lunes, 8 de julio de 2019



Para los que llegaron tarde, como decía la comiquita de El Fantasma.
¿QUÉ ES ESO QUE LLAMAN "PROCESO”?
Rafael Pompilio Santeliz

La imagen puede contener: texto

Los procesos en América Latina, mas que realizaciones acabadas son constructos, formaciones inconclusas, presentidas e imaginadas y aún por realizar. En Venezuela, lo pendiente y fragmentario empezó con el descubrimiento que fracturó un modo de ser. Creencias y sociedades colectivas pasan a ser sustituidas por estructuras mercantiles con rasgos semifeudales, ya superados por Europa, basados en la servidumbre y la esclavitud de la mano de obra indígena y africana. Así somos atados por los designios de la colonia con posteriores cambios de amos por deudas acumuladas por una “independencia” también truncada. Se edifica un Estado Nacional pétreo y Oligárquico por encima de la Nación del corazón. Con himnos, moneda única, bandera, límites y fronteras nos separaron de la Patria Grande. Instituciones y Constituciones censitarias nos apartaron de nuestra esencia de pueblo que decide y predominó la élite excluyente.
En nuestro continente se han dado diferentes experiencias que son necesarias recordar para poder caracterizar el momento que vivimos, sobre todo porque las categorías de análisis que poseemos son insuficientes para nuestros tiempos. Los conceptos debe abrirse, entender sus evoluciones; nada es estático. En todo caso, vale crear distinciones que permitan acercarse al objeto de estudio. En ese sentido, el escritor Sergio Aranda, utiliza la categoría Modo de Desarrollo para buscar explicar procesos contemporáneos de algunos países latinoamericanos. Creemos que ella puede ser válida para explicar algunas situaciones que se presentan en el caso venezolano.
Se entiende por modo de desarrollo “al conjunto articulado de ideas, instituciones, políticas y legislaciones, que definen una estrategia de cambio económico y social. Para ponerla en práctica es preciso que se lleve a cabo dentro del Estado. Las transformaciones son siempre conflictivas y contradictorias en sus resultados. Adicionalmente, el logro de los objetivos va modificando lentamente las estructuras iniciales, en términos políticos, económicos, sociales y culturales y creando contradicciones y desequilibrios, hasta hacerlos incompatibles con el modo de desarrollo vigente. Ello se expresa en forma de crisis, que afecta a todo el sistema”.
Esto podría ilustrar parte de lo que ha ocurrido. Si bien la categoría marxista de la dominancia de la base económica sobre la supraestructura nos confirma que el poder real lo tiene el capital o la propiedad privada de los medios de producción, la relación pudiera revertirse al tomar el Estado grupos no tradicionales que impulsen transformaciones por el modo de desarrollo instrumentado dentro del capitalismo. Situación que a la larga pudiera desencadenar otras decisiones. Recuérdese que en Venezuela las industrias básicas están en manos del Estado y significan un poder económico considerable, esto además de ser el mayor empleador, lo que le da una notable capacidad de penetración social.
Estos grupos no tradicionales que han tomado la supraestructura estatal vienen de un proceso, que si bien no es objetivo de este trabajo detallar, es necesario precisarlo para entender su posible proyección. Algunos puntales que marcan la emergencia de estos sectores estarían en:
1. El trabajo que desarrolló la izquierda desde la década de los 60, aún con sus tumbos e incapacidades, ha sido continuado por la constancia y el relevo de grupos que han perseverado en el discurso radical. En 40 años, si bien la democracia representativa desapareció a casi una generación de luchadores, la idea, la resistencia, la herencia cultural y sanguínea ha dejado frutos. Recuérdese además, la incidencia que tenía la izquierda en los grupos nacionalistas que protagonizaron El Porteñazo, El Carupanazo, y que por muchos años la izquierda tradicional siempre tuvo una aspiración golpista. Sobre esta pretensión se mandaban a estudiar a jóvenes influenciados por la izquierda a los cuarteles y en los cuales pudo mantenerse, por lo menos, el ideal patriótico.
2. El constante discurso neoliberal y la puesta en práctica de paquetes que han significado la restricción paulatina del gasto público. Si bien el modelo neoliberal planteado sólo se ha puesto en práctica de manera tímida, por el temor a la ira popular y a perder los votos que ellos representan, él siempre significó una amenaza latente que las masas populares esperaban con angustia e incertidumbre. La respuesta que dieron los sectores populares el 27 de febrero de 1989 es parte de este sentimiento represado y que por demás marcó un hito en el desenvolvimiento posterior de la política venezolana.
3. El avance del fenómeno de la globalización, la desfronterización, el proyecto de grandes áreas de libre mercado, el peligro de la pérdida de identidad nacional, la fuerza centrífuga que atomiza países pero que a la vez los une por la defensa de su soberanía y su historia, sería otro indicador de la irrupción nacionalista.
4. El proyecto neoliberal de convertir los ejércitos profesionales en simples policías antidroga, hizo que los sectores militares se adhirieran mas al ideal patriótico de vocación soberana. La agudización de la crisis nacional, la corrupción descarada permeó a una promoción muy particular de oficiales patrióticos, que ya tenían tiempo organizando la conspiración.
El impacto de lo que conocemos como 'el proceso de globalización' también incidió en nuestros militares: Desde los comienzos del proceso de 'profesionalización' de las fuerzas armadas latinoamericanas, en la segunda o tercera década del siglo XX, la preocupación por la 'seguridad nacional' entre los militares los llevó a señalar la responsabilidad del Estado de garantizar, más allá de lo que corresponde directamente al estamento militar, otros requerimientos de una exitosa defensa de la soberanía nacional. Inicialmente, aceptaban con agrado las iniciativas diseñadas a promover una industria nacional por cuanto abrieran perspectivas de sentar las bases de una industria bélica, conscientes como estaban de que unas fuerzas armadas que dependieran del exterior para el abastecimiento de repuestos difícilmente podrían cumplir con su cometido en caso de cualquier conflicto prolongado. De allí una larga tradición de preocupación por las industrias 'estratégicas', que evidentemente cuadra mal con el afán neoliberal de quitarle al Estado cualquier ingerencia en el ámbito productivo y provoca suspicacia frente aquel debilitamiento del Estado nacional que es la contracara del proceso de globalización.
Es necesario entender que en nuestro devenir hemos tenido un acumulado histórico como condición objetiva, él nos ha obligado a ingeniarnos cómo resolver la subsistencia, cómo sobrevivir, en primer lugar.
Luego, otros, con mayores niveles de conciencia han resistido de variadas formas hasta buscar transgredir el orden, ideando atisbos de otros modelos de vida que en esencia son poscapitalistas. También las luchas del pueblo por la sobrevivencia, la resistencia y la subversión, han mantenido el ideal socialista y comunista en el mundo entero. Aquí lo que hay es una historia (o muchas) que nos avisa que hay un pueblo que lucha y que pretende sobrevivir. De esta precisión se derivan muchos procederes.
El proceso bolivariano no es una sola cosa, es un collage de tendencias, opiniones y pensamientos, donde cabe Chiapas, Bolívar, San Martín, Chirinos, Miranda, Martí, Artigas, y cabe Cristo junto a Martín Luther King y Lutero, incluyendo a Galeano, Benedetti y Neruda. Mas allá de ser un sincrético modo de vivir, es que hay algo en esencia mas profundo, y es que se busca que quepamos todos los que de alguna u otra manera queremos vivir en un mundo mejor.
La revolución bolivariana es parte de un proceso, no hay nada acabado ni concluido, es necesario entenderla desde esta complejidad. “Proceso” equivale a conectarse con los sueños incubados por las vanguardias populares que han dado fisonomía y sentido en los intentos pasados de emancipación. “Es una palabra-código para identificar al conforme o al inconforme. Hay una distancia entre los ideales buscados y el presente que se edifica, dando un sentido de una historia que se construye desde múltiples lugares y tiempos. Es un quehacer colectivo y abierto, con una línea de múltiples destinos y caminos que se van entre tejiendo y construyendo en un bordado donde se diseña el nuevo tiempo. Es una historia sin guión, una fabricación procesual donde nuevas subjetividades empiezan a darse permiso para manifestarse. Acorde a los rápidos cambios de los nuevos tiempos, donde se llega más temprano a definir en hechos y palabras nuestras posturas frente al capital. Es un camino que no termina de descubrirse en forma plena, es suma de acontecimientos de rápidas redefiniciones” (Denis, Roland, 2005)
Esta transición es un proceso necesario para la acumulación de fuerzas y la recomposición del tejido social altamente deteriorado por los efectos del capital. Se trata de elevar el grado de conciencia revolucionaria con una organización flexible en función de la unidad de acción. Construir una nueva hegemonía democrática, con una mayoría conciente y organizada que ejerza intransferiblemente el poder popular revolucionario y controle las decisiones fundamentales de los órganos administrativos, lo que supone consenso y conducción ético política de la sociedad.
La expresión de esa conciencia se expresa inconscientemente, en las expectativas de vida. Ahora, ¿a quien le corresponde conducir un país y que significa esto en términos de democracia alternativa?. En un país donde hay elecciones, corresponde a quien es capaz de leer en el ambiente las necesidades de la gente, de proponer un plan para lograrlo, saberlo comunicar y poner a trabajar a todos en lo mismo. Una vez conquistado el poder, lograr mantener la fe, saber escuchar las necesidades de cambios y revisiones para mantener la credibilidad. Sin embargo, debe haber una relación dialéctica entre el líder y la masa. El papel del individuo en la historia está más signado por la casualidad. Es un producto de las necesidades de las masas. En ese sentido, el líder es más consecuencia que causa, es un producto de la necesidad histórica. Él se va forjando al calor de interpretar las reales anhelos populares, a la vez que sufre continuas transformaciones que consolidan su conciencia como producto de su práctica, si es revolucionaria.
La lucha contra el imperialismo, la lucha por la liberación nacional es la primera tarea clásica que cualquier socialista debería enfrentar en Latinoamérica. Esto implicaría un profundo conocimiento y compromiso con las banderas patrióticas, democráticas y de liberación.
La conciencia antiimperialista se puede decir que es muy nueva en nuestro país. La mentalidad pitiyanqui y la admiración hacia nuestro enemigo principal se había sentado plácidamente en muchas mentalidades colonizadas. Si no había un rechazo al imperialismo menos se tenía una conciencia del socialismo como alternativa ante nuestros males. Empieza en Venezuela una noción del país que queremos, pero es incipiente y difusa. Si lo que queremos esta poco claro, ni para qué hablar de cómo conseguirlo. Socialismo, democracia, bolivarianismo, chavismo... hay una mezcolanza de términos en torno a nuestro proceso.
Bajo estas realidades tan cambiantes necesario es reeditar el concepto de REVOLUCIÓN EN LA REVOLUCIÓN. Es indispensable impulsar un proceso de rectificación y de cambio de mentalidad. Instigar la suspicacia, la contraloría social, ahondar en el imaginario del poder popular hasta hacerlo real
La mayoría de los movimientos toman el poder para implantar otro poder sin que el pueblo tome las riendas. Conciben el poder como una cosa que se puede “tomar” en un rápido asalto. La experiencia histórica enseña que por lo general el Estado es reducido a una maquinaria policial-militar, subestimando las trincheras y refugios de los grupos económicos, mafias sindicales, medios de comunicación, escuelas, etc., que cumplen funciones hegemónicas y moldean el sentir y pensar de la población. El reformismo continuado generaría una profunda frustración popular difícil de superar en mucho tiempo. Esto porque está formado por parchos endebles, tiene su techo, y las leyes del capital siguen su curso implacable, pese a “las buenas intensiones” que por timoratas no enfrentan la contradicción capital-trabajo como el eje fundamental a resolver.
Las concepciones evolucionistas y reformistas no aprecian correctamente el nexo entre reforma y revolución, el vínculo dialéctico entre la acumulación gradual de fuerzas y el salto revolucionario. Se deja al empirismo el desarrollo y resolución de las contradicciones y se abandona o se subestima el esfuerzo por construir la subjetividad revolucionaria, con su complejidad étnico-cultural. Es preciso ir creando una nueva racionalidad que permita vislumbrar otro modelo civilizatorio menos occidental. Un cambio de modo de vida que vaya moldeando el tejido social consustanciándolo con lo colectivo, lo comunal, lo socialista.
Es prioritario romper con la mentalidad socialdemócrata, desprenderse de una manera de hacer política que nos ha infiltrado hasta el tuétano y a la vez romper con las concepciones de una izquierda tradicional que no hace balances ni aprende de las lecciones del pasado. Con la permanencia de estas mentalidades no se destruyen los fortines construidos por las élites que reproducen la dominación. La mayoría de la vieja izquierda no ha podido romper con las concepciones del marxismo soviético y sus múltiples derivaciones metodológicas y organizativas.
Otro obstáculo a superar es la instrumentación tecnocrática y economicista. La lectura mecánica de las transformaciones, basada en la premisa de que la existencia social determina la conciencia y en consecuencia, con un cambio en la base material de existencia haría aparecer cambios en la conciencia social. Una de las conclusiones de tal enfoque, es la priorización del desarrollo de las fuerzas productivas con un enfoque tecnocrático, subestimando el papel de las relaciones de producción (formas de propiedad, relaciones mercantiles, división del trabajo) y los valores y costumbres, de los actores involucrados en el proceso.
Para quienes jerarquizan la práctica como la particularidad de la contradicción estiman que los procesos sociales se hacen, se construyen, andan, y luego, a la final, es que se analizan como preámbulo de una teoría revolucionaria. Para otros, moldeados sobre la teoría leninista, afirman que sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario, y consecuencialmente se le da “palo a todo mogote” para mantenerse en el poder en un tacticismo sin estrategia, del poder por el poder mismo.
Habría que actuar sistemáticamente y al unísono; teoría y práctica en un proceso dialéctico que genere conocimiento, visión estratégica y logros concretos para tener algo que defender para continuar un proceso en el cual una vida no basta para ver plasmado todo lo que hemos soñado.

No hay comentarios:

  EL MUNDO CAMBIARÁ, EL CORONAVIRUS LO LOGRARÁ. Desde que el mundo es mundo, los imperios con sus monarquías y con apoyo de las religiones, ...