sábado, 3 de diciembre de 2011


"A Cano no le preservaron la vida": Arzobispo de Cali
Nación Darío Monsalve el arzobispo de Cali que a través de una carta argumentó que la operación contra Alfonso Cano fue un fusilamiento, se sostiene en su reflexión y de paso critica las marchas contra las Farc y la pena de muerte a la que están sometidos los guerrilleros.
En el momento menos indicado y de un vocero inesperado, el país fue sorprendido con las reflexiones del arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve Mejía, en torno al posible exceso de fuerza usado por los militares que desarrollaron la operación del 4 de noviembre de 2011 donde fue abatido el jefe de las Farc Alfonso Cano.

Sus opiniones cayeron en varios sectores como un baldado de agua fría ya que el país atravesaba por el doloroso episodio de enterrar a los cuatro uniformados secuestrados por la guerrilla pero que fueron fusilados como retaliación tras advertir la presencia cercana del ejército.

Por todo ello sus declaraciones consignadas en una carta que publicó el lunes 28 de noviembre en la página web de la arquidiócesis de Cali y que de inmediato retomaron los medios, fue considerada por muchos como atrevida pero al mismo tiempo valiente, al convertirse en la única voz de peso en cuestionar la histórica operación en la que murió el máximo jefe de la guerrilla.

Sus reflexiones no sólo le apuntan a la muerte de Cano; también se refiere a la ruleta rusa en la que se encuentran los secuestrados por la forma como maneja el tema el gobierno; critica las marchas contra la guerrilla e insiste en la necesidad de una salida negociada del conflicto y afirma que por cuenta de esa guerra el país se está acostumbrando a las muertes y resultó ser un histórico contradictor del ex presidente Uribe. SEMANA entrevistó al obispo para conocer a fondo lo que piensa de esos temas.

SEMANA: ¿Por qué dice que a Alfonso Cano le aplicaron la pena de muerte?

Arzobispo Darío de Jesús Monsalve Mejía: La reflexión va dirigida a la primacía de la vida humana tanto de los secuestrados, pero también la vida del victimario o agresor cuando está reducido. Es en ese contexto considero que reducir un jefe guerrillero a la impotencia era muy valioso para los secuestrados y para estos procesos donde necesitamos voceros. No tenemos voceros de las Farc a la mano y los que había fueron extraditados a EE.UU.

SEMANA: En su carta deja entrever que en esa operación hubo un fusilamiento...

Mi conclusión no es esa porque no tengo los elementos, pero lo que escuché de los jefes del ejército en entrevistas radiales después de la muerte de Alfonso Cano, me preguntaba ¿por qué no lo capturaron si tenían toda la tecnología y mil hombres encima?

SEMANA: Insisto, para usted ¿Cano fue fusilado? 

Yo digo que no le preservaron la vida como está mandado constitucionalmente.

SEMANA: Eso en otras palabras quiere decir que para usted, ¿Cano fue ejecutado? 

Ejecución significa un homicidio preterintencional, yo lo dejo a la reflexión de quienes están involucrados si fue premeditado. Eso es lo que estoy pidiendo que se revise, no sólo el caso de Alfonso Cano, sino que ya todo ese tema con los cabecillas hace creer que hay una sentencia a muerte pase lo que pase.

SEMANA: ¿Se puede comparar entonces lo de Cano con el ajusticiamiento de los cuatro secuestrados ocurrido el sábado anterior? 

Eso no es equiparable porque estamos en dos condiciones absolutamente distintas. En primer lugar los secuestrados estaban encadenados y prisioneros mientras que Cano era un luchador que fue reducido a impotencia.

SEMANA: En su reflexión afirma que hubo desproporción absoluta, de sometimiento y reducción de las Fuerzas Militares contra Cano, un hombre que usted describe como de 60 años, herido, ciego y solo.

Esa descripción corresponde exclusivamente a lo que recibimos los colombianos por parte de los medios de comunicación en torno a ese hecho.

SEMANA: Hay quienes interpretaron su carta como un duelo hacia Alfonso Cano. ¿Qué les responde? 

Yo rezo por Alfonso Cano y todos nosotros, pero en este caso soy doliente de los secuestrados.

