Patria contra imperio
El Imperio inicia una ofensiva para reimponer en el mundo la
unipolaridad y el avasallamiento de los pueblos. La soberanía de los
Estados Nacionales y su integración en organismos regionales es el
bastión de resistencia jurídica, económica, social, política,
estratégica y cultural contra esta ofensiva planetaria.
Lo que está planteado hoy es la disyuntiva entre Patria o
Imperio, soberanía o dominación, independencia nacional o tutelaje: de
la resolución de estas tensiones contrapuestas depende la
supervivencia de la humanidad.
La soberanía es el derecho absoluto inalienable y perpetuo de un
cuerpo político de darse sus propias leyes y normas, de aplicarlas con
sus propias autoridades, y de resolver las controversias relativas a
la aplicación de ellas con sus propios tribunales.
La soberanía reside de manera total e inalienable en el pueblo y en
Venezuela tiene su máxima expresión en la convocatoria de elecciones
para una Asamblea Nacional Constituyente y la sanción por referendo de
la Norma Suprema, la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.
La soberanía tiene un conjunto de manifestaciones, que no pueden
ser eliminadas sin aniquilar la soberanía misma:
Las controversias relativas al orden público interno venezolano no
pueden ser sometidas a órganos jurisdiccionales foráneos ni decididas
por ellos.
Ni países ni organizaciones internacionales extranjeras tienen
derecho de imponer sanciones a Venezuela ni de hacerlas cumplir por la
fuerza u otros medios coercitivos.
Carecen de validez cuantos contratos, acuerdos, pactos o tratados
intenten anular o disminuir la soberanía de Venezuela.
Carecen asimismo de validez los procedimientos o procesos
encaminados a conculcar o dejar sin efectos la soberana potestad del
pueblo de elegir y mantener democráticamente en el poder a sus
gobernantes.
Venezuela tiene el derecho soberano de promover organismos de
integración regional y formar parte de ellos para fortalecer la
economía, la cultura, el intercambio y la defensa de América Latina y
el Caribe.
Venezuela tiene el derecho inalienable e irrevocable de imponer los
impuestos y contribuciones necesarios para cubrir los gastos públicos,
de destinar éstos a las metas y objetivos que estime procedentes, de
establecer el régimen de la propiedad y de sus eventuales
restricciones, limitaciones y expropiaciones o confiscaciones, y de
utilizar los instrumentos de política fiscal indispensables para
proteger la producción y las industrias nacionales y el bienestar y
satisfacción de las necesidades de la población.
Venezuela tiene el derecho de propiedad sobre sus recursos
naturales y sobre las riquezas del subsuelo, y sobre aquellas empresas
para explotarlos en los cuales se estime indispensable la propiedad
pública total o parcial de los activos.
El sistema tributario se rige por los principios de legalidad,
progresividad y territorialidad, según el cual los ingresos causados
en nuestro país deben satisfacer sus impuestos en él.
Las reservas internacionales de nuestro país no pueden ser
embargadas ni confiscadas por organizaciones o tribunales extranjeros.
Venezuela tiene el derecho y el deber de preservar la legitimidad y
transparencia de todos los procedimientos y actuaciones relativos a la
Deuda Pública tanto externa como interna, así como el de adherir a
movimientos y procedimientos de revisión y anulación de la Deuda del
Tercer Mundo.
Venezuela tiene el derecho y el deber de ejercer el control de
precios con sanciones eficaces y disuasivas, así como el de adoptar
las medidas indispensables para erradicar el contrabando de extracción
y ejercer un control efectivo sobre sus fronteras.
La cultura es el vínculo que constituye y une a la Nación, y ésta a
su vez el cuerpo colectivo para cuya defensa y administración se crea
el Estado.
Venezuela tiene el derecho inalienable e irrevocable de preservar,
promover, difundir y proteger la riqueza y diversidad de su patrimonio
cultural y de sus manifestaciones creativas, así como la de aquellas
originadas en el ámbito del resto de América Latina y el Caribe.
La historia de nuestro pueblo, sus tradiciones y su bagaje cultural
son la mejor herramienta para fortalecer la Venezolanidad, el arraigo
y el sentido de pertenencia a la tierra y a la Nación, enfrentando la
Desmemoria y la imposición de identidades ajenas.
Contra la soberanía de Venezuela se ha alzado una doctrina cuyo
mejor exponente es el documento "Masterstroke", suscrito por el
comandante en jefe del Comando Sur de Estados Unidos, Kurt Walter
Tidd.
Según este documento, no tenemos los venezolanos derecho a elegir
nuestro gobierno; y en caso de que lo hagamos éste debe ser depuesto
por la fuerza por Estados Unidos y sus cómplices, quienes deben
suplantar al pueblo de Venezuela en el ejercicio de la soberanía, pues
las fuerzas opositoras, cito, "no tienen el poder de poner fin a la
pesadilla venezolana". Vale decir, el Imperio y sus sirvientes deben
ejecutar lo que nuestro pueblo no tendría la voluntad o la fuerza para
realizar.
Pueblo sin poder es pueblo sin soberanía, y la soberanía se
demuestra de una sola manera: ejerciéndola.
