Por Lázaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformac ión.- Lo que hace unos días sucedió con el presidente boliviano, mi admirado Evo Morales, durante el regreso a su país desde Rusia es incalificable. El no dejarlo sobrevolar el espacio aéreo de ciertos países europeos llama a la indignación. Los países que así actuaron demostraron una vez más su desprecio colonial por todo lo que huela a Latino América. En esta ocasión estuvieron involucradas cuatro naciones del viejo continente, pero bien podían haber estado todas, ya que el racismo y el odio que ellas llevan para nosotros, los que vivimos al sur del Río Grande, está muy bien impregnado dentro de la mentalidad colonialista de sus gobernantes. En el fondo y por encima del fondo, ellos nos miran como si fuéramos inferiores, sentimiento que no hacen mucho por ocultar.
Estos países son tan lacayos de los norteamericanos que no perdieron la oportunidad de congraciarse con los mismos por la forma en que actuaron. Sin embargo, el hecho de no permitir que un Jefe de Estado en función sobrevolara su espacio aéreo por unas horas, alegando que lo acompañaba un ciudadano buscado por la justicia de Estados Unidos, no es nada compatible con la actitud de esos mismos gobiernos que, durante años, permitieron que cientos de vuelos fantasmas de la CIA sobrevolaran sus espacios aéreos cargados de prisioneros sin nombres. Esto demuestra el grado de sometimiento que tienen esas viejas naciones con la gran potencia de América del Norte.
El avión en que viajaba Evo Morales tenía una ruta conocida y aprobada con anterioridad, los aviones de la CIA volaban de un país a otro a su voluntad, solamente reportando el que iban a sobrevolar, sin tener que decir ni el destino al que se dirigían, ni la carga que llevaban y menos los nombres de los pasajeros que ocupaban las naves. Parece que a los jefes no se les hacen preguntas, solo se les obedece.
Nadie sabe de dónde salió la información de que Edward Snowden viajaba junto a Evo Morales en el avión presidencial. Nadie sabe o por lo menos nadie quiere decirlo. El hecho fue que actuaron raudos y veloces para creerlo y cancelar el permiso de vuelo, obligando al avión presidencial a desviarse de la ruta trazada, para tener que terminar en Viena hasta que buscaran la forma de llegar hasta el Atlántico para cruzarlo.
Sonwden no iba en el avión del Presidente, pero vamos a suponer que Bolivia le hubiese dado asilo político y que aprovechando el viaje del avión presidencial hacia aquella nación fuera en el mismo. ¿Qué derecho tenía alguien para evitar que pudiera efectuar ese viaje? Este caballero lleva muchísimos días viviendo en la sala de tránsito del aeropuerto de Moscú y según las autoridades de Rusia, es completamente libre de viajar al país que más le convenga. Snowden no es un prisionero de nadie, ni tan siquiera un prófugo de la justicia europea. Es solamente un ciudadano norteamericano que es reclamado por su país para ser juzgado por delitos altamente conocidos.
Ante esa realidad, se puede entender que, si el avión presidencial boliviano hubiera tenido en ruta el espacio aéreo norteamericano, estos no lo dejaran pasar, pero ningún país europeo tenía argumentos legales para tomar la despreciable decisión que tomaron. Es más, es hasta ridículo que, en los momentos en que andan hipócritamente insultados porque las agencias de inteligencia norteamericanas los han estado espiando para saber hasta el nombre de la pasta de diente que usan, vengan a negarle su espacio aéreo a un avión por la sospecha de que en el mismo viajaba nada menos y nada más que el hombre que sacó al aire la información del citado espionaje por el supuesto aliado. Si fueran honrados y sinceros con su supuesta indignación contra los Estados Unidos, lo que debieron haber hecho fue darle asilo al que los alertó del espionaje. Ellos no tienen base ninguna para sentirse ofendidos con la inteligencia de Estados Unidos, ya que, como afirmó hace unos días el presidente norteamericano, y con lo cual estoy de acuerdo, los europeos hacen lo mismo con otros países.
Todas las naciones de América Latina han repudiado la actitud humillante tomada por los europeos en contra de uno de los nuestros. Evo Morales merece todo el respeto que los colonialistas del viejo continente le han negado, esos que se sienten tan prepotentes ante nosotros y tan enanos frente a los Estados Unidos. Es por eso que me alegra de sobremanera que desde Washington sepan lo que hacen y lo que dicen y que tengan que soportarlo sumisamente y con quejas de plañideras. El amo los espía y tienen que aceptar que lo haga.
Pobre de la Vieja Europa que su delirio de grandeza solo le sirve para tratar de humillar a un hombre honrado, bueno y defensor de los humildes.
*Lázaro Fariñas, periodista cubano residente en EE.UU.
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