martes, 8 de septiembre de 2009

PREGUNTAS INGENUAS SOBRE HONDURAS

ALGUNAS PREGUNTAS INGENUAS SOBRE HONDURAS

Por Luis Sexto
Parecen tiempos apocalípticos. La ética involuciona: el mal se convierte en bien y viceversa. La razón disminuye: la estupidez, que el húngaro Paul Tabori definió e ilustró en un libro llamado así: Historia de la estupidez humana, se apodera de las inteligencias. Los intereses, sobre todo los intereses económicos que los propietarios ricos defienden mediante la política y también la guerra, se imponen sobre lo racional, la cordura. Y personas con grados de doctor o con experiencia social acuden al surrealismo menos literario y sí más absurdo, para defender sus posiciones y sus aspiraciones.
Como diría el clásico, todo parece tener el color del cristal con que se mira…
Ahora resulta que Manuel Zelaya, presidente legítimamente electo, violaba la Constitución de Honduras no se sabe en cuántos artículos, al menos no los han enumerado de modo que sean creíbles. Y se nos quiere obligar a aceptar que los que sí estrujan el papel de la Constitución, es decir, los que secuestraron de madrugada al presidente constitucional, lo subieron en ropas de dormir a un avión y lo remitieron a otro país, como un bulto inesperado y nunca pedido, no violan la Constitución sino la protegen.
Ah, Kafka, te han dejado como un parvulito. Quizás como un aprendiz de embaucador de incautos.
Pero aceptemos de manera provisional esas razones tan irrazonables, y preguntemos a los ideólogos del golpe militar, que, según esa razón sin razón que la entienda, no es cuartelazo sino gesto patriótico. Preguntémosles: ¿Si el presidente Manuel Zelaya violaba la Constitución, por que cuando irrumpieron manu militari en su casa, en vez de despacharlo hacia San José de Costa Rica, no lo apresaron y lo instruyeron de cargos ante los tribunales? ¿Por qué cuando Zelaya, decidido a regresar, iba a aterrizar en Tegucigalpa el domingo 5 de julio, no permitieron que el avión descendiera sobre la pista, que minutos antes los soldados bloquearon? ¿No hubiera sido la ocasión fácil para arrestarlo y explicarle al pueblo congregado en los alrededores del aeropuerto los delitos del presidente derrocado? ¿Por qué en vez de apelar a la cordura de miles de hondureños que pacíficamente querían recibir al presidente legítimo, el Ejército disparó y mató a tres ciudadanos? En fin, a qué le temen los que asumieron por la voluntad de las armas el gobierno de Honduras. Si en verdad la ley y la justicia patrias los asiste y una pretendida encuesta de Gallup afirma que la mayoría apoya el golpe militar, y solo la minoría está en contra, por qué la resistencia de esa “minoría”dura ya dos semanas. ¿Por qué la opinión pública mundial, incluidos gobiernos de países poderosos, ha condenado el golpe encabezado por Micheletti?
No soy Zelayista, ni antizelayista; ni michelettista, ni antimichelettista. No me corresponde ese partidarismo. Simplemente, como diría el escritor católico francés León Bloy, soy anticochino; enemigo de la mentira, el crimen, el odio, la opresión, y estoy convencido de que los ricos y los poderosos no son necesariamente una necesidad en el mundo, sino más bien, un lujo. Un lujo muy costoso. Tan costoso que a veces hace retroceder la ética invocando valores cristianos mientras actúa contra ellos.
Pero de qué habremos de asustarnos. Por ejemplo, hace casi 60 años, el ex general Fulgencio Batista alegó razones parecidas para justificar su golpe de Estado en Cuba. Las cosas, dijo, andaban mal en Cuba con el presidente Carlos Prío. Y faltaban pocos meses para las elecciones en las que Batista no tenía ninguna posibilidad como candidato. Muchos dijeron entonces que la ética en la política retrocedía. Y así pasó con los militares latinoamericanos en la década del 60 y el 70 del siglo XX, y con el Plan Cóndor, toda una réplica de Mi lucha, de Hitler…
¿Habrá que aceptar, pues, como el resignado Sinuhé el egipcio, que no vale la pena asombrarnos porque “así ha sido siempre y así será”… ¡Dios mío

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