sábado, 23 de marzo de 2013


¿Del capitalismo rentista al socialismo rentístico?

 Heiber Barreto Sánchez
barril dolarEl pasado mes de enero fue anunciada una nueva devaluación de nuestro signo monetario en un 47% respecto al valor del dólar. Esta nueva devaluación, la décima que se realiza en estos 14 años de revolución, viene a golpear más a los que menos tienen, pues sus ingresos, sueldos o salarios se devalúan en casi la misma proporción, mientras que los que más tienen vieron duplicadas de la noche a la mañana sus riquezas, más aún si se trata de los sectores pudientes que poseen sus fortunas en dólares en cuentas en el extranjero, pues esos mismos dólares pasaron de un día a otro a valer un 47% más en Venezuela.Esta como todas las devaluaciones de la moneda en nuestro país, siempre han buscado suplir las necesidades de dinero que el Estado tiene para cubrir el gasto público, y como la mayor fuente de ingresos del Estado es la venta de petróleo, éste requiere que cada dólar que recibe por concepto de la venta de nuestro principal hidrocarburo aumente su valor, es decir, que aumente el rendimiento de los ingresos que recibe Pdvsa en dólares al cambiarlos en bolívares.
Cada devaluación nos echa en cara la gran dependencia estructural de nuestra economía de la renta del petróleo, pues nuestro aparato industrial, productivo, que está en manos de la burguesía, nunca ha podido convertirse en una verdadera fuente de riqueza. Si nuestra economía capitalista tuviera una seria y verdadera burguesía que se esmerara en ingeniarse la más eficiente combinación de los factores productivos para producir riqueza, entonces tendríamos una economía que, por un lado, no necesitaría importar la ingente cantidad de productos que requiere nuestra sociedad para cubrir sus necesidades y, por otro, tendríamos un aparato industrial que al generar cuantiosas riquezas le reportaría una importante porción de ingresos al Estado por concepto de pago de impuestos que irían a financiar el gasto público, como ocurre en la mayoría de las economías capitalistas que, a diferencia de la venezolana, no dependen de la renta internacional que genera un medio de producción no producido como lo es el petróleo.
Este es más o menos en resumidas cuentas lo que ha ocurrido en nuestro país desde los años treinta del pasado siglo XX. Los esfuerzos por apuntalar un aparato productivo eficiente han sido llevados adelante desde el llamado trienio adeco de 1945-1948, además de lo que intentaron con ese mismo propósito pero siempre infructuosamente, la mayoría de los gobierno desde 1958 a través de la llamada distribución productiva de la renta petrolera, al entregarles ingentes cantidades de dinero en calidad de préstamos o créditos a los empresarios venezolanos para que invirtieran. El resultado ha sido el mismo siempre, los dólares del Estado, como diría el mismo Rómulo Betancourt, terminaron pagando joyas y los favores de damiselas bellas en París. De allí a los containers llenos de escombros que los fraudulentos empresarios trajeron recientemente al país para justificar los millones de dólares que recibieron de Cadivi, no hay ninguna distancia. Es la misma historia de siempre.
Pero las preguntas que ahora debemos hacernos en nuestro proceso revolucionario hacia el socialismo, son más difíciles y complejas que antes: ¿seguiremos repitiendo la misma historia en el tratamiento paliativo de la enfermedad rentista de nuestra economía, de nuestra sociedad y de nuestra cultura? ¿Qué debemos hacer de forma distinta para enfrentar el rentismo petrolero ahora bajo las banderas del socialismo bolivariano? ¿Acaso seguirá intacto ese arremetimiento contra los más desposeídos que conlleva toda devaluación en Venezuela? ¿Frente a qué estamos? ¿Se trata de la transición de un capitalismo rentista a un socialismo rentístico? ¿Se puede hablar de socialismo rentista o es eso una gran contradicción?
Los retos son inmensos.
¡Socialismo eficiente o nada! ¡Autocrítica socialista o nada! ¡Qué viva Chávez, carajo!
heiberdario@yahoo.es
@HeiberBarreto

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