miércoles, 3 de septiembre de 2014

 Movimiento Cultural  Revolucionario
POR CARLOS LANZ

                            “La revolución es cultural o reproducirá la dominación”
PUNTOS DE PARTIDA DE LA INSURGENCIA CULTURAL Y LA CONSTRUCCION DE UNA NUEVA HEGEMONIA SOCIAL
En la construcción una nueva dirección intelectual y moral  debemos valorar y reivindicar los “bolsones de resistencia cultural” donde nuestro pueblo ha preservado elementos de identidad con tradiciones y costumbres que poseen carga revolucionaria:

-- Valores y actitudes solidarias en comunidades campesinas e indígenas.
 -- Modalidades de trabajo cooperativo como la callapa y el convite, como expresión del apoyo mutuo.
-- Gastronomía popular y patrones de consumo saludables y en correspondencia con la producción local.
-- Relación armónica con la naturaleza, que respeta el medio ambiente.
-- Cultura del ahorro y del trabajo creador
-- Formas de comunicación auténtica, centradas en la conversa y el valor de la palabra.
-- Formas de ocio y de recreación donde se dignifica la naturaleza y la persona humana.
--  Valoración de lo público como espacio de encuentro ciudadano, como suelen ser las plazas y otros patrimonios arquitectónicos de los pueblos.
--  Sueños y esperanzas, animados por la religiosidad popular.
-- Fibra patriótica que se enraíza en las gestas y luchas independentistas
La historia local y la tradición oral nos permiten hoy reconocer las comunidades y múltiples espacios sociales, donde estos valores y las prácticas comunitarias asociadas, han resistido todos los embates de la desnacionalización, del desarraigo y la anomia puntofijista, desde la perspectiva de la diversidad étnica y la interculturalidad.
En la actual coyuntura histórica, la revolución bolivariana tiene sabor a pueblo porque enlazó con muchos de estos bolsones de resistencia cultural y los reivindicó como parte de la memoria y del imaginario social de los explotados y oprimidos, siendo esta una de las contribuciones del Cdte. Chávez, quien en su condición de veguero le ha dado golpes mortales a la vergüenza étnica y el desarraigo, en la medida que ha desmitificado la investidura presidencial, la forma de dirigirse al pueblo y reconocer lo propio.
Sin embargo; las prácticas solidarias no son predominantes, ni la reivindicación de la idiosincrasia es un todo coherente, si no que se mantiene muchas veces aislada en colectivos específicos o aparece en forma fragmentada en algunas experiencias sociales.
En tal sentido, para romper la dispersión de nuestros acervos socio-culturales se hace urgente desarrollar una praxis transformadora::
1.- Una de nuestras primeras líneas de trabajo tiene que ver con la investigación y validación de estos bolsones de resistencia cultural, potenciando su desarrollo y articulación.
 El movimiento cultural revolucionario que hay que impulsar, debe desarrollar también estrategias educativas y comunicacionales que permitan construir una nueva dirección intelectual y moral (bajo la inspiración de los aportes gramscianos) pasando de la línea de resistencia a una praxis de mayor insurgencia en el combate cultural, apoyándonos en el legado bolivariano y martiano: “MORAL Y LUCES SON NUESTRAS PRIMERAS NECESIDADES” , “SER CULTOS PARA SER LIBRES” o también como lo indicaba el propio Martí en otra dirección “ AHORA LA FUERZA ESTÁ EN EL SABER”, “LA FUERZA ESTÁ EN SABER MUCHO”. Existe plena coincidencia entre estas claves bolivarianas y martianas, con nuestro planteamiento de cualificar la soberanía política con la DEMOCRACIA DEL SABER. El actual malestar de la democracia sólo puede resolverse con más democracia: NO HAY SOBERANÍA POLÍTICA PLENA SIN SOBERANÍA CONGNITIVA, es decir, sin pensar con cabeza propia, sin investigar y producir conocimiento, sin crear e inventar, en el sentido que lo demandaba Simón Rodríguez.
 2.-Otra línea de trabajo en la construcción de la hegemonía, tiene que ver con los intelectuales orgánicos:
• La revolución  demanda de una labor educativa permanente para formar a los explotados y oprimidos como intelectuales. Este es uno de los cometidos de las misiones educativas, en función de la democratización del saber.
• Incorporación  de sectores intelectuales tradicionales, ganándolos para el proceso de cambio.
• Colectivos revolucionarios que asumen la producción de conocimiento como “intelectual colectivo”.
Estas son tareas urgentes que deben ser asumidas desde el partido, los frentes y movimientos sociales
3.- Uno de los ámbitos donde es vital rectificar actitudes erróneas y promover una nueva mentalidad, es el de la ciudadanía. Como ya vimos, la crisis de identidad y sus secuelas en el desarraigo, hace muy común la conducta irresponsable, una de cuyas manifestaciones se concreta en el desprecio por lo público, tal como se asume en la cultura puntofijista.  En tal sentido, la siembra de  “ciudadanización “ hoy tiene los siguientes ejes
• Apreciar el valor del interés común en la vida social.
• Cuidar y proteger los bienes colectivos.
• Respeto de las normas de convivencia.
• Corresponsabilidad en la acción de gobernar.
• Defensa de derechos y garantías.
• Cultura del ahorro y de la eficiencia.
4.-.Del mismo modo, la política tiene que recuperar su lugar como actividad asociada al bien común, impregnando el conjunto de la vida social. Todo ciudadano, en la perspectiva enunciada anteriormente, es político en la medida que se ve involucrado en los asuntos públicos que son del interés general y participa responsablemente en la resolución de los problemas que afectan a la familia y la comunidad. Darle a la política la dignidad de las cosas sencillas y cotidianas, exige los siguientes cambios actitudinales:
• Dejar de ser una carrera, profesionalizada o especializada: TODOS SOMOS

POLÍTICOS.

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