jueves, 28 de marzo de 2013


PALABRAS PARA HUGO
Para Adán, con y desde el corazón
  
Federico Ruiz Tirado

 Mi pena personal
es el despertar
desgraciado,
esencialmente funcional,
porque ya no se trata de una cámara hiperbálica
sino de tu ausencia siempre hambrienta,
sin regreso, antipática, que sólo me compromete
a batallar con este esfuerzo paquidérmico de mis pies trabados
sobre la alfombra.

Es imposible alzarme, levantarme, Hugo.

Con la mente en blanco,
con la temperatura primitiva, desde cero, desde la nada,
siento la caída después del insomnio y la fuga que nace del
sueño a contraluz de la TV,
del andamio fantástico donde te busco y no te encuentro y
no te oigo del otro lado del teléfono.

Para descansar, aunque no llore
y sienta que otros ojos me persiguen
como en una guerra en plena obscuridad,
debo recordar fundamentalmente dos cosas:
una, cuando me despertabas para encontrarnos en la memoria
de Barinas, en sus bares y en sus penumbras
y así defenderte de tus malentendidos, de los recuerdos que te labraste como un crucigrama irresoluto,

y otra, tu propia memoria deshojada que reunías preguntándome
sin aún recordaba las letras de nuestras canciones,
tus serenatas con Popeye, el juego de naipes, el dominó en el Bar de los amores epidérmicos, los juegos de mímica, los harapos de nuestros locos del barrio.

A esta hora tu ausencia lo abarca todo,
tenemos que organizarnos.

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