sábado, 22 de marzo de 2014

Corriente Marxista Internacional
Escrito por El Militante
Yo milito en la corriente marxista representada por el periódico El Militante y animo a todos los jóvenes que se consideran anticapitalistas y quieren transformar el mundo a que se organicen con nosotros” El Militante.— La juventud en el Estado español ha jugado un papel de vanguardia en la movilización contra la guerra, al tiempo que el Sindicato de Estudiantes se ha destacado en el impulso de la lucha. ¿Cuál ha sido la aportación del SE a esta contestación masiva?
Miriam Municio.— En los últimos meses hemos convocado 6 huelgas generales de estudiantes contra la guerra, acompañadas de una intensa campaña de asambleas, reparto de hojas, pegadas de carteles, mesas en la calle... Hemos participado e impulsado incontables acciones de protesta a nivel local. Todas esas movilizaciones han tenido una participación altísima. De hecho, ha sido la protesta estudiantil más grande desde las luchas del 86/87. Pensamos que los estudiantes hemos contribuido mucho a mantener un ambiente de lucha y de presión contra la implicación del Gobierno en la guerra.
Paralelamente a la movilización el Sindicato de Estudiantes ha defendido toda una serie de ideas. En primer lugar, ha sido importante destacar el carácter de esta guerra: una guerra imperialista cuyo objetivo no era la democracia, sino sustituir una dictadura hostil, la de Sadam, por una dictadura “amiga” sostenida por los ejércitos de ocupación que permita al imperialismo americano controlar los recursos petrolíferos del país de forma directa y ganar mayor influencia y control en esa zona del mundo.
Hemos presenciado una guerra imperialista, y no simplemente injusta, inmoral o ilegal. Aunque hubiera sido “legal”, esto es, con el respaldo de la ONU, hubiera sido igualmente una guerra por el petróleo, una masacre, una guerra por la dominación de una parte del planeta y para dar un ejemplo a todos aquellos regímenes y pueblos que no acatan las decisiones del imperialismo americano. ¿Qué legalidad internacional quieren que defendamos, la que permite a Sharon masacrar al pueblo palestino? ¿la que permite embargos económicos contra pueblos inocentes? ¿la que permite miles de detenidos en EEUU por manifestarse contra la guerra?
También hemos explicado que no éramos neutrales. Estamos con el pueblo iraquí que ha sufrido la opresión imperialista y a su propio dictador. No nos da igual quién y con qué intereses derrocase a Sadam. Por eso no nos vale cualquier paz. El imperialismo está imponiendo la “paz de los cementerios”, una paz sobre la humillación y la destrucción de todo un pueblo, una paz bajo la bota militar y que sólo va a llevar más opresión, más miseria, más odio y nuevas guerras a la zona. Esta no es la paz por la que hemos estado luchando millones de personas en todo el mundo. La paz que exigimos los trabajadores y jóvenes es la basada en la justicia, en la igualdad social, y eso sólo puede llegar transformando los cimientos de este sistema: el capitalismo. Bajo el capitalismo son inevitables guerras como estas: hoy en Iraq, ayer en Afganistán o Yugoslavia y mañana en cualquier otro país.
Otra de las ideas que hemos explicado era quiénes y cómo podíamos hacer frente a la guerra. Nuestros aliados no eran gobiernos como el de Francia —que es de derechas y está atacando a los trabajadores igual que Aznar aquí y que mantiene multitud de conflictos imperialistas en África—, sino la clase obrera y la juventud a nivel internacional. Hemos explicado a los estudiantes que nuestro movimiento tiene que ser parte del movimiento de la clase obrera. Una guerra es algo muy serio, el imperialismo no se iba a echar atrás a las primeras de cambio, por eso era necesario una presión mayor, utilizando los métodos tradicionales de la clase trabajadora: la huelga general, la paralización de la producción, como un primer paso para obligar a retroceder al imperialismo. Precisamente por eso lanzamos la consigna de la huelga general de 24 horas: “paralizar el país, paralizar Europa, para parar la guerra”.
Además, esta guerra no es sólo contra el pueblo iraquí —desde luego, los primeros en sufrirla—, sino contra los trabajadores y los jóvenes en Occidente, en EEUU y, por supuesto, en el Estado español. Vamos a ser aquí las familias trabajadoras las que paguemos la factura de esta guerra con recortes en los gastos sociales. Mientras el PP nos racanea el dinero para hacer frente a la marea negra en Galicia y la costa cantábrica, se quita dinero para la enseñanza pública, se recortan las prestaciones por desempleo, etc. resulta sí hay dinero para una guerra en la que sólo se dilucidan los intereses de las grandes multinacionales del petróleo.
Esta guerra también les ha servido para profundizar aún más en la política de recortes a los derechos democráticos que desde el 11-S la burguesía están lanzando en todo el mundo.
EM.— Habéis denunciado en numerosas ocasiones que el SE ha sufrido intensamente la represión y el acoso policial en estas últimas semanas ¿qué es lo que ha ocurrido?
MM.— Desde que se inició la guerra, los que participamos en las manifestaciones hemos tenido que soportar la violencia policial más salvaje, con cargas como las que tuvieron lugar en las manifestaciones convocadas los dos días que siguieron al inicio de la guerra, con más de cien heridos. El señor Ansuátegui, delegado de Gobierno en Madrid, volvió a dar una muestra de su talante franquista, al igual que el Gobierno Aznar que es quién le permite actuar como si la calle fuera su cortijo privado.
