados tonos de invocación) al presentar el nuevo mapa de alianzas o de pactos que parecieran sustentar los "motores" del gobierno para desarrollar la economía: esa "tripartita Estado-gobierno-Pueblo y Sector Productivo" -la burguesía revolucionaria- (sic).
Lo sorprendente no es tampoco que haya escogido al brillante intelectual, humanista, narrador y economista venezolano Orlando Araujo (Castro lo llama "profesor") y su obra estelar sobre la caracterización de la Venezuela violenta de los sesenta y hasta haya citado textualmente fragmentos del Capítulo 6; no.
Lo sorprendente tampoco es la extrapolación casi ramplona, insulsa, que en cierto modo la torna cínica frente a las mayorías empobrecidas y desmoralizadas del país, de los enunciados de Orlando Araujo reflexionados hace tantas décadas y en el epicentro de un contexto sociopolítico que Castro no se molestó ni siquiera en aludir, para diferenciarlo incluso de otros, como el vivido por el primer CAP, el de la bonanza, el de la Venezuela Saudita, sobre el cual Alfredo Maneiro y Pedro Duno, dos lúcidos revolucionarios convocaron a las opiniones patrióticas, nacionalistas y revolucionarias de entonces, delimitadas y diferenciadas cada una de ella en sus campos verbales e intereses de clase; o Pérez Alfonso, Uslar, Domingo A. Rangel y otros más.
Lo escandalosamente sorprendente es que Castro nos haga pasar por bolsas, por pendejos y desmemoriados.
Lo perversamente sorprendente es que mencione a Chávez como quien nombra a un tío segundo en la sinuosa genealogía de la revolución bolivariana: un pariente lejano, un "curioso que había leído mucho y ciertas cosas", como alguna vez, en uno de esos programas que hace en patios con árboles y gente en plena faena, el mismo Castro lo calificó para distanciarlo de su condición de pensador y constructor profundo y denso del modelo que hoy abandona un sector declaradamente socialdemócrata del gobierno de Maduro, a propósito de no recuerdo cual autor y cual obra que leía Castro en ese momento y la sacó a relucir en la escena de sus vacas y siembras: sí, él, Castro (Soteldo, claro), el Comandante Wilmar, o Wilmer, como todavía le dicen; el letrado, el viajado, el intelectual, el ilustrado de todos los militares que crecieron al lado del Comandante Chávez; Castro Soteldo, el estudioso y políglota que, dicho sea de paso, también se distancia de igual modo y a veces ostentando sus donaires de "hombre de mundo", de su estilacho "yupi", de hombres y dirigentes como Diosdado Cabello, como para que nadie lo confunda con el "tufo" gorilista que históricamente acompaña a ciertos hombres de la Fuerza Armada.
Pues bien: ya está dicho: al menos ya el país completo, no sólo la burguesía, los chinos, los rusos y los gringos, saben por dónde es que se va armar el lego del "nuevo comienzo".
El pueblo también lo sabrá, si es que no lo sabe ya, en el momento preciso.
Palabra que sí!

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