viernes, 26 de julio de 2013

RECTIFIQUEMOS...
O MALCRIADEZ DE MEDIA CLASE

Roger Capella Mateo

     Ay, Alfredo nuestro, Maneiro todopoderoso, que conspiras, condición sine qua non de un revolucionario, para transformar la sociedad venezolana. Cómo lamento y me duele que no hayas tenido la oportunidad de compartir con nosotros, tú que lo conociste primero, que le sugeriste algunas ideas, vivir este privilegio de los revolucionarios que soñamos, estudiamos los grandes maestros de la teoría revolucionaria, pero pudimos disfrutar, aprender a comprender, a respetar y amar por casi 28 años al más grande revolucionario que haya parido esta Venezuela, convertida en patria, de nuevo, por él, Hugo Chávez Frías. Desde allá, la siniestra de Dios, todopoderoso, me imagino que ves con angustias, muchas de las cosas que pasan  en esta tierra de héroes y de heroínas.
    Cuantas horas de discusión, de reflexión, no te costó, mostramos que los caminos recorridos en los años 60 estaban atestados de errores. Errores que los involucrados nunca supieron admitir, reconocer y comprender, que lo aprendido en las escuelas de cuadros, especie de seminarios religiosos del marxismo, o del anarquismo, y peor del trotskismo debían permanentemente contextualizarse y no rezar salmos bíblicos,  en   tanto que, los trabajadores, en su expresión moderna, era mucho más que el y la obrera fabril. La dimensión social había crecido y crece.
    Que cuando se cometen errores, lo revolucionario es decirlo y asumir el costo de las responsabilidades para poder elaborar una política fresca y con la fuerza capaz de conducir a los trabajadores a la toma del poder político. Recuerdo que nos decías que cuando no pudiésemos reunir el equipo nacional u regional, la política de los Causa R, era exactamente lo contrario de la izquierda tradicional. Es así, como  lo que afirmaste en NOTAS NEGATIVAS, no sólo no fue compartido por la burocracia izquierdosa, sino que fue condenado por muchos, con cualquier tipo de calificativos. Y cuando esto nos angustiaba, nos orientabas diciendo, tranquilos, que sólo significa que vamos bien.
    Eran los años cuando estaba en el tapete la cuestión del estado, el marxismo y el eurocomunismo. Por cierto algunos intelectuales venezolanos, suponiendo que estaban con información de primera mano, no esperaban que se secara la tinta de algún libro europeo, cuando ya la reproducían aquí traducido, pero con su autoría. Añitos complicados para los sacerdotes de la izquierda venezolana. Pudieras releer lo escrito por José Sanrona Aldea, secretario general de la organización revolucionaria de los trabajadores -España- publicado en la revista El militante, Junio 1978, su No 13. O bien el discurso de Mijail Gorbachov en el informe político al comité central del PCUS al 27 congreso del partido. Edición de la prensa Novaste. Moscú. 1986. o todo lo escrito por Roger Garaudy o por Don Santiago Carrillo o Togliatti. Buena parte de la izquierda venezolana, vivía de esa y para esa política. Despaldas a lo que pasaba en nuestro País. Todavía en los años 70, habían quienes andaban en la nota de lo que llamaban "la lucha armada", sin reparar en que la provocación de Betancourt, había diezmado a miles de los mejores cuadros de la revolución venezolana.
     Deslindados de esa izquierda desde 1971, con mil dificultades, echándole un camión, pero sobretodo con la lucidez y claridad revolucionaria de Alfredo Maneiro,y a pesar de su muerte temprana,  se pudo desarrollar un movimiento político de los trabajadores venezolanos, de los movimientos sociales, preñados de pueblo, que permitió conquistar la dirección de la empresa que reúne el mayor número de trabajadores en este País, luego, el estado Bolívar, la Alcaldía de Caroní, de Caracas y de Miranda en el estado Carabobo y finalmente, en 1993, ganar las elecciones nacionales ( las cuales no supimos defender), y una cuota de 39 diputados y 9 senadores en el viejo congreso nacional. Ya había comenzado el principio del fin de esa organización que tanto costó construir. Penetrada por factores diversos, terminó en una diáspora, irreparable y el fin de la esperanza de millones de venezolanos.
      En estos días he leído un documento que parece un replay de aquella ortodoxia de los años 60, 70 y 80. Repitiendo las mismas frases que en nombre de las 11 veces que Carlos Marx cita la expresión: "dictadura del proletariado", sin ningún tipo de contextualización, se lanzan como unos cruzados a la defensa sublime del marxismo o del marxismo-leninismo. Me imagino que sienten aplaudidos, venerados, por el articulillo que escribieron después de varias malas crianzas, donde abandonan sus puestos de lucha.