Todo esto está dentro de una ofensiva a gran escala contra los derechos democráticos. El Ayuntamiento de Madrid, actualmente en manos del PP, quiere recortar el derecho a manifestación obligando a quienes convoquen a pagar una fianza o simplemente prohibiendo las manifestaciones directamente como les está ocurriendo a los trabajadores de Síntel que tienen denegado cualquier permiso para convocar una manifestación. También la Xunta de Galicia ha prohibido que se coloquen carteles contra la guerra, carteles de Nunca Máis, o la realización de asambleas o referéndums que no tengan que ver directamente con cuestiones educativas: quiere la dictadura en los centros de estudio.
Evidentemente, siempre es la gente que más se destaca el blanco primero de la reacción. Por eso, el Sindicato de Estudiantes ya está sufriendo la represión: multas en Salamanca por supuestos disturbios en manifestaciones contra la guerra, compañeros del SE en las listas negras del PP (sin ninguna prueba), otros compañeros están sufriendo amenazas de la Policía Nacional y la Guardia Civil en Huelva, Cádiz o Tarragona... Esta es la democracia del PP: mientras han respaldado y aplaudido el bombardeo a Bagdad en nombre de la libertad y la democracia, reprimen a quienes levantamos la voz contra su política. Es más, hace pocos días salía en la prensa el anteproyecto para modificar el Código Penal Militar y pretenden incluir como delito, con penas de cárcel, los actos de protesta contra la participación española en conflictos internacionales.
Durante dos meses, yo diría incluso desde la huelga general del 20 de junio, han tenido que soportar a la gente en la calle gritándoles, llamándoles asesinos, pidiendo su dimisión y no pueden soportarlo. Si pudiesen, instaurarían un estado de sitio.
EM.— En el mitin que cerró la manifestación de por la mañana del 10 de abril en Madrid, explicaste que esta lucha contra la guerra era un combate contra el capitalismo y por la transformación socialista de la sociedad. Para conseguir esto ¿consideras que es necesario la organización política de los jóvenes?
MM.— Las manifestaciones contra la guerra han expresado una insatisfacción social muy profunda, han sacado a la superficie una carga de crítica muy fuerte al sistema, al imperialismo y a la derecha. Eso se ha notado particularmente entre la juventud. Esa politización ha sido muy positiva, nosotros hemos contribuido a alimentarla, a darle un contenido más elaborado, más incisivo, apuntando claramente la verdadera causa de esa masacre: el sistema capitalista, sus beneficiarios y sus representantes políticos. La existencia del Gobierno del PP se ha hecho insoportable para la mayoría de la sociedad. Conseguir una sociedad mejor para los trabajadores y para los jóvenes pasa por echar a la derecha del gobierno. Por eso, desde el Sindicato de Estudiantes tenemos muy claro que en las próximas elecciones hay que votar a la izquierda y echar fuera al gobierno PP.
Al mismo tiempo también sabemos que votar a la izquierda no basta. La lucha tendría que continuar para presionar a ese futuro gobierno de la izquierda para que derogase todas las leyes reaccionarias que ha aprobado el PP en el terreno educativo (empezando por la mal llamada Ley de Calidad y la LOU) y en las demás cuestiones sociales, laborales y todas aquellas que restringen derechos democráticos fundamentales como el de manifestación, expresión y organización política.
Somos conscientes de que tendremos que presionar para que ese gobierno de izquierdas implante medidas drásticas para combatir frontalmente el desempleo, como la reducción de la jornada laboral a 35 horas y el subsidio de desempleo indefinido hasta encontrar un puesto de trabajo; para que lanzase un plan de inversiones drástico en educación, sanidad, infraestructuras en los barrios, etc.
Es evidente que un programa de ese tipo contaría con el respaldo de los trabajadores y de la juventud, y con una oposición frontal por parte de los capitalistas. Pero como la experiencia ha demostrado, en la actual fase del capitalismo, no hay lugar a terceras vías. Cualquier gobierno de izquierdas que acepte la lógica del capitalismo, es decir, la lógica del beneficio, acabará más temprano que tarde atacando los intereses de los trabajadores y de la juventud, tanto en el terreno social como en el de los derechos democráticos.
Por eso, insisto, votar a los partidos de izquierda no basta, hay que organizarse políticamente, con un programa revolucionario. Yo milito en la corriente marxista representada por el periódico El Militante y animo a todos los jóvenes que se consideran anticapitalistas y quieren transformar el mundo a que se organicen con nosotros. Sólo con la expropiación de las grandes multinacionales, de los terratenientes y de la banca bajo control democrático de los trabajadores, con el objetivo de satisfacer las necesidades de la inmensa mayoría de la población y no la de unos pocos privilegiados, podremos vivir en una sociedad verdaderamente humana, sin hambre, sin desempleo, sin guerras. Esa lucha tiene que ser a escala internacional.
Nos ha tocado vivir un periodo de guerras, pero también de revoluciones. Lo que hemos visto estos últimos meses, esa gran explosión de participación de la juventud y de los trabajadores en la lucha, en la calle, es un anticipo de luchas aún más decisivas. Que estas futuras luchas acaben en el triunfo de una auténtica sociedad socialista, en el derrocamiento del capitalismo, depende de que exista un movimiento marxista con influencia de masas. Y la tarea de construir este movimiento empieza ya.


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