jueves, 21 de noviembre de 2013

Las próximas elecciones en Honduras

Por Pedro Díaz Arcia
Cuando el Tribunal Supremo Electoral de Honduras convocó hace algún tiempo a los representantes de los nueve partidos políticos que compiten por la presidencia este domingo, con el fin de determinar mediante un sorteo el lugar que ocuparía cada uno de los candidatos en las boletas, un sacerdote católico y un pastor evangélico elevaron plegarias “pidiendo la dirección de Dios” para que la contienda transcurra en paz.
Las elecciones tienen lugar en un país que presenta el mayor número de homicidios del planeta (86.5 por cada 100,000 habitantes) y con una capacidad para investigar el 20% de los crímenes cometidos. Entre mayo de 2012 y octubre de 2013, fueron asesinados 35 candidatos y precandidatos de diversos partidos políticos, de los cuales más del 50% serían miembros del Partido LIBRE que postula a Xiomara Castro, la esposa del ex gobernante Manuel Zelaya; mientras 28 periodistas también murieron asesinados desde el golpe de Estado en junio de 2009, según datos aportados por el Alto Comisionado de la ONU para la Libertad de Expresión.
A esta crítica situación, hay que sumar que patrullas militares han estado en las calles desde principios de octubre, de acuerdo a un proyecto del candidato oficialista, Juan Orlando Hernández, so pretexto de velar por el orden. El Defensor del Pueblo de Honduras, Ramón Custodio, calificó la movilización como “la creación de cuerpos paramilitares de dudosa legalidad”; cuestionada también por organizaciones de Derechos Humanos y otros activistas sociales.
En estas circunstancias, entre llamados a desarrollar la contienda sin fraude, unos 5.3 millones de electores deben asistir a las urnas para decidir además sobre otros tres mil cargos electivos; en una nación en la que el 70% de sus ocho millones de habitantes vive en la pobreza, marcada aún por las consecuencias de una guerra fratricida; convertida desde hace años en un enclave geopolítico estadounidense y donde se asegura que existe la intención del Pentágono de instalar la base militar más grande de la región.
Xiomara Castro y el candidato del gobernante Partido Nacional, Juan Orlando Hernández, encabezan las encuestas en un virtual empate técnico. Este último representa “la continuidad de lo mismo”, palabrería aparte; mientras Castro, el apellido puede ayudarla o perjudicarla, significa el cambio respecto a atavismos ancestrales que frenan las fuerzas productivas en el país y sustentan un viejo estatus de inequidad: con la aplicación de reformas sociales de corte profundamente nacionalistas.
El espectro electoral muestra una amplia gama de posiciones políticas que van desde la derecha tradicional hondureña hasta los seguidores de Zelaya. En tanto, se preparan unos 250 observadores internacionales que seguirán el proceso desde diversos puntos del territorio hondureño. Pero no obstante la firma por parte de los principales líderes políticos de un compromiso para respetar los resultados del proceso electoral, no es posible desechar cualquier duda en un pequeño país que sufrió un artero golpe de Estado contra un presidente electo democráticamente.
Para nadie es un secreto que la trastada golpista contra el presidente Manuel Zelaya, el 28 de junio de 2009, se fraguó con la participación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA); la Agencia de los Estados Unidos para la Cooperación Internacional (USAID); de los grandes terratenientes locales; la élite bancaria y la cúpula militar asesorada por la Embajada estadounidense en Tegucigalpa: como una punta de lanza contra los gobiernos de izquierda o progresistas emergentes en América Latina y el Caribe.
Mientras el golpe de Estado fue condenado por la ONU, la Unión Europea y la OEA, el Departamento de Estado lo definió como un “esfuerzo coordinado entre los militares y algunos actores civiles.”
¿Qué esperaría a Honduras, a mediano plazo, de triunfar este domingo Xiomara Castro y afiliarse con el eje de izquierda prevaleciente en la región?
¿Se repetiría la “concertación constitucional” para derrocarla mediante un esfuerzo coordinado entre los connotados actores que actuaron en 2009?
Honduras es una inmensa base militar estadounidense y difícilmente Washington renunciará a un pedazo de su mal llamado “patio trasero".

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