martes, 19 de marzo de 2013


Otto Reich está detrás del plan de atentado contra Capriles

 Jean-Guy Allard
Las revelaciones realizadas por el Presidente encargado de Venezuela, Nicolás Maduro, acerca de un complot para asesinar al candidato opositor Henri que Capriles, confirman informaciones obtenidas en Miami que indican que los ex altos funcionarios norteamericanos Otto Reich y Roger Noriega, ambos vinculados con la CIA, se han confabulado con grupos de la ultraderecha venezolana para eliminar a Capriles y convertirlo en un “mártir”, para luego acusar al gobierno venezolano de su crimen, entre otros propósitos.Al crear la ultra derecha su “mártir propio”, los conspiradores buscan ganar un factor de movilización para sus menguadas fuerzas políticas y sobre todo conseguir un pretexto para promover un clima de violencia y de total desestabilización en el país. El objetivo final: tratar de impedir la celebración de los comicios presidenciales del próximo 14 de abril, o por lo menos cuestionar su validez, en unas elecciones donde -todo el mundo lo reconoce- les será imposible derrotar al “hijo de Chávez”.
Ex embajador en Caracas, Otto Reich contribuyó activamente al regreso del terrorista Orlando Bosch a suelo norteamericano, uno de los responsables de la destrucción, en pleno vuelo, de un avión civil cubano.
Reich, que es hijo de un austriaco que se asiló en Cuba por colaborar con los nazis -lo que pudiera explicar su desprecio visceral por Capriles- es desde hace mucho miembro del círculo de amigos íntimos del terrorista Luis Posada Carriles, de larga experiencia conspirativa y otro de los causantes, con Boch, de la voladura del avión cubano.
Por años, tanto Reich como Posada Capriles han trabajado juntos en todo tipo de planes para tratar de desestabilizar a la Revolución Cubana y en particular eliminar físicamente a su líder, Fidel Castro.
En la década de los 80, tanto Reich como Posada Carriles formaron parte de la estrategia de guerra diseñada por la Administración Reagan contra el gobierno sandinista de Nicaragua, operación que después se conoció como el “escándalo Iran-Contras”.
Como Secretario Asistente de Estado durante el gobierno de George W. Bush, Otto Reich se encargó personalmente de las negociaciones con la expresidenta de Panamá, Mireya Moscoso, para lograr la liberación de Posada Carriles y del resto del dispositivo terrorista detenido en ese país centroamericano, que se había infiltrado para atentar contra el entonces presidente cubano Fidel Castro, durante una Cumbre Iberoamericana.
Luego del triunfo electoral de Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de 1998, y la posterior radicalización del proceso revolucionario vivido en Venezuela, se convirtió en una obsesión enfermiza el derrocamiento del gobierno bolivariano, tanto para Reich como para los intereses de la extrema derecha norteamericana vinculada con los grandes monopolios petroleros que este representa.
Fue precisamente Reich quién desde su cargo en el Departamento de Estado, durante la Administración Bush, concibió la idea del golpe de Estado contra el Presidente Chávez, el 11 de abril de 2002.
Según se conoció luego, Reich culpó del fracaso de esta intentona golpista a la división y divergencias que existieron entre los militares participantes y se lamentó de que no llegaran a ponerse de acuerdo desde un primer momento, en cuanto a decidir la eliminación del mandatario venezolano, como él mismo había indicado.
Con posterioridad a estos hechos, Reich ha estado de una forma u otra vinculado a diversos planes de intento de atentado contra el líder bolivariano, en complicidad con la CIA, la ultraderecha venezolana y grupos terroristas radicados en EEUU.
Reich y sus aliados, al parecer, están convencidos de que la tan anhelada desaparición física del líder de la revolución bolivariana no ha conducido a la derrota del proceso político que se vive en Venezuela, como ellos esperaban. Por el contrario, Chávez, después de muerto, ha devenido en un enemigo mucho más peligroso y difícil de enfrentar.
Se ha convertido en un símbolo venerado por millones de venezolanos, y cualquier intento por atacar su figura e imagen constituye, en estos momentos, un suicidio político.
Ante esta situación, los sectores de la oposición venezolana, y quienes la dirigen desde Washington, están más desconcertados que nunca. De toda evidencia, no saben cómo enfrentar la nueva realidad política. Sus diferencias y contradicciones internas se vuelven cada vez más irreconciliables.
Paradójicamente, el propio Capriles, con sus ofensivas declaraciones el día de anunciar la candidatura, así como el rechazo que provocaron, ha contribuido a acelerar estos planes.
“Si en algo todos coinciden es que el candidato opositor no tiene “alma de mártir”, comenta desde Washington un analista cercano al tema.
“Sólo me atrevería a dar un consejo a Capriles -dice este mismo analista- que sea cuidadoso en su accionar provocativo e irresponsable. Y que recuerde que, para sus amigos de la ultraderecha y sus mentores del Norte, vale todo para conseguir los objetivos que favorezcan sus intereses”./AVN

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