¡Nunca fue tan hermosamente negra la aurora!
Hoy 12 de septiembre de 2017 partió físicamente la luchadora social Epifania Sánchez.
Hoy 12 de septiembre de 2017 partió físicamente la luchadora social Epifania Sánchez.
SIEMPRE PRESENTE... FOTO QUE LE TOME EN EL ENCUENTO EN HOMENAJE POR LOS CAIDOS MASACRE DE YUMARE. EN LA FOTO APARECE CON TANIA MENDOZA, HIJA CARMELO MENDOZA.
FOTO DE ALBERTO ROLLAND.
FOTO DE ALBERTO ROLLAND.
Era como la punta de un iceberg que bajo la superficie de la mole aguardó la oportunidad para emerger cuando las aguas se calentaron. Epifania Sánchez fue una trabajadora doméstica, obrera, una mujer de barrio. Vivió en Los Sin Techos en El Cementerio en los años sesenta. Fue militante de la Juventud Comunista y le salió al paso al llamado de los tiempos para combatir la furia represiva del betancourismo. Se fue a las montañas de Falcón, tomó su fusil y se hizo guerrillera. Quería el poder para el pueblo. La negra Aurora era la parte más visible de un torbellino: el epicentro de un huracán en movimiento. Nada la detenía. Avanzaba en multitud. A su paso íconos y murallas son derribados. Su voz sigue siendo un eco que retumba y se multiplica.
Las huellas de sus botas están indelebles en cada espacio de la Sierra falconiana. Junto a Conchita, Trina, Miguel Noguera, César Aray, Arcadio Martínez y su tío Arcadio Pérez Martínez y tantos otros que quedaron sembrados en nuestras montaña, reivindica la estirpe humana. Cuando mujeres revolucionarias de la talla de la negra Aurora caen otros combatientes ocupan de inmediato su puesto y enarbolan su bandera. Al morir, nunca se van del todo: quedan flotando en el aire y su espíritu alienta el alma de los pueblos que luchan. Dejan de ser “yo” y se convierten en “nosotros”. Toman el cielo por asalto y siembran de horizontes los poblados. Construyen nuevos senderos de esperanza. En palabras de José Martí: “Otros lamenten la muerte necesaria: yo creo en ella como la almohada y la levadura, y el triunfo de la vida. La muerte da jefes, da lecciones y ejemplos, la muerte nos lleva el dedo por sobre el libro de la vida: ¡así, de esos enlaces continuos invisibles, se va tejiendo el alma de la patria!”. Nunca fue tan hermosamente negra la aurora como cuando Epifania Sánchez amó profundamente la patria de Bolívar.
¡Honor y Gloria a la Negra Aurora!
¡Honor y Gloria a Epifania Sánchez!
Las huellas de sus botas están indelebles en cada espacio de la Sierra falconiana. Junto a Conchita, Trina, Miguel Noguera, César Aray, Arcadio Martínez y su tío Arcadio Pérez Martínez y tantos otros que quedaron sembrados en nuestras montaña, reivindica la estirpe humana. Cuando mujeres revolucionarias de la talla de la negra Aurora caen otros combatientes ocupan de inmediato su puesto y enarbolan su bandera. Al morir, nunca se van del todo: quedan flotando en el aire y su espíritu alienta el alma de los pueblos que luchan. Dejan de ser “yo” y se convierten en “nosotros”. Toman el cielo por asalto y siembran de horizontes los poblados. Construyen nuevos senderos de esperanza. En palabras de José Martí: “Otros lamenten la muerte necesaria: yo creo en ella como la almohada y la levadura, y el triunfo de la vida. La muerte da jefes, da lecciones y ejemplos, la muerte nos lleva el dedo por sobre el libro de la vida: ¡así, de esos enlaces continuos invisibles, se va tejiendo el alma de la patria!”. Nunca fue tan hermosamente negra la aurora como cuando Epifania Sánchez amó profundamente la patria de Bolívar.
¡Honor y Gloria a la Negra Aurora!
¡Honor y Gloria a Epifania Sánchez!
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