SEMANA: ¿Conoce detalles inéditos de esa operación militar en la que fue abatido el jefe guerrillero? 

No. Reitero que la información que manejo es la que publicaron los medios de comunicación.

SEMANA: ¿Cree que en las operaciones contra Raúl Reyes y el Mono Jojoy hubo exceso de fuerza y se aplicó pena de muerte?

Aunque no tengo elementos suficientes para hacer un análisis sincero del tema, me pregunto y lo hago al país ¿es correcto que se programen ese tipo de acciones con todo lo que implica?

SEMANA: ¿Rescatar a los secuestrados es una sentencia de muerte? 

El rescate es una ruleta rusa en la que está contenida la sentencia de muerte. Ya ocurrió en Urrao; los diputados del Valle en un hecho que no ha tenido claridad y sucedió ahora.

SEMANA: ¿Por qué afirma que el manejo gubernamental del tema de los secuestrados es una infinita frustración?

Porque desde el Gobierno Uribe y ahora el de Santos, siempre han mantenido cero iniciativas para un acuerdo humanitario.

SEMANA: Usted dice que en esta guerra contra las Farc hay crueldad de lado y lado...

La gran victoria de la subversión y los violentos sobre la sociedad civil y el Estado, es que nos habitúan a su violencia y nos contagian de su mismo espíritu de violencia. Existe mucha crueldad y para entender esa frase miremos el monstruo en el que se convirtió las Autodefensas en su lucha contra las Farc. Estamos frente una odiosidad civil y animadversión fundada contra todo aquel que se acerque a ese tipo de gente.

SEMANA: Pero suena injusto equiparar la crueldad de las Farc con los errores cometidos por las Fuerzas Militares...

Crueldad es crueldad y yo creo que un Estado democrático y con una sociedad organizada tendría que marcar diferencias y eso se hace con los medios o métodos que se utilizan. Decía Gandhi que los medios son a los fines como el árbol a los frutos.

SEMANA: Además, argumenta que la captura de los guerrilleros debe ser el objetivo legal...

El objetivo no es matar. Si las armas se ponen en manos de un soldado y un policía para que maten, yo creo que corrompen el espíritu de la fuerza pública. Estos temas los he discutido con militares en mis visitas pastorales y recuerdo que una vez un soldado en Boyacá me respondió con un fusil en la mano “obispo esto se hizo para matar”. Por eso no soy amigo que retornemos a la justicia penal militar.

SEMANA: ¿No teme que sus declaraciones sean interpretadas como solidarias con las Farc?

Creo que el gobierno del presidente Santos es abierto a estas búsquedas en Colombia y con él se volvió a hablar del conflicto armado, víctimas y lo humanitario. Creo que hay una búsqueda y una apertura a nuevas opiniones y eso es algo que vengo haciendo desde hace muchos años, incluso como columnista en diarios regionales.

SEMANA: ¿Reconoce entonces que sus opiniones tienen talante de izquierda?

No me clasifico entre izquierda y derecha; me clasifico como un pastor de la iglesia que trata de llevar el sentido de lo cristiano y el evangelio a estos temas.

SEMANA: También concluye que la guerra está centrada en la relativización del homicidio, por encima del derecho a la vida... 

Ese es mi tema preferido como colombiano. La violencia es un cáncer que no basta con quitarle la cabeza a la culebra. Hemos llegado al extremo de afirmar que hay muertos buenos en esta guerra; como diría el Quijote, son aquellos que “vosotros matais”. Eso es maniqueo y el país en ese tema ha sido también maquiavélico.

SEMANA: ¿Por qué considera inútiles las marchas contra las Farc?

Porque son parciales y en el conflicto hay dos actores: El Gobierno y las Farc. En este caso esa parcialidad le da un sesgo a las marchas. No debemos olvidar que el principal propósito es traer con vida a los secuestrados.

SEMANA: Usted insiste en un Acuerdo Humanitario, ¿cuáles serían las bases para llegar a esa etapa? 

No son enemigos irreconciliables, hay que abrir los espacios porque esta guerra no puede ser infinita; debemos buscar esos voceros y ya tenemos algunos ejemplos como Colombianos y Colombianas por la Paz, los obispos y los gobiernos amigos. Ya pasó la época de conflicto con los vecinos y podemos acudir a ellos.

La única manera de garantizar que no ocurran más crímenes de secuestrados es el nacimiento de conversaciones y que se autoricen delegados para dialogar. Tenemos que bajarnos de la prepotencia en que nos montamos pensando que esto sólo acaba con exterminio.

SEMANA: ¿Es posible llegar a un acuerdo con las Farc sin el derecho a participar en política?

Desde luego que no. Lo importante es que les demos la posibilidad de vivir bien sea en una prisión o un enclave.

SEMANA: ¿Cuál es su trayectoria dentro de la iglesia católica?

Soy sacerdote desde el año 1976, ordenado en la Diócesis de Jericó en el suroeste antioqueño. En 1993 fui ordenado obispo auxiliar de Medellín hasta finales de 2001 y en 2010 me trasladaron a Cali como obispo coadyutor y el 21 de junio de este año me posesioné como arzobispo.

SEMANA: ¿Dónde nació? 

Soy de Valparaiso Antioquia, conocida en la historia por ser la patria de Rafael Uribe Uribe.

SEMANA: Por ser de esa zona de Antioquia conoce al ex presidente Álvaro Uribe Vélez.

Claro, me conozco con él y en especial cuando fui obispo auxiliar de Medellín y estuve muy involucrado en las comunas con el tema de defensa de la vida, acuerdos y convenios entre grupos armados ilegales para aclimatar el tema de convivencia y paz.

Por esa razón tuve relación muy directa con el entonces gobernador Álvaro Uribe y su secretario de gobierno el difunto Pedro Juan Moreno en temas polémicos como Las Convivir, al cual me opuse diametralmente.

SEMANA: ¿Y cuáles eran las discrepancias de fondo para entonces?

Siempre pensé que se camuflaban las autodefensas en el famoso derecho a la defensa propia y se involucraba a los civiles en empresas militares y se abría una puerta inmensa para la delincuencia armada.

SEMANA: ¿Se considera enemigo público del ex presidente Uribe?

No, yo lo aprecio y él me aprecia y nos mandamos saludos muy seguidamente.

SEMANA: ¿Qué le han dicho sus jerarcas por estas reflexiones que hace públicas y por fuera del libreto oficial?

Nosotros nos respetamos. Una vez cuando el gobernador Uribe pidió ser escuchado en la Conferencia Episcopal para defender las Convivir, recuerdo que me opuse y a raíz de eso convinimos hacer una reunión entre los obispos de Antioquia y Chocó con el gobernador y su secretario de Gobierno. Discutimos pero en el fondo encontramos fórmulas de arreglo entre los obispos.

En otra ocasión Uribe Presidente fue a preguntarle a los obispos su opinión sobre la Ley de Justicia y Paz; pedí la palabra y expresé la necesidad de tener en claro todo el tema de la legalidad de las tierras en manos de testaferros y traje como ejemplo lo ocurrido en Salgar, el pueblo de Uribe.

SEMANA: ¿Todo ese conocimiento del conflicto armado colombiano le ha permitido integrar algún comité de diálogo? 

No, siempre he actuado a título personal y a nombre de las parroquias donde he estado en Medellín, donde fundamos un programa arquidiocesano de reconciliación que es un espacio para los ex miembros de distintos grupos y organizaciones. En el Chicamocha entre Málaga, Santander y Soatá, Boyacá, con la pastoral social diocesana se abrió un programa de apoyo a niños huérfanos de la violencia y viudas.

SEMANA: ¿Ha sufrido amenazas?

Polémicas y controversias abiertas con algunos generales del ejército, como el caso del general Fabio García de la Brigada de Bucaramanga o con otro general de Boyacá donde fui acusado de colaborador de las Farc por un lado y las autodefensas por el otro, precisamente por esa labor de acompañamiento a las víctimas.

SEMANA: ¿Qué mensaje le enviaría a Timochenco?

Sencillamente que acepte que la vida de los secuestrados es sagrada y sacramental para la convivencia y reconciliación de los colombianos. Libérenlos ya o faciliten los términos para un Acuerdo Humanitario.

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