LA CASA DE LAS MUÑECAS Y LA MEMORIA DE WILMER PERAZA.
Por allá por 1989, trasladado por el Bloque DeArmas de la central en Caracas a su sucursal en este predio larense, acostumbraba a bajar por la carrera 17 y confieso que en la esquina de la calle 20 me llamaban muchisimo la atención esas dos muñecas a las que veía de reojo y me parecian de lo mas pavoso y anacrónico sin tener ni la mas minima idea que allí se estaba librando una batalla por la conservación de la memoria histórica de esta región, sobre todo en cuanto a la conservación de los espacios fisicos del Barquisimeto de ayer que a mediados de los ochenta sufría los embates de los terrófagos y constructores no solo en Lara sino en toda la extensión de la patria. Parecía una locura, por doquier se alzaban gruas y depositos gigantes de cemento, arrollando con cuanta casa de bahareque, de adobe, y techos de teja y zinc se encontraban a su paso, Wilmer Peraza en su recopilación nos habla de la desaparición de tesoros arquitectónicos arrasados por el "progreso" como, La Casa de los Azulejos, el Circo Arenas, el mercado de Los Cien Arcos y muchas otras bellezas que componían parte del patrimonio cultural de Barquisimeto, "trompos" gigantes de cementos circulaban por la ciudad aprestandose a descargar toneladas de cemento donde crecian grandes mamotretos que sustituian a las preciosas casas coloniales que iban sucumbiendo ante las miradas de asombro de los que para entonces eran unos sencillos habitantes que solo pretendían una ciudad tranquila y acogedora, era precisamente ese "gancho" que esta ciudad exhibía y por lo cual, además de su música se reconocía a nivel nacional.
"...Y entonces llegaron ellos..." parafraseando a Serrat en la bellisima letra de su canción, "De carton piedra", comprandolo todo, destruyendolo todo, acabando con la memoria histórica de esta ciudad sin dejar titere con cabeza, comprando a precio de gallina flaca, a veces haciendo ofertas tentadoras, a veces desalojando a sus moradores mediante subterfugios juridicos en concomitancia con los burócratas de turno en las cámaras edilicias, otras veces mediante engaños, hasta que lograron desalojar del centro de la ciudad y de espacios como el llamado "triangulo del este" a muchos de sus legitimos moradores quienes en gran parte fueron a engrosar los cinturones de miseria en los barrios marginales que bien sabe esconder Barquisimeto por su conformación topográfica.
Comenzó allí lo que una vez en mi programa radial Roland Denis llamó la metropolitanización de Barquisimeto, demostrando el poco amor que algunos gobernantes han tenido por esta sufrida ciudad, el mal gusto campea por sus fueros, urbanizaciones completas convertidas en fortificaciones, la cantidad de apamates de la avenida veinte que eran el orgullo de ese sector desaparecieron sustituidos por vías para circulación de vehículos sin importar para nada el vil peatón, al contrario, si se me atraviesa alguno en el camino lo espaturro para que entienda su condición marginal ante su majestad el vehiculo de motor.
Nunca he podido entender, a menos que forme parte del negocio de "alguien", la propensión de las autoridades de turno por ese gusto demodé y además horripilante y mayamero de sembrar palmas en una ciudad sin costa, sumandole que ni para sombra sirven, o si no les da por sembrar "siempreverdes" o "nim" matas que destruyen las aceras y no forman parte de la flora de la región.
Pues bien Wilmer Peraza tuvo el tino de regalarme está recopilación suya sobre la "Casa de las Muñecas", que devoré en poco más de dos horas y que me aclara conceptos errados que me había formado sobre la misma y una vez más me confirman la titanica lucha de éste poeta y sus acompañantes por hacer de Barquisimeto una ciudad vivible.
Por allá por 1989, trasladado por el Bloque DeArmas de la central en Caracas a su sucursal en este predio larense, acostumbraba a bajar por la carrera 17 y confieso que en la esquina de la calle 20 me llamaban muchisimo la atención esas dos muñecas a las que veía de reojo y me parecian de lo mas pavoso y anacrónico sin tener ni la mas minima idea que allí se estaba librando una batalla por la conservación de la memoria histórica de esta región, sobre todo en cuanto a la conservación de los espacios fisicos del Barquisimeto de ayer que a mediados de los ochenta sufría los embates de los terrófagos y constructores no solo en Lara sino en toda la extensión de la patria. Parecía una locura, por doquier se alzaban gruas y depositos gigantes de cemento, arrollando con cuanta casa de bahareque, de adobe, y techos de teja y zinc se encontraban a su paso, Wilmer Peraza en su recopilación nos habla de la desaparición de tesoros arquitectónicos arrasados por el "progreso" como, La Casa de los Azulejos, el Circo Arenas, el mercado de Los Cien Arcos y muchas otras bellezas que componían parte del patrimonio cultural de Barquisimeto, "trompos" gigantes de cementos circulaban por la ciudad aprestandose a descargar toneladas de cemento donde crecian grandes mamotretos que sustituian a las preciosas casas coloniales que iban sucumbiendo ante las miradas de asombro de los que para entonces eran unos sencillos habitantes que solo pretendían una ciudad tranquila y acogedora, era precisamente ese "gancho" que esta ciudad exhibía y por lo cual, además de su música se reconocía a nivel nacional.
"...Y entonces llegaron ellos..." parafraseando a Serrat en la bellisima letra de su canción, "De carton piedra", comprandolo todo, destruyendolo todo, acabando con la memoria histórica de esta ciudad sin dejar titere con cabeza, comprando a precio de gallina flaca, a veces haciendo ofertas tentadoras, a veces desalojando a sus moradores mediante subterfugios juridicos en concomitancia con los burócratas de turno en las cámaras edilicias, otras veces mediante engaños, hasta que lograron desalojar del centro de la ciudad y de espacios como el llamado "triangulo del este" a muchos de sus legitimos moradores quienes en gran parte fueron a engrosar los cinturones de miseria en los barrios marginales que bien sabe esconder Barquisimeto por su conformación topográfica.
Comenzó allí lo que una vez en mi programa radial Roland Denis llamó la metropolitanización de Barquisimeto, demostrando el poco amor que algunos gobernantes han tenido por esta sufrida ciudad, el mal gusto campea por sus fueros, urbanizaciones completas convertidas en fortificaciones, la cantidad de apamates de la avenida veinte que eran el orgullo de ese sector desaparecieron sustituidos por vías para circulación de vehículos sin importar para nada el vil peatón, al contrario, si se me atraviesa alguno en el camino lo espaturro para que entienda su condición marginal ante su majestad el vehiculo de motor.
Nunca he podido entender, a menos que forme parte del negocio de "alguien", la propensión de las autoridades de turno por ese gusto demodé y además horripilante y mayamero de sembrar palmas en una ciudad sin costa, sumandole que ni para sombra sirven, o si no les da por sembrar "siempreverdes" o "nim" matas que destruyen las aceras y no forman parte de la flora de la región.
Pues bien Wilmer Peraza tuvo el tino de regalarme está recopilación suya sobre la "Casa de las Muñecas", que devoré en poco más de dos horas y que me aclara conceptos errados que me había formado sobre la misma y una vez más me confirman la titanica lucha de éste poeta y sus acompañantes por hacer de Barquisimeto una ciudad vivible.
Manolo Silva
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