viernes, 30 de diciembre de 2011


Que gane el pueblo, no sólo en las urnas
2012 el reto
Por: Julio Escalona


El reto no es sólo ganar las elecciones. Es ganarlas organizando, educando, movilizando y actuando para que el pueblo sea poder. Podemos ganarlas en las urnas y perderlas en la conciencia y en el inconsciente popular, si las ideas que quedan reforzadas son ideas capitalistas, que fortalezcan las soluciones individuales y en general, las soluciones que vienen desde poderes externos, como el Estado, alguna iglesia o algún monopolio empresarial con “responsabilidad social”.
Podemos ganarlas fortaleciendo las soluciones materialistas, regalando electrodomésticos, por ejemplo, o ganarlas educando en el camino del esfuerzo popular deliberado, consciente, sobre la necesidad de cambiar las relaciones de dominación. Si ocurre lo primero, las habremos perdido en función de la construcción de un proyecto de transformación revolucionaria de la sociedad.
Es necesario reivindicar el espíritu de abril de 2002, cuando el pueblo derrotó el golpe de Estado actuando en circunstancias difíciles: con el líder de este proceso, el Presidente Chávez, prisionero e incomunicado, con la TV y las emisoras de radio públicas clausuradas, con los canales privados silenciando lo que ocurría. Las redes populares tuvieron un papel protagónico y fueron capaces de movilizarse para derrotar a los golpistas y salvar el proceso bolivariano contribuyendo al retorno del Presidente Chávez. Nadie les ofreció una nevera, trabajo, etc. Desde 1999 a través de la acción de gobierno y la labor de pedagogía política que el Presidente Chávez realizó y la acción de miles de activistas revolucionarios desplegados por el país, se fue forjando una conciencia que permitió entender que el golpe era abiertamente contrarrevolucionario, que era contrario a los intereses populares. Tanto intuitiva como conscientemente la gente se lanzó a la lucha. Sin miedo, con esperanza, con fervor. Por eso el golpe fue derrotado.
Recordar esa experiencia es clave para comprender y planear lo que ahora debemos hacer. Si algo hay que hacer es estimular, fortalecer y favorecer el papel protagónico de las redes populares, de ahí la importancia del Gran Polo Patriótico.
No una simple maquinaria que se coloque por encima de la gente para dar órdenes, lanzar directivas, consignas y sacar cuentas de cómo esas acciones se traducen en votos. Este camino nos puede conducir a una victoria electoral, pero a una derrota estratégica. Incluso, por ese camino, una victoria electoral contundente no es segura.
¿Lo dicho significa que los partidos deben ser dejados de lado? No. Nadie deja de lado a nadie, a quien actúe guiado por los intereses populares, formando parte de ese torrente revolucionario constituido por el pueblo chavista, nadie lo deja de lado pues forma parte del proceso de cambios. Se puede quedar a un lado el partido-iglesia, los nuevos sacerdotes, el partido-maquinaria, el partido que considere a las redes populares como correas de transmisión, tal como lo ha señalado el Presidente Chávez.
Cuando Saddam Hussein fue derrotado en la Primera Guerra del Golfo, Fidel sacó una conclusión que vale la pena recordar: había un gran ejército, pero no un gran pueblo. Eso significa, creo, que ninguna maquinaria, orientada a “introducir” la conciencia en el pueblo, ninguna campaña fundada en dádivas, nos proporcionará una victoria estratégica. Puede que una victoria electoral, pero eso, que es necesario, no es suficiente.
La batalla no será sólo en las urnas. Nuestras elecciones son parte de la guerra perpetua del capital financiero contra la humanidad y el planeta.
A las fuerzas imperiales no les interesan estas elecciones. Pero si hacemos, lo que debemos hacer, me parece que llegaremos hasta allá y ganaremos táctica y estratégicamente. Si no, podríamos no llegar debido a procesos de desestabilización que tratarían de impedir las elecciones; o podríamos llegar a ellas, ganarlas, con sectores opositores, que como parte del proceso de desestabilización previo, aparezcan gritando fraude para tratar de generar enfrentamientos violentos, que sin subestimar la preparación para la defensa, deben ser derrotados, en el campo político (que es también parte de la defensa), para lograr que todo el proyecto en marcha dirigido a aislarnos políticamente en los escenarios mundiales, se quede sin efecto, pues si conseguimos eso podríamos impedir la intervención de fuerzas transnacionales en Venezuela.
Los acuerdos de sectores de la oposición con Uribe, son un buen indicador de los planes en desarrollo y de lo que podemos esperar de un narcotraficante organizador de grupos paramilitares como Uribe. Ya este año, antes de salir de la Presidencia de la República de Colombia, organizó una maniobra contra Venezuela a través de la OEA, que de haber tenido éxito, hubiese significado el lanzamiento de un ataque militar contra nuestro país, organizado desde territorio colombiano. Las iniciativas políticas y diplomáticas emprendidas por el Presidente Chávez lograron derrotar esta maniobra uribista.
La caída de Siria puede ocurrir en cualquier momento, pues el proceso de reconfiguración y recolonización del mundo continúa cada vez con más fuerza. El imperio sigue debilitando al Sur, fragmentándolo, tratando de aislar y llegado el caso destruir, a los países como Venezuela y los liderazgos como el del Presidente Chávez, que son ejes esenciales de la resistencia contra la ofensiva imperial.
La política como la continuación de la guerra por otros medios
Mientras más profunda es la crisis del capital, más toma cuerpo la guerra como la manera de dirimir los conflictos políticos. Pero esta es una guerra que avanza rodeada de iniciativas políticas y de la formación de amplias alianzas, tratando de concentrar las fuerzas en un punto determinado, para tener desde el punto de vista táctico una ventaja contra nosotros de diez contra uno. Así fue derrotado Irák, fue invadido Afganistán, fue derrotada Libia y se está concluyendo el cerco político contra Siria, que eventualmente puede conducir al derrocamiento del actual gobierno sirio, lo que reforzará el cerco contra Irán.
No debemos confundirnos. La intensificación de los esfuerzos bélicos y la ofensiva militar, no significa que hayan renunciado a la política. Todo lo contrario. Lo que han hecho es desarrollar otra política convirtiéndola, para los fines imperiales, en la continuación de la guerra por otros medios.
Como he dicho en otros lugares, la decisión de ir a la guerra está tomada, las fuerzas militares están desplegadas estratégica y tácticamente. Ese despliegue estratégico y táctico se refuerza día a día, pero sólo los éxitos políticos orientados a justificar la guerra, hacen que esta sea posible. Las victorias militares del imperio significan, entre otras cosas, que previamente hemos sido derrotados políticamente.
La alianza mundial por la paz
La superación de la crisis sistémica y civilizatoria que vive el capital, lo obliga a intensificar la recolonización y reconfiguración del mundo, lo que ha conducido a una situación de tolerancia y convivencia que tiende a cero, pues la superación de dicha crisis significa, entre otras cosas, profundizar la guerra por los recursos naturales, especialmente por hidrocarburos. Los resultados de la Conferencia de Durban sobre cambio climático, confirman que los países desarrollados intensificarán sus emisiones de CO2 (dióxido de carbono).
Para garantizarse el combustible que necesitan, intensificarán como es el caso de EEUU, su propia producción de petróleo, lo que significa apelar a la utilización de un tipo de petróleo cada vez más contaminante y con costos de producción más altos. Por otro lado, tratarán de capturar las reservas de petróleo y gas existentes en el mundo, lo que los lleva a intensificar la desestabilización, el derrocamiento de gobiernos y las guerras de anexión contra los países que poseen reservas de petróleo y gas, lo que no incluye sólo a Venezuela, sino a países como Rusia. Con China el conflicto es por el control de las fuentes de abastecimiento de combustibles y por las vías de transporte. Por tanto, destruir los gobiernos que se oponen al avance de la globalización neoliberal, no es una posibilidad, es una decisión tomada. Ello no es una fatalidad. La decisión de destruir Cuba ha sido tomada y está tomada. Sin embargo, Cuba ha resistido y continúa resistiendo.
La defensa de Cuba ha sido posible, principalmente, porque la dirección del proceso cubano ha sabido construir un frente mundial contra la agresión a Cuba. La gran tarea es pues, según mi opinión, construir una gran alianza mundial por la paz, que pueda enfrentar y derrotar en el terreno político, a la alianza por la guerra, que a través del Pentágono y la OTAN, el capital financiero ha venido estructurando.
Esta alianza se viene haciendo fuerte en regiones estratégicas del Sur. En África, en el Medio Oriente, en Asia-pacífico y en América Latina (entre otras medidas, con la movilización de la IV Flota de EEUU), lo que se corresponde con las conclusiones de la reunión que la OTAN, monitoreada por el Pentágono, realizó en Lisboa, en diciembre del año pasado, donde formalizó la decisión de convertirse en una fuerza transnacional y se decidió la profundización del despliegue estratégico y táctico de fuerzas militares que se realiza hoy a través del planeta. Por eso, simultáneamente con su despliegue en el Sur, fortalece el cerco estratégico contra China y Rusia y como parte de ello, la creación de nuevas bases militares tanto en Corea como en Australia, dirigidas contra China, y los sistemas de misiles y antimisiles que se están colocando en países de Europa del Este, dirigidos contra Rusia.
El multilateralismo tradicional centrado en la ONU, está siendo sustituido por un multilateralismo centrado en el uso de la fuerza y las alianzas militares.
El tema de la ONU lo he abordado en otros escritos. En mi opinión no tiene otra salida que la refundación o reinvención como proceso que combine la participación popular con la acción de los gobiernos progresistas. De lo contrario, la ONU seguirá siendo utilizada para legitimar agresiones, invasiones, en fin, para legitimar los planes imperiales fundados en la globalización neoliberal.
He propuesto el Plan ONU 2015, que debe marchar como un proceso de pedagogía y movilización política transcontinental, que facilite que los pueblos del mundo se enteren de como el actual sistema multilateral, que tiende a ser controlado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, es un instrumento clave para la desestabilización, derrocamiento y destrucción de gobiernos, la liquidación de la soberanía nacional, la desintegración y disolución de naciones y continentes, la comercialización y deterioro de los ecosistemas como base para el triunfo de la integración transnacional propiciada por la globalización neoliberal.
El plan ONU 2015 tiene esa fecha como referencia, pues para ese año la ONU cumplirá 70 años de su fundación. Resulta obvio que los pueblos tienen derecho a reclamar que la ONU le rinda cuentas al mundo, a los pueblos, sobre todo porque probablemente ella esté envuelta en crímenes de lesa humanidad, en el crecimiento de la pobreza y otras calamidades que han afectado gravemente a la humanidad. Este proceso debería culminar con una gran Asamblea de los Pueblos.
La reforma de la ONU para su transformación positiva, no es posible dentro de los actuales límites establecidos por la propia Carta de las Naciones Unidas. Ella debe partir desde fuera, desde las redes populares y los gobiernos progresistas, dándole relevancia a la acción cuestionadora que se realice desde dentro.
La transformación de la ONU no es una cuestión separada de los intereses populares. Afecta la vida cotidiana de los pueblos, si no, sería interesante preguntárselo a los pueblos de Irak, Libia u otros pueblos africanos, que han experimentado las intervenciones de la ONU. O más cerca, al pueblo de Haití.