O Patria o Imperio; o esclavitud o soberanía. Elijamos.
unipolaridad y el avasallamiento de los pueblos. La soberanía de los
Estados Nacionales y su integración en organismos regionales es el
bastión de resistencia jurídica, económica, social, política,
estratégica y cultural contra esta ofensiva planetaria.
Lo que está planteado hoy es la disyuntiva entre Patria o
Imperio, soberanía o dominación, independencia nacional o tutelaje: de
la resolución de estas tensiones contrapuestas depende la
supervivencia de la humanidad.
La soberanía es el derecho absoluto inalienable y perpetuo de un
cuerpo político de darse sus propias leyes y normas, de aplicarlas con
sus propias autoridades, y de resolver las controversias relativas a
la aplicación de ellas con sus propios tribunales.
La soberanía reside de manera total e inalienable en el pueblo y en
Venezuela tiene su máxima expresión en la convocatoria de elecciones
para una Asamblea Nacional Constituyente y la sanción por referendo de
la Norma Suprema, la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.
La soberanía tiene un conjunto de manifestaciones, que no pueden
ser eliminadas sin aniquilar la soberanía misma:
Las controversias relativas al orden público interno venezolano no
pueden ser sometidas a órganos jurisdiccionales foráneos ni decididas
por ellos.
Ni países ni organizaciones internacionales extranjeras tienen
derecho de imponer sanciones a Venezuela ni de hacerlas cumplir por la
fuerza u otros medios coercitivos.
Carecen de validez cuantos contratos, acuerdos, pactos o tratados
intenten anular o disminuir la soberanía de Venezuela.
Carecen asimismo de validez los procedimientos o procesos
encaminados a conculcar o dejar sin efectos la soberana potestad del
pueblo de elegir y mantener democráticamente en el poder a sus
gobernantes.
Venezuela tiene el derecho soberano de promover organismos de
integración regional y formar parte de ellos para fortalecer la
economía, la cultura, el intercambio y la defensa de América Latina y
el Caribe.
Venezuela tiene el derecho inalienable e irrevocable de imponer los
impuestos y contribuciones necesarios para cubrir los gastos públicos,
de destinar éstos a las metas y objetivos que estime procedentes, de
establecer el régimen de la propiedad y de sus eventuales
restricciones, limitaciones y expropiaciones o confiscaciones, y de
utilizar los instrumentos de política fiscal indispensables para
proteger la producción y las industrias nacionales y el bienestar y
satisfacción de las necesidades de la población.
Venezuela tiene el derecho de propiedad sobre sus recursos
naturales y sobre las riquezas del subsuelo, y sobre aquellas empresas
para explotarlos en los cuales se estime indispensable la propiedad
pública total o parcial de los activos.
El sistema tributario se rige por los principios de legalidad,
progresividad y territorialidad, según el cual los ingresos causados
en nuestro país deben satisfacer sus impuestos en él.
Las reservas internacionales de nuestro país no pueden ser
embargadas ni confiscadas por organizaciones o tribunales extranjeros.
Venezuela tiene el derecho y el deber de preservar la legitimidad y
transparencia de todos los procedimientos y actuaciones relativos a la
Deuda Pública tanto externa como interna, así como el de adherir a
movimientos y procedimientos de revisión y anulación de la Deuda del
Tercer Mundo.
Venezuela tiene el derecho y el deber de ejercer el control de
precios con sanciones eficaces y disuasivas, así como el de adoptar
las medidas indispensables para erradicar el contrabando de extracción
y ejercer un control efectivo sobre sus fronteras.
La cultura es el vínculo que constituye y une a la Nación, y ésta a
su vez el cuerpo colectivo para cuya defensa y administración se crea
el Estado.
Venezuela tiene el derecho inalienable e irrevocable de preservar,
promover, difundir y proteger la riqueza y diversidad de su patrimonio
cultural y de sus manifestaciones creativas, así como la de aquellas
originadas en el ámbito del resto de América Latina y el Caribe.
La historia de nuestro pueblo, sus tradiciones y su bagaje cultural
son la mejor herramienta para fortalecer la Venezolanidad, el arraigo
y el sentido de pertenencia a la tierra y a la Nación, enfrentando la
Desmemoria y la imposición de identidades ajenas.
Contra la soberanía de Venezuela se ha alzado una doctrina cuyo
mejor exponente es el documento "Masterstroke", suscrito por el
comandante en jefe del Comando Sur de Estados Unidos, Kurt Walter
Tidd.
Según este documento, no tenemos los venezolanos derecho a elegir
nuestro gobierno; y en caso de que lo hagamos éste debe ser depuesto
por la fuerza por Estados Unidos y sus cómplices, quienes deben
suplantar al pueblo de Venezuela en el ejercicio de la soberanía, pues
las fuerzas opositoras, cito, "no tienen el poder de poner fin a la
pesadilla venezolana". Vale decir, el Imperio y sus sirvientes deben
ejecutar lo que nuestro pueblo no tendría la voluntad o la fuerza para
realizar.
Pueblo sin poder es pueblo sin soberanía, y la soberanía se
demuestra de una sola manera: ejerciéndola.
O Patria o Imperio; o esclavitud o soberanía. Elijamos.
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