De las armas al disenso en Oslo – PÁGINA12
Por Marco Teruggi
Maduro dijo sobre el diálogo: “Costó mucho llegar a Noruega,
varios meses de negociaciones”.
Desde Caracas
De las ametralladoras a los acercamientos en Oslo y la falta
de acuerdo. El panorama se ha modificado en un mes en Venezuela. El 30 de abril
en la madrugada era el intento de golpe militar encabezado públicamente por
Juan Guaidó, el prófugo Leopoldo López, acompañado por varios diputados de la
Asamblea Nacional. Desde hace varios días el escenario se ha trasladado a la capital
de Noruega, donde el chavismo y un sector de la oposición han mantenido inicios
de diálogos.
Existe una relación directa entre los dos momentos. La
incapacidad político-militar del 30 de abril obligó a la derecha a iniciar el
reconocimiento público del adversario en un espacio de diálogo. El plan de esa
madrugada no funcionó. ¿Cuál era? Liberar a López por la puerta grande, ponerlo
junto a Guaidó al frente de un levantamiento donde debían plegarse cuarteles,
altos mandos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb), sectores
institucionales, y desencadenar una masividad popular como una ola hacia el
Palacio de Miraflores.
En los hechos lo único que sucedió fue López, Guaidó,
algunos diputados y dirigentes, unos cuarenta hombres en armas, el jefe del
servicio de inteligencia, cinco mil personas en las calles, seguido de huídas a
varias embajadas.
A partir de allí se multiplicaron especulaciones. Una de
ellas fue que había sido una trampa tendida por quienes, según Elliott Abrams
–el encargado especial de Estados Unidos para el caso Venezuela– se habían
comprometido. Abrams señaló entonces que formaban parte del esquema el
comandante en jefe de la Fanb, el presidente del Tribunal Supremo de Justicia,
y el jefe de la Guardia de Honor Presidencial. Existía, afirmó, un acuerdo de
quince puntos que nunca fue difundido, ni confirmado, como tampoco la supuesta
participación de quienes señaló. Al contrario, aparecieron en sus respectivas
funciones y al lado de Maduro.
Los medios de comunicación aliados al intento de
derrocamiento del presidente Nicolás Maduro cuestionaron abiertamente la
operación del 30 de abril. Pusieron en tela de juicio no solamente a la derecha
venezolana sino también a los actores de la administración de Donald Trump y
las tensiones internas: el presidente norteamericano estaría a favor de una
salida con diálogo, mientras que el eje John Bolton y Mike Pompeo estaría
dispuesto a avanzar en una escalada militar.
Las especulaciones, aún presentes, se vieron modificadas por
la información sobre el primer acercamiento en Noruega, trascendido de manera
extraoficial hasta ser reconocido el 17 de mayo. Guaidó se vio enfrentado a
acusaciones de sus filas que lo señalaron de haber manejado la ida a Oslo sin
informar a otros sectores de la oposición y, en consecuencia, de tomar en
consideración la posibilidad de modificar el orden de los pasos que prometió
desde el primer día: cese de la usurpación, gobierno de transición, elecciones
libres.
El 28 de mayo tuvo lugar el segundo acercamiento en Oslo. El
autoproclamado presidente mantuvo su discurso con tono de ultimátum, reforzado
por hombres de su partido Voluntad Popular, como el enviado a Estados Unidos,
Carlos Vecchio, prófugo de la justicia, quien afirmó: “Todas las opciones pasan
por la salida de Maduro”. No habría nada que negociar salvo la forma y el
destino de la partida de Maduro.
El día 29 el Ministerio de Asuntos Extranjeros de Noruega
–que pidió máxima precaución en la reserva de los resultados– informó a través
de un comunicado que en la reunión fueron abordados temas económicos, políticos
y electorales.
La resolución pasaría en parte por elecciones. ¿De qué
instancia, en qué momento y con qué condiciones? Es parte del debate sin
acuerdo. La otra dimensión central es la económica: Venezuela es una economía
bloqueada por Estados Unidos que busca generar una asfixia. “Es como en Star
Wars, cuando Darth Vader ahorca a alguien, eso es lo que estamos haciendo
económicamente con el régimen”, explicó de manera gráfica el asesor de seguridad
norteamericano, Bolton. El objetivo es ahora golpear el epicentro del plan del
gobierno en alimentación para enfrentar los altos precios: la comida importada
para los Comités Locales de Abastecimiento y Producción.
La situación política nacional del gobierno le otorga una
posición de mayor fortaleza para un diálogo, mientras que la económica lo
muestra en mayor debilidad. Los datos publicados por el Banco Central de
Venezuela dan cuenta de las dificultades: la contracción del PIB desde el
tercer trimestre del 2013 de septiembre del 2018 ha sido 52,3%, la inflación en
el 2015 fue 180,9%, 274,4% en el 2016, 862,6% en el 2017, 130.060,2% en el
2018. ¿Qué márgenes tiene el gobierno con estos números, un bloqueo económico y
financiero internacional y una producción de petróleo que aún no presenta
números de recuperación productiva?
Guaidó anunció no haber llegado a un acuerdo en Noruega y
haber recibido un llamado del vicepresidente norteamericano Mike Pence para
respaldarlo. El gobierno, a través de Jorge Rodríguez, ministro de comunicación
que participó en ambas reuniones de Oslo, afirmó que seguirán trabajando “por
la paz, la concordia, la democracia y la defensa de la Constitución”, en
continuidad con la apuesta al diálogo del chavismo que Maduro explicó: “costó
mucho llegar a Noruega, varios meses de conversaciones secretas”. El
presidente también agregó: “Sean valientes, díganle a su gente la verdad”, en
referencia a Oslo.
Si la derecha que fue a Noruega, subordinada a las
directrices norteamericanas, abandona el incipiente diálogo ¿volverá a las
ametralladoras o un esquema de escalada de violencia? Su discurso la ha
encerrado en una postura de máxima: solo la salida de Maduro será aceptada. El
asunto es que negociar es, entre otras cosas, ceder.