    A veces he pensado, en el aburrimiento de una cola o cuando camino para bajar la barriga y hasta en el insomnio, ¿qué sería de estos teóricos sesudos, estudiosos de toda la literatura de los teóricos europeos sobre la revolución, que han memorizado cada salmo del capital y lo repiten con meticulosidad, siempre igual, como los feligreses que debo oír en la iglesia de al lado de casa?

En que andarían y quien sabría de ellos si no hubiese sido por que un gigante que tuvo la suerte de no ir nunca a una escuela de cuadros de la izquierda, pudo convocar a todo un pueblo, unificando nuestro pueblo, con su diversidad. Creando la unidad cívico-militar, base para que este proceso continúe. En un País rentista como el nuestro, establecer una política que le devolvió la soberanía petrolera y su renta se democratizó, arrancándosela a la burguesía corrupta que por décadas se apropió de ella. Pero además le dio participación y protagonismo a nuestro pueblo. Demostró que la democracia es un instrumento del pueblo, cuando aprende a dar la batalla de las ideas, utilizando la libertad como eje fundamental. Hoy los pueblos del mundo han hecho de Hugo Chávez su referencia y su esperanza de liberación. Los sacrosantos, puros, cruzados, de la más rancia ortodoxia izquierdista, no convocan ni siquiera a toda su familia a sus rituales políticos criptorevolucionarios.
    Este domingo 28 de Julio nuestro comandante eterno cumpliría 59 años, brillante oportunidad para pensar, para reflexionar en extraordinario aporte realizado por él, al pensamiento revolucionario del mundo. Estudiarlo científicamente. Y sobre todo, sería saludable no escudarse en la ortodoxia revolucionaria que en nada se parece al Chavismo. Evitar la enfermedad infantil del comunismo, es una tarea revolucionaria y estudiar a Chávez, comprenderlo y aplicar sus enseñanzas es, también, otra tarea de todos los revolucionarios.    
A veces he pensado, en el aburrimiento de una cola o cuando camino para bajar la barriga y hasta en el insomnio, ¿qué sería de estos teóricos sesudos, estudiosos de toda la literatura de los teóricos europeos sobre la revolución? que han memorizado cada salmo del capital y lo repiten con meticulosidad, siempre igual, como los feligreses que debo oír en la iglesia de al lado de casa. En que andarían y quien sabría de ellos si no hubiese sido por que un gigante que tuvo la suerte de no ir nunca a una escuela de cuadros de la izquierda, pudo convocar a todo un pueblo, unificando nuestro pueblo, con su diversidad. Creando la unidad cívico-militar, base para que este proceso continúe. En un País rentista como el nuestro, establecer una política que le devolvió la soberanía petrolera y su renta se democratizó, arrancándosela a la burguesía corrupta que por décadas se apropió de ella. Pero además le dio participación y protagonismo a nuestro pueblo. Demostró que la democracia es un instrumento del pueblo, cuando aprende a dar la batalla de las ideas, utilizando la libertad como eje fundamental. Hoy los pueblos del mundo han hecho de Hugo Chávez su referencia y su esperanza de liberación. Los sacrosantos, puros, cruzados, de la más rancia ortodoxia izquierdista, no convocan ni siquiera a toda su familia a sus rituales políticos criptorevolucionarios.
    Este domingo 28 de Julio nuestro comandante eterno cumpliría 59 años, brillante oportunidad para pensar, para reflexionar en extraordinario aporte realizado por él, al pensamiento revolucionario del mundo. Estudiarlo científicamente. Y sobre todo, sería saludable no escudarse en la ortodoxia revolucionaria que en nada se parece al Chavismo. Evitar la enfermedad infantil del comunismo, es una tarea revolucionaria y estudiar a Chávez, comprenderlo y aplicar sus enseñanzas es, también, otra tarea de todos los revolucionarios.


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