Orlando Araujo y la vigencia de la Venezuela Violenta
Por: Colectivo de Estudio Olga Luzardo/Corriente Bolivariana Guevarista (CBG)
En Twitter: @VosdelSur @patriadiversa
La violencia en Venezuela sigue vigente. Pero no la violencia que señalan los medios de difusión masiva a diario, con accidentes de tránsito o registros de muertes desde la morgue, ni los índices de criminalidad o la violencia intrafamiliar, ni la violencia simbólica que ellos reproducen a diario; ni la corrupción –otra forma de violencia política-, ni las mafias del narcotráfico colombiano instauradas en Venezuela, ni el contrabando de alimentos desde el estado occidental del Zulia hacia Colombia.
Es decir, nos referimos a la violencia como fenómeno estructural; no a la violencia ejercida, por ejemplo, por los gobiernos del puntofijismo (democracia representativa instaurada en Venezuela desde 1959 hasta 1999) sobre los sectores de izquierda y la guerrilla, ni a la violencia del Caracazo, ni a la Guerra Federal, ni a la huelga petrolera de 1936.
Sino más bien a la Venezuela Violenta (2007) de Orlando Araujo, escritor, poeta y ensayista venezolano que describió e interpretó de manera exacta y con argumentos la conformación de la estructura económica y social de Venezuela desde la Colonia hasta la década de 1960 –cuando escribe la obra-, y cómo estas relaciones o modelo económico de carácter feudal y/o semi esclavista, y pre capitalista o rentístico petrolero, ejercieron una presión y explotación sobre los hombros de los más pobres.
En los términos del ensayo escrito por Orlando Araujo la violencia sigue vigente en Venezuela. La burguesía, que ni produce ni ha tenido un proyecto nacionalista porque en casi cien años de explotación petrolera no ha hecho más que beneficiarse de la renta del petróleo para su disfrute de élite, viajes al extranjero, con el único mérito de importar bienes de consumo, porque ni siquiera ha sido capaz de desarrollar la industria, sigue siendo la misma: parasitaria, apegada al proyecto extractivista mundial, que ve a Venezuela como un territorio libre para que las transnacionales pretendan explotar nuestros recursos como lo hicieron durante la férrea dictadura de Juan Vicente Gómez (1910-1936).
Aunque la distribución de la renta petrolera, gracias a la política de soberanía petrolera promovida por el Comandante Chávez, a la nacionalización de PDVSA en 2003 y la Ley de Hidrocarburos de 2001, entre otras medidas, es distinta y tiene como objetivo fundamental satisfacer las necesidades básicas del pueblo (vivienda, salud, educación…), sigue privando el carácter económico de principios de siglo.
Por una razón fundamental: la estructura económica y social del país sigue siendo capitalista parasitaria, dependiente de la renta petrolera, que a su vez es dominada y aprovechada por la burguesía comercial tradicional, que importa bienes de consumo básico y otros de carácter suntuoso, con la competencia de la boliburguesía, denominada así a la clase social emergente que ganó poder político y económico a partir de la Revolución Bolivariana.
El petróleo, o al menos su explotación comercial a partir de 1914, marcó un hito en el país: además de ser una referencia para hablar de la historia contemporánea en Venezuela por sus implicaciones en el desarrollo del aparato estatal, el ejército, la hacienda pública, carreteras y una nueva economía pre-capitalista o capitalista rentística, se convirtió en eje o pivote de la sociedad toda, desde el punto de vista político, social, económico y cultural y hoy seguimos siendo una sociedad de consumo, importadora, sin un parque industrial tecnológico ni un campo desarrollado porque los petrodólares lo pueden todo, como el dios todopoderoso moderno.
Agrario, industrial, petrolero
Recordemos que la Venezuela Violenta de Araujo pasó por tres fases aunque se mantuvo bajo una misma lógica de explotación: explica el problema del latifundio y de la tierra, lo agrario, en la Venezuela colonial y pos colonial (después de 1830), y nos explica porqué la industrialización fracasó en nuestro país: por la irrupción del dios dinero, invocado por otro dios que al igual que el Dios de la sociedad está en todos lados y no se ve: el petróleo.
En estas tres fases o períodos, feudales y/o semi esclavistas, agrario atrasado, semi industrial y petrolero importador, está el origen de la violencia explicada por Araujo, y de las frustraciones sufridas por el pueblo y el campesinado durante siglos.
Una manera sencilla para comprender este fenómeno, al menos el de la transición de la Venezuela agraria, terrateniente y semi feudal a la petrolera, es escuchar la canción El Cazador en Caracas, del Cazador Novato: Podemos visualizar el fenómeno de la migración del campo a la ciudad o la desruralización del campo y la creación de cordones de miseria en torno a las principales urbes de Venezuela, sobre todo la capital y los estados petroleros; el choque cultural y el crecimiento de la pobreza en Venezuela.
La derecha nos hizo creer que la reforma “agraria” de 1960 fue la solución al problema de la tierra y el campo en Venezuela. Los campesinos siguieron siendo pobres, y la oligarquía criolla continuó la línea hereditaria colonial de conservar y hacerse de más tierras como medio de detentación de poder, aunque en la Venezuela contemporánea el poder estaba determinado por quien dominara la renta petrolera y los impuestos generados por la explotación de estos recursos.
Vigencia de la Violencia
Hoy la inflación acumulada hasta junio alcanza 25%, siete puntos por encima en relación con el mismo período del año anterior. La burguesía parasitaria, la clase media comercial, y sus vicios, que son los vicios del capitalismo, como la especulación y el acaparamiento siguen golpeando a los venezolanos, a pesar de los grandes esfuerzos de la Revolución Bolivariana.
Seguimos importando cada día más lo que necesitamos y lo que creemos necesitar. El Estado, aunque ha hecho grandes esfuerzos por dinamizar la economía en el campo y desarrollar la industria básica, no logra concretar asuntos fundamentales para por lo menos garantizar con una producción nacional las cuatro papas que comemos los venezolanos todos los días, como bien lo reconoce la FAO.
Además enfrentamos una guerra económica encarnada por la burguesía nacional, la colombiana y sus redes de narcotráfico y paramilitarismo, y los Estados Unidos. Por eso no es casual que estos elementos, sumados a la inflación, sean también el detonante del fenómeno del contrabando de combustibles y alimentos, y artículos de primera necesidad desde el estado occidental del Zulia hacia Colombia.
Producir, no consumir
A 14 años de la Revolución Bolivariana se sigue subsidiando el consumo de alimentos y otros servicios. Y no es que estemos en desacuerdo con satisfacer las necesidades materiales del pueblo, sino en el cómo la satisfacemos.
Aunque cambiamos de gobierno y asumimos el poder, en la práctica seguimos cabalgando el mismo modelo o lógica de relación económica. Para romper con ello, por lo tanto, y acabar con el paternalismo, debemos estimular la producción nacional, pequeña y mediana, cooperativa y estadal, mixta, siempre y cuando se tenga claro que las relaciones económicas determinan nuestro modelo político y social, es decir, que debemos dar un salto cuantitativo y cualitativo.
Como repite Toby Valderrama en sus Granos de Maíz: crear medios de producción social, otro tipo de relaciones económicas, que promuevan y fortalezcan la conciencia del deber social.
"No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino que es el ser social-la sociedad- el que determina la conciencia del hombre", decía Marx. Este pensamiento viene a colación a propósito de la siguiente realidad: ¿Por qué el pueblo venezolano sigue votando por la derecha?
La sociedad al estar determinada por un modo de producción impuesto por las clases dominantes, incluyendo no solo las relaciones de producción (base) si no también su ideología mediante el Estado y las leyes (superestructura), inserta dentro del ser humano valores inherentes al sistema imperante, y en el caso del capitalismo parasitario y rentista de nuestro país, no es otra cosa que el egoísmo y el facilismo por encima del esfuerzo colectivo y la cultura del trabajo social y productivo.
La Venezuela Violenta de Orlando Araujo sigue vigente. La realidad de Venezuela no ha cambiado. No hemos industrializado ni diversificado la economía, a pesar de lograr redistribuir la renta petrolera seguimos dominado por una especie de capitalismo parasitario que vive y usufructúa el ingreso petrolero.
Maracaibo, 15 de agosto de 2013
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