La esposa de José Félix Ribas era tía materna de Simón Bolívar, y se llamaba Josefina Palacios Blanco. José Félix Ribas odiaba a los españoles tanto como su sobrino político (EL GRAN Simón Bolívar). Después que los realistas fusilaran a su marido, doña Josefina pasó siete años (de 1814 a 1820) sin salir de su cuarto, porque gobernaban en Caracas los seguidores de Fernando VII, los mismos que descuartizaron a José Félix Ribas y que colocaron su cabeza en una picota.
Cuando nació Simoncito, el cuarto hijo de doña Concepción Palacios (hermana de Josefina), se pusieron a esperar que pariera la negra esclava Hipólita para que amamantara al infante.
El coronel Juan Vicente Bolívar tenía cuarenta y siete años cuando se casó, mientras que su esposa doña Concepción contaba sólo con catorce añitos. El coronel Juan Vicente Bolívar murió a los sesenta años, dejando cuatro niños huérfanos y una viuda de veintisiete años. Cuando Juan Vicente Bolívar murió, Simoncito tenía apenas tres años.
La vida del coronel Juan Vicente Bolívar fue "eróticamente pecaminosa" (OJO: no lo estamos juzgando). Sencillamente, le gustaban las jovencitas de tersas y exquisitas frondosidades, las nínfulas (recomiendo encarecidamente leer "Lolita" de V. Nabokov). De modo que para que el coronel Juan Vicente Bolívar pudiese entrar purificado al cielo, según las exigencias de la época, había que hacerle nada menos que dos mil misas. Haciéndole una misa diariamente para que pudiera ser recibido por San Pedro, habría requerido casi seis años. Objetivo que no habría podido conseguir doña Concepción quien sólo le sobrevivió cinco.
De su herencia, y para "descargo de su conciencia", Juan Vicente dejó cuatrocientos pesos para los muchachos que dejó por allí regados. Y le pidió protección a la "intercesora y abogada la Serenísima Reina de los Ángeles María Santísima, Nuestra Reina y Señora, para que interceda con su Santísimo Hijo Cristo Nuestro Señor Redentor y perdone mis culpas y pecados…". No se sabe quién llegó a tener más amantes, si el padre o su hijo Simón.
Fueron muchas las mujeres con las que Juan Vicente se refociló hasta los 39 años de edad (antes de casarse). A veces tenía varias a un mismo tiempo. Cuando Juan Vicente tenía 57 años de edad engendró a Simón Bolívar (su último hijo), en el cuerpo de aquella esposa que tenía entonces 24 años.
La primera hija, María Antonia, la tuvo doña Concepción cuando tenía 18 años de edad.
Cuando Simón Bolívar cumple siete años su madre y su abuelo y tutor don Feliciano Palacios y Sojo lo entregan al maestro Simón Rodríguez para que lo instruya y lo forme espiritualmente. Simón Rodríguez dirá: "Educar es crear voluntades". Habría que decir: es crear un gran carácter.
Cuando Bolívar tiene nueve años, muere doña Concepción, y luego el Libertador dirá que la única madre que conoció fue la negra Hipólita.
A los 16 años Simón hace un viaje a España, y prácticamente no sabe redactar una carta ni dominar la ortografía. Llega a Veracruz en 1779. Carlos IV ha dicho: "no conviene que se haga general la ilustración en América". El hijo de Carlos IV será mucho peor, y hablará: "de la funesta manía de pensar", porque tenían la idea estos españoles (todavía la tienen los militantes del PP y PSOE) que la gente se volvía loca cuando pensaba; que la instrucción y el pensamiento no conducen a nada bueno, que eso le había pasado a Juan "La Loca".
En América Latina se impone ferozmente ese temor a pensar. Y no hay nada que se evite más en nuestros países que indagar e investigar. Todo entre nosotros se ha venido haciendo improvisadamente, algo horrible, con un conocimiento muy superficial de las cosas. Si alguien estudiaba matemáticas, se nos decía: "eso es para locos".
Se dijo entre nosotros que la letra entra con sangre. Casi todos los que aprendimos un poquito (durante la IV república) lo hicimos a pesar de la educación que se nos impartió.
El muchacho que fue huérfano de padre y madre a los nueve años de edad, enviudará a los diecinueve: es en ese momento el hombre más rico de América del Sur, pero se siente el más desgraciado. Entonces se entregará a la lectura; devorará bibliotecas y se hará por sí mismo un VISIONARIO, uno de los hombres más genuinamente cultos y valientes del planeta.
Uno pasa casi toda la vida tratándose de arrancar esa cultura bestial que implantaron los españoles en América Latina. Sobre todo esa cultura de la muerte. Recuerdo este pensamiento de Juan Ramón Jiménez: "Herido está de muerte, el pueblo que con sangre se divierte". España lleva siglos gozando con la sangre, y quien más ha estado aberrantemente inspirada en esta monstruosidad ha sido la Iglesia.
Dijo José Martí: "SOLAMENTE UN PUEBLO CULTO PUEDE SER VERDADERAMENTE LIBRE". Hay que añadir también, que la actual educación que se está impartiendo en Venezuela, con una mayoría de maestros incultos y pésimamente formados, está causando un verdadero holocausto mental entre nuestros niños. Y hasta sería preferible, en tal situación, que a esos muchachos no se les mandara a la escuela…
El que no lee y no siente lo que lee, y el que no piensa está perdido…
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