miércoles, 12 de septiembre de 2012




EL DÍA DESPUÉS 


Si pensamos cómo amanecerá la situación política el día después de las elecciones, debemos considerar varias posibilidades. Veamos.
Primera posibilidad: La Revolución sacó más votos que la oligarquía, y la campaña fue tan marketing que se elevó la conciencia egoísta. En estas condiciones, la Revolución sigue en el gobierno y los oligarcas tienen terreno abonado para impulsar sus planes desestabilizadores.
Segunda posibilidad: la Revolución sacó más votos que la oligarquía, y la campaña elevó la conciencia fraterna y el sentido de sociedad del pueblo. Se comprendió el momento histórico que vivimos con sus peligros y retos, se clarificaron las características principales del Socialismo, éste se convirtió en sueño verdadero de la población humilde. En este caso la Revolución está blindada, los oligarcas no se atreverán a obstaculizar la marcha, se sabrán definitivamente derrotados.
Tercera posibilidad, más que posibilidad es un plan que se despliega en nuestras narices: La oligarquía desconoce el resultado aprobatorio de Chávez. En estas condiciones, la conciencia será la decisiva en el combate. Ahora se ve la importancia  de sacar votos y formar conciencia, de lo vital de los diez millones de votos y las diez millones de conciencias.
¡El cielo está nublado, anuncia tempestad! Los oligarcas no se resignan a perder sus privilegios y su pedestal de semidioses, eso es lo que más los irrita, perder sus privilegios de mantuanos, y que se les iguale a los humildes, a los trabajadores. Se comportan como nobles ofendidos por la Revolución Francesa, por la Guerra de Zamora, por la caída del Zar. Chávez los irrita en el alma, en el inconsciente, su odio es visceral, no hay esperanza de acuerdos ni de buenos comportamientos.
La batalla electoral es parte de una guerra sin cuartel que la oligarquía internacional plantea a los movimientos emancipatorios en cualquier parte donde surjan. Con las elecciones, gane quien gane, no concluye esta batalla, el día después será de cruento enfrentamiento, las poderosas tensiones sociales no se resuelven con lo electoral, éste sólo influye en las características del choque posterior. De allí que sumergirse en las elecciones como algo definitivo, es un error, ellas deben ser preparación del escenario, de las fuerzas para el impostergable enfrentamiento.
Entonces, es importantísimo preparar a la fuerza revolucionaria, organizarla, enterarla, formarla, que sepa las razones sagradas por las cuales luchar, aquellas que van más allá de lo material. Quien lucha por lo material, a quien sólo eso lo mueve, no tendrá la grandeza para la construcción de mundos nuevos, será siempre un oportunista, que abandonará el barco al menor bamboleo.
Debemos preguntarnos, qué recompensa material sería capaz de pagar a los heroicos llaneros que pasaron Los Andes con el Libertador, o la participación en la Batalla de Junín. Preguntémonos qué motivos movilizaron al pueblo en abril, diciembre, a los Héroes del 4.
Nuestra participación debe proponer el cambio profundo en las relaciones humanas, el alto sentido altruista, el amor. Allí la oligarquía se quiebra, y allí la Revolución se crece. Chávez es grande porque propone grandeza espiritual.
¡Con Chávez resteaos!

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