EL DÍA QUE EL CIELO SE
PUSO ROJO.
Como si tratase de un día normal, comenzó el 5 de marzo de 2013, nadie en esta tierra se podía imaginar que un montón de causas y azares se juntaban para hacer lo que ocurrió ese día a las 4:25 pm, el día que el cielo se puso rojo, llovió y el tiempo se detuvo, o por lo menos eso me contó una de esas personas extrañas cuya realidad se apega a la fantasía al más puro estilo de un habitante del Macondo de Gabriel.
Alguien había dejado de respirar a esa hora (como muchos en otras partes) alguien no común, y valla que es difícil caracterizar a los poco comunes: Comandante, Dictador, Amigo, Tirano, Líder, Asesino, Revolucionario… podría pasar todo el día escribiendo todas las palabras usadas para definirlo, por quienes lo amaron y lo odiaron, pero ese día solo habían gritos y lagrimas que desgarraban el alma y dejaban dudas divinas sobre la mística que irradiaba del cadáver de de ese mortal.
Comencé a dudar de mi cordura al enterarme que en ese ataúd estaba un arañero, otros decían que era un beisbolista, paracaidista, campesino, cantante, Presidente… Pero ¿cómo podía estar ahí? si toda la marea de personas y hasta un niño casi azul decía que la persona que había dejado de respirar, era el mismo ¿Acaso tenia rostro propio?
Una uruguaya que tiene años en esta tierra, que se encontraba sentada desde hace días bajo una palma y cuya pierna derecha se había ido a quien sabe dónde, me contó que ese hombre que había dejado de respirar el 5 de marzo de 2013 a las 4:25pm había nacido en un campo y lo habían sacado de la escuela varias veces por tener alpargatas rotas, comentario que desajustó mi mente, pues ¿quien ha visto príncipe rindiendo honores a campesino alguno? Allí comencé a entender que nada debía estar claro; solo tenía que escuchar y sentir, porque si algo aprendí, de dos duendes de otro mundo que me encontré en la universidad, fue la imperiosa necesidad de escuchar y hablar con otros para sentir sus historias.
Me vino la idea que quizá quien había dejado de respirar era una estrella de rock, pues la euforia desatada en esas grandes colas no era cosa de ese mundo y fue necesario un trago de café cargado de una especie de brebaje divino, que aunque me espelucó el cuerpo, sirvió de alivio al hambre la sed de casi un día.
Cuando pensé que nada mas podría impresionarme apareció un Simón Bolívar de menos de un metro de estatura, Alí cantaba en alguna tarima cercana, había vietnamitas con flores tropicales en las manos, un anciano gritando que era libre y unos ciegos haciendo cola para verlo (con el corazón).
Ya casi era mi turno de pasar y seguía encerrada en mi observando la majestuosidad del blanco, supe que no era un sueño cuando Celina suspiró y tomó mi mano fuerte para subir juntas el escalón, ahí estaba frente al gran enigma de ese día y de la vida entera, ¡al fin sabría quien era! Y no lo supe, porque ya lo sabía, pero ya estaba contagiada de una magia que había en el aire, la cual no me permitía ser coherente, solo ahí me di cuenta que eras tú, aunque ese reflejo brillante del ataúd reflejaba mi propio rostro como si parte de mi se fuese en esa caja, todo eso ocurrió en 2 segundos… Al salir, un pasillo oscuro que media como tres veces esta tierra, se alargaba a cada paso, podría hasta jurar que salía humo de su suelo, allí algo sobrenatural apretaba el pecho, quitaba el aliento…
Al salir con solo una parte de mi, ya no tenía sueño, hambre ni sed solo dolor de ese que te hace fuerte, alguien dijo que no había de que preocuparse que ese no eras tú, era un muñeco y que tú estabas dormido en una playa, dudé por undécima vez sobre la existencia de dios y su supuesto apego a los pobres y descubrí la libertad de la que hablaba el anciano al sentir litros y litros de liquido que brotaban de mi lagrimal, solo se es libre cuando se lucha por la patria, habías saldado una deuda histórica con los libertadores, con la muerte de una flor no se detendrá nuestra gloriosa primavera.
Te hiciste viento, te hiciste millones. Hasta Siempre HUGO…
Fransay Dali Riera Colmenarez
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