lunes, 1 de julio de 2019

PARÁBOLAS DE CUARTA GENERACIÓN


Luis Britto García

PARÁBOLA DEL JUSTO JUEZ SALOMÓN

Ante el justo juez Salomón concurren dos damas alegando cada una ser la representante de la Patria en disputa.
-Soy la legítima representante-dice la dama de alcurnia- y para probarlo estoy dispuesta a todo: quemar vivo a todo el que no esté de acuerdo, a cortarle los fondos a mi Patria, a robarle todos sus bienes, a impedirle las exportaciones y las importaciones, a imposibilitar que le lleguen alimentos, equipos y medicinas, a matarla de hambre, a hacerla invadir por extranjeros, a minarla con bases militares de ocupación, a desmembrarla en toletes y repartirla entre los invasores.
-A mi Patria no –interrumpe la dama plebeya- métete conmigo, pero con mi Patria no.
-Cómo te atreves, monstruo –dice el sabio Juez Salomón –a pretender representar aquello que quieres ver destruido. Te condeno a  que todo lo que deseas recaiga sobre ti.

PARÁBOLA DEL POLÍTICO ENTREGUISTA

Alguna vez he narrado la historia del traidor Omichún, pero es bueno repetirla porque la principal arma del traidor es el olvido.
Invaden los ingleses el rico y fabuloso territorio de la India, pero como sus mercenarios son inferiores en número deben recurrir a la traición y a la división entre los hindúes.
En la batalla decisiva, el traidor Omichún se vuelve inoportunamente contra sus compatriotas, y los entrega como siervos de los invasores.
En el banquete de celebración del pillaje espera Omichún servilmente su recompensa por la traición que ha entregado su patria a los invasores.
 Uno tras otro llaman los invasores a sus saqueadores, a sus asesinos, a sus genocidas, para recompensarlos con condecoraciones, cargos, porciones del botín.
Omichún espera cabizbajo, cada vez más cabizbajo.
Los invasores reparten las sobras del banquete entre los perros y los sirvientes.
Omichún queda a solas con su conciencia, a solas con lo que jamás ha tenido. 

PARÁBOLA DEL RATERO SANCIONADOR

Ante el Juez concurren en juicio oral el fiscal, el acusado y los agraviados innumerables.
-Señor Juez –expone el Fiscal- el indiciado  lleva paleados más de mil celulares de los agraviados aquí presentes, cada uno de los cuales lo ha identificado como ladrón de la manera más positiva.
-Perdón –retruca el agresor.- Más de 23.000 millones de dólares le han pillado a nuestro país, y a eso no lo llaman latrocinio. Yo no robo, solo  “sanciono” celulares.

PARÁBOLA DE LOS BANQUEROS PILLASTRES

Adoptan los banqueros pillastres la costumbre alegre de robarse los fondos que le depositan los países ingenuos.
Adoptan los países ingenuos la costumbre de no depositar más sus fondos en los bancos, y desde entonces no hay más países ingenuos, ni bancos.

PARÁBOLA DEL TERCER HOMBRE

Esta parábola la cuenta Carol Reed en su película El Tercer Hombre. En la Viena devastada por la Segunda Guerra Mundial el especulador Harry Lyme –interpretado por Orson Welles- mientras sube y baja en la Rueda del Parque  de Diversiones del Prater, justifica ante un amigo que su negociado en el mercado negro impida que los niños enfermos dispongan de antibióticos que los salven de enfermedades fatales: “En el Renacimiento hubo traición y crimen, pero fue una época que dejó un legado artístico asombroso. Mientras que en medio milenio de paz y orden, los suizos sólo han inventado un reloj que hace cucú”.
El paciente interlocutor deja al traficante, visita un hospital, ve morir  niños que no reciben medicinas por culpa del provechoso negocio del amo del mercado negro, y denuncia a la policía dónde pueden encontrarlo. Harry Lyme muere como una rata, cosido a tiros en los albañales de la Viena destruida por los bombardeos. En la película no figura el parlamento del policía que lo remata: “Ningún especulador con  medicinas pintó ninguna Capilla Sixtina”.

PARÁBOLA DEL  EMPERADOR AUTOPROCLAMADO

El pueblo chino se subleva a principios del siglo XX contra los Emperadores de la Ciudad Prohibida, y pone en la calle a los inútiles descendientes de una dinastía inútil que no supo defender su país cuando los ingleses le declararon la guerra para obligarlos a comprar opio.
Los invasores japoneses quieren apoderarse de China, invaden Manchuria, y con bombos y platillos autoproclaman Emperador del Manchukuo a Pu Yi, el más inepto vástago de la dinastía depuesta.
El títere se pasea entre nubes de incienso y de adulación que le impiden advertir la aproximación del Ejército Rojo, que expulsará de China a los japoneses y dejará para el Autoproclamado el exigente puesto de jardinero. 
Mejor cabeza del pueblo que títere de invasor.  

PARÁBOLA DE LA AMENAZA

Trato de tumbarte con golpe de Estado. Te bloqueo los repuestos para tus equipos militares. Financio ONG´s que te espían, te sabotean, te difaman. Te invento procesos amañados por supuesta violación de Derechos Humanos. Te envío embajadores que pretenden enseñarte lo que debes y lo que no debes opinar. Te espío las comunicaciones con los correos electrónicos, las redes sociales y los satélites artificiales. Te calumnio con todos los monopolios que dominan la información. Armo conjuras internacionales para derrocar tu gobierno y aislarte. Te rodeo de bases militares. Aliento  países  limítrofes o hemisféricos a invadirte. Promuevo agresiones con paramilitares y magnicidios con drones teledirigidos. Armo conjuras de sobreproducción para bajar los precios de tus exportaciones. Me robo tus bienes en el exterior. Presiono a las calificadoras de riesgo para que los créditos que pidas tengan las tasas de interés más altas del planeta. Prohíbo a mis ciudadanos y a los de todo el mundo comerciar contigo. Desconozco tus autoridades elegidas y trato de suplantarlas con títeres. Invento que padeces de crisis humanitaria como pretexto para una invasión humanitaria. Propicio el sabotaje de tus acueductos, de tus carreteras, de tus plantas eléctricas, de todos los servicios públicos. Trato de sobornar para que te traicionen a tus funcionarios y tus militares. Declaro que eres una amenaza inusual y extraordinaria para mi seguridad.   

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