La etapa
superior del voto
Kloriamel
Yépez Oliveros
Estamos en tiempo de elecciones
anticipadas. Si es la primera, la segunda o la última vez que esto ocurre, es
lo de menos; si son o no son mega elecciones, qué más da, en este país desde
hace 20 años, las decisiones electorales son decisiones históricas porque
inciden directamente en los hechos, los inscriben en la historia, la empujan,
la estremecen; no porque se realicen a cada momento y ocasión, no porque a
cualquiera se le ocurra decretarlas tal, según su subjetivísimo criterio; Es
porque desde Chávez y su responsabilidad histórica del por ahora, en este país
las elecciones son decisiones históricas, participativas y protagónicas.
Porque en la República Bolivariana de
Venezuela, junto a Chávez sustituimos de raíz la democracia liberal
representativa, e instituimos la democracia popular participativa en todas las
instancias del quehacer colectivo que hemos venido construyendo y descubriendo,
los chavistas, con paciencia, constancia, y sabiduría ancestral; no con
improvisaciones tecnocráticas, no mediante tretas burocráticas, no con
artilugios consumistas de punta.
Por eso hemos derrotado a la derecha
puntofijista durante veinte ininterrumpidos, sucesivos, e históricos años de
unidad, lucha, batalla y victoria; hemos resistido todos los ataques
imaginables e inimaginables que el enemigo ha lanzado en contra nuestra. Hemos
sepultado innumerables víctimas del odio clasista, del terrorismo, la
terrofagia, el fascismo, y hay que recalcarlo para que nunca se olvide: la
enfermedad y el hambre azuzando esta guerra a muerte y sin cuartel,
declarada por la burguesía transnacional, las corporaciones hegemónicas
imperialistas, la miserable burguesía parasitaria criolla y, la
buróburguesía que se está confeccionando un imaginario a su medida, en el cual
impone una Era post-Chávez cuando logre convertir al soldado eterno, mediante la señal de costumbre, en fetiche
cultural, leyenda urbana, o mito.
Este momento electoral es un buen
momento para reflexionar con seriedad responsable sobre la Asamblea Nacional
Constituyente, no desde la perspectiva jurídica apergaminada, éticamente almidonada,
indecente, burguesa, con la cual ideologizan a su target los académicos mediáticos,
no. Lo que estamos obligados a repensar es su alcance, su trascendencia
histórica, su trascendencia política y social, más allá de la urgencia
estratégica y la inmediatez táctica bajo la cual se convocó: conquistar
la paz ejerciendo la paz, para no tener que combatir la violencia,
con más violencia.
Nunca estuvo planteada en la
República Bolivariana de Venezuela –durante la embestida guarimbera-, y gracias
a la correlación de fuerzas entre terroristas y población pacífica; ninguna
guerra civil, o guerra de “perros”; mucho menos una guerra fratricida entre
venezolanos. Toda elaboración hipotética al respecto se deja ver el mogote, en
principio porque pone en duda el gentilicio bolivariano que nos
define, y además desconoce el sentimiento chavista en el cual militamos la
mayoría chavista.
La Asamblea Nacional Constituyente
2017 abrogó la violencia; razón por la cual fue convocada y con la cual cumplió,
incluso antes de instalarse, con el
apoyo firme de millones de votantes protagónicos, pacíficos y
participativamente demócratas que además de cruzar ríos y montañas para poder
expresar su voluntad electoral, estuvieron obligados a atravesar laberínticas barricadas
urbanas, que convirtieron las ciudades en locaciones ideales para el rodaje de
películas de horror salpimentado de ciencia ficción, esas dónde la muerte acecha con una sierra, al lado
de un araguaney con el ramaje amputado por un ecocida presto a convertirse de
un solo click, en infanticida, feminicida, parricida, o lo que sea que fuese
publicable en las comunicacionales “redes sociales”.
Plenipotenciario debe seguir siendo
el pueblo, plenipotenciario para elegir a quien le dé la gana de elegir, a
Nicolás Maduro por ejemplo, para que cumpla su mandato constitucional limitado
únicamente por el voto del pueblo, el voto plenipotenciario, el voto en su
etapa superior. El voto después de la Constituyente de 1999, la Constituyente
del Chávez nuestro que estás en el tiempo.
Ya que La Asamblea Constituyente no
fue concebida para suplir la Asamblea Nacional ni aún en sus peores circunstancias,
ni aun cuando la estén usurpando los enemigos del pueblo, aquellos a los que
dejamos avanzar hasta el fondo a pesar de vocearles a gritos “no volverán”, y
dejarlos volver como vuelven los muertos insepultos en las películas de miedo,
a pesar de todos los pesares tenemos que rescatar de la ignominia a la Asamblea
Nacional para que legisle y nos devuelva su poder, uno de los cinco poderes que
tiene nuestra Patria soberana, uno de los 5 poderes que dotan de
plenipotenciaridad al pueblo venezolano por encima de cualquier funcionario,
por encima de todo burócrata empingorotado e ineficaz.
Rescatemos la Asamblea Nacional para convivir
en paz con los demás y con nosotros mismos. En esta ocasión elijamos los
mejores y elijámoslos ahora, el 22 de abril junto a Nicolás, con los votos de
Chávez elijamos a los probados en toda lid, los comprobadamente comprometido, los
honestos anti corruptos, los auténticos, los vergatarios; los óptimos, que es el sinónimo del DRAE
para el vulgar vergatario. Acompañemos la iniciativa de Diosdado, vamos en
búsqueda de la ofensiva perdida, no continuemos en la línea de defensa, la
revolución no se sostiene defendiéndose, tanto va el chute al arco hasta que
anota, por eso en el fútbol político narrado por Galeano, no hay mejor defensa que el ataque: Nicolás Maduro
Presidente de la República, Diosdado Cabello Presidente de la Asamblea Nacional,
vamos, vamos de una vez ¿quién dijo miedo? “Revolución temprana tenemos que
hacer, porque mientras más se tarde, más difícil es”, cuando las águilas se
arrastren… cantaba Alí
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