domingo, 19 de enero de 2014

Sin espita


¿Qué hará la oposición sin elecciones de aquí a diciembre de 2015? Tanto nos acostumbramos a votar que ahora pudiéramos no saber administrarnos. Maryclen Stelling afirma que la oposición concentrará su acción en sus medios, arreciarán sus campañas, las harán más grotescas, fachosas y mamarrachas.
No sería de extrañar porque los medios contemporáneos en el mundo se han vuelto eso, una colección de mentiras a la Joseph Goebbels, machacadas hasta conducir a quienes los leen a ese amasijo de mosconeos vehementes de odio que repiten, que podemos resumir en esta cepa semántica binaria: «Nosotros-somos-la-gente-decente-y-pensante-de-este-país-en-cambio-los-chavistas-son-brutos-ignorantes-y-malandros».
Listo, ¿para qué pensar? Basta inculcar esa raíz codificadora y los demás discursos se articularán automáticamente, irreflexivamente, cual programa de computadora. Los medios seguirán tronando a partir de esta distinción básica: hay gente limpia y hay gente tuqui asquerosa, floja, desdentada, chancletúa, tierrúa, etc. Así hablan quienes sostienen que Hugo Chávez dividió el país. A esa receta se reduce la inteligencia que dicen tener.
De ahí no salen, su repertorio es corto y sin capacidad generadora, por eso tienen que esperar que los medios les dicten qué estribillo corear, tesis brillantes como que los bombillos ahorradores son artilugios de espionaje de Fidel, que las mascotas de Misión Nevado son espías de Cuba, Cuba, Cuba. Con odio, mucho odio o, como diría su líder más esclarecido, con arrechera. Eso es todo, no tendremos sorpresas por ese rumbo.
No hay elecciones, pero los humanos tenemos expedientes ante los ahogos de la vida: el temor a la muerte se resuelve con el expediente de la vida eterna; las enfermedades se curarán con la panacea, ese remedio universal que tanto buscaron los alquimistas. Este gobierno de tuquis va a caer en las próximas elecciones, en la próxima marcha, por un golpe, por una invasión. Pero nada de eso se ve en el horizonte, no hay elecciones, ya no hay marchas ni golpes y los gringos están cada día más apocados, ya casi no invaden.
Ya los gringos no son como los de antes. No hay, pues, espita, esa válvula de seguridad que evita que la olla de presión explote. Y aquí viene mi punto: ¿qué va a pasarle a la gente decente y pensante de este país sin espita? ¿En qué forma van a detonar? ¿Cómo descargarán su arrechera? Aparte de los avioncitos de papel de Orlando, ¿qué otro expediente tienen?
Una catástrofe, dice la ciencia, es una discontinuidad en un proceso continuo. O sea, en español: el primer dominó que cae, el copo de nieve que dispara la avalancha, etc. Cuando se arma una tensión dinámica, voto a Charles Atlas, cualquier pequeña perturbación, un aleteo de mariposa, por ejemplo, puede provocar un estallido mecánico, biológico, social.
Esta ausencia de expediente electoral puede conducir a cualquier cosa, a lo que los físicos llaman una singularidad, una circunstancia en la que puede sobrevenir cualquier cosa. Como vaya viniendo vamos viendo. Se sufre mucho en la oposición.

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