martes, 12 de noviembre de 2019

Para la Iglesia católica 

“lo que sucede en Bolivia 

no es un golpe de Estado”

Así lo definieron desde la Conferencia Episcopal Boliviana, 
la máxima autoridad eclesiástica de ese país. 
Mientras tanto, Francisco no condena el golpe 
y solo pide “paz y serenidad”.
@saturnetroc
Lunes 11 de noviembre | 23:11
El domingo, mientras se consumaba el golpe de Estado 
en Bolivia, la máxima jerarquía de la Iglesia católica 
(con fuerte incidencia en la vida pública del país andino)
 afirmaba que “lo que sucede en Bolivia no es un golpe 
de Estado”.
Así lo difundió la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) 
a través de un comunicado (escrito y en video) en conjunto 
con otras organizaciones golpistas como 
Comunidad Ciudadana, los Comités Cívicos y 
el Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade).
Tal como se ve y escucha en un video publicado 
el mismo domingo desde La Paz, la curia boliviana
 se alineó deliberadamente del lado de las Fuerzas Armadas, 
la Policía, la derecha, el imperialismo yanqui y la OEA.

“No es un golpe”

Quien habla, rodeado de los referentes de las otras 
tres organizaciones, es José Fuentes Cano, secretario 
general adjunto de la CEB. El texto que lee dice, entre 
otras cosas, que los obispos bolivianos, junto a 
Comunidad Ciudadana, los Comités Cívicos del país
 y el Conade, “reunidos en un diálogo constructivo sobre 
la inédita situación que se ha creado”, declaran que
 “lo que sucede que Bolivia no es un golpe de Estado”.
“Lo decimos ante todos los ciudadanos bolivianos y 
ante la comunidad internacional. Llamamos a los 
bolivianos a la paz, no cometer actos vandálicos 
ni de revancha ni nada de lo que podamos arrepentirnos”,
 afirman desde la CEB.
Habla de paz y no violencia, pero al mismo tiempo
 llaman “a la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas 
de la nación a cumplir con urgencia con su rol de 
defensa de la propiedad y de las personas”, 
sabiendo que ello inevitablemente significa represión, 
tortura y muerte.

“Recen por ustedes”

Por esas mismas horas, desde la Plaza de 
San Pedro de Roma el papa Francisco le dedicaba 
unos breves segundos del habitual Ángelus al tema 
que en esos momentos conmocionaba a toda 
Latinoamérica. Allí, según la agencias vaticanas,
 “invitó a rezar” por “la situación de la amada Bolivia,
 cerca de mi tierra natal”.
Dicho sea de paso, esas mismas agencias eclesiásti
cas (como la argentina AICA) dijeron, por ejemplo,
que “en los últimos días cientos de policías se amotinaron 
y defendieron a los manifestantes”. Un claro 
posicionamiento del lado del golpismo.
En el Ángelus Jorge Bergoglio dijo que “los actores
 políticos y sociales” de Bolivia debían “esperar con 
un espíritu constructivo, en un clima de paz y serenidad, 
los resultados del proceso de revisión electoral, que 
actualmente está en marcha”. En ese mismo momento
 sus subordinados bolivianos lanzaban un llamado 
a la Policía y las Fuerzas Armadas a consumar 
el golpe contra Evo Morales, lo que finalmente 
se concretaría poco después con la renuncia y 
huída de La Paz del mandatario.
Trascurrido un día y medio de la renuncia de Morales 
y luego de una jornada de masivas movilizaciones en 
el país natal del Papa contra el golpe en Bolivia, en
 las usinas informativas del Vaticano la palabra Bolivia 
sigue sin ser mencionada. Lo mismo sucede con la 
cuenta oficial de Twitter del Papa, donde el tema brilla 
por su ausencia. Mucho menos, obviamente, 
la expresión “golpe de Estado”.
La Conferencia Episcopal Argentina, por su parte, 
este lunes publicó un brevísimo comunicado en el 
que también se encuentra ausente la condena 
al golpe en Bolivia.
"En esta dificil hora que atraviesan los países de 
nuestra región, en nombre de la Conferencia 
Episcopal Argentina invitamos a nuestras comunidades 
a rezar por la paz y la plena vigencia de las instituciones, 
principalmente en las hermanas Republicas de Bolivia 
y Chile", dice el texto firmado por la Comisión Ejecutiva 
de la CEA.
Para los obispos latinoamericanos ni Piñera es un 
represor ni los militares bolivianos son golpistas. 
Nada que envidiarle a la jerarquía eclesiástica 
de antaño, cuando las dictaduras asediaban 
el subcontinente con el aval del Vaticano y sus sucursales.
El aval acrítico del papa Francisco y del Episcopado 
argentino a sus pares bolivianos, sea por acción o 
por omisión, termina siendo un aval al accionar del 
golpismo criminal en el país hermano. Mal que
 les pese a quienes quieren ver en Bergoglio y 
compañía una expresión progresista 
de la jerarquía católica

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