miércoles, 15 de octubre de 2014

El elefante Bocarriba

TULIO HERNANDEZ NO SABE LEER
Federico Ruiz Tirado

Entre los más recientes oficios –nada extraños ni excéntricos, como solían ser algunos de ellos, sobre todo si salían de la pluma vocinglerosa de un superdotado como Tulio Hernández, uno de los amanuenses de Miguel Henrique Otero-, es el de aparentar no saber hacer “una lectura”, alejarse sin desfachatez,  como de otro modo se lució históricamente Teodoro frente a Chávez.
Hernández se dedica a la construcción de un autorretrato para rumiar con chistes “lo que pensó” el Ministro, dejando el rastro de esa pastosa envidia que seguramente no compartirá con sus amigos de palos en el Este de Caracas, para lanzar su respectivo dardo verbal, obligar al lector a cambiar el texto (descontextualizándolo) y convertirlo en un metatexto (o un matatexto) y así, ahora sí, de un modo “ejemplar”,  diseñar una topografía de banalidades y un sumario de su ego académico forjado en la Escuela de sociología de la UCV, en las monsergas del Teodoro de aquellos tiempos donde los masistas, para “diferenciase” uno del otro encerrados en esa jaula que fue el MAS, aturdido de lenguas gramscianas, anatemas de Wittgenstein, Oswaldo Barreto y hasta de los propios CAP o Caldera, que ya comenzaban a asomar sus aforismos neoliberales a los egregios Pompeyo Márquez y sobre todo al artífice de la Agenda Venezuela y jefe de Cordiplan.
Este es el caso de T. Hernández a propósito de la entrevista al Ministro Iturriza en la Sección “Chévere” de Ultimas Noticias recientemente publicada.
El articulista Hernández pretende deslegitimar a Reinaldo Iturriza por lo que éste pensó en el momento de ser desinado Ministro de Cultura y lo compara con un piloto que, ya en la cabina, no sabe manejar el avión.
“¿Se sintió preparado cuando lo nombraron ministro de Cultura?”, preguntó el periodista a Iturriza.
Y el Ministro le habla: “Lo primero que pensé fue, “yo no sé nada de cultura, por qué me van a poner ahí”. Después el Presidente me explicó sus razones”.
Para el Presidente, yo soy un intelectual. Me dijo que ya me había probado en el frente de masas, y ahora había que trasladar esa experiencia para acá. Me habló de la necesidad de reimpulsar la revolución cultural, de construir hegemonía cultural, que lo popular predomine, y trabajar fuerte el tema de la identidad. Me he puesto de tarea desmontar la compleja trama del discurso discriminatorio, el discurso de “este país de mierda” que está en la esencia antichavista”. Leíste bien Hernández?
Lo del Regeton no es, para mí, una broma. Es una movida de calle, que nació en la calle, en el barrio. ¿Que Tulio Hernández no lo oye? Eso habría que verlo: con una de sus discípulas, un par de smirnoff y un roncito, debe brincarlo por allá en San Cristóbal cuando va de vacaciones. Sin que lo vean sus amigos de La Castellana, el tipo de “talento vivo” que le echa los chistecitos. Tego Calderón, como buen sociólogo, Hernández lo ha escuchado y jamaqueado, pero encerrado. Le da miedo la calle.
Envidioso y sin perreo alguno, TH escoge la vía de mostrar su currículo, como parafraseándole a Maduro un dicho de San Agustín: “Errar es de humano, perseverar es diabólico”. Perseverar para TH es lo que él mismo señala de Maduro: el presidente espurio demuestra su desprecio profundo por una comunidad y por una dimensión de la vida social contemporánea –la de la cultura”, nombrando a este ignorante de Iturriza.
Entonces, se va por su ruta habitual, la de masturbar su ego:
 “En la actualidad la gestión cultural ha adquirido tal importancia que es objeto de doctorados y maestrías. Quien escribe estas líneas ha sido profesor por largos años en muchas de ellas en América Latina y Europa. Y sabe bien que en los países que tienen gobiernos con vocación de servicio se le entregan estas responsabilidades a gente con formación especializada..”

Pero no eres, Tulio Hernández, ni serás nunca, el Ministro que soñaste ser cuando Carmona abrió las puertas de la dictadura que deseas para Venezuela.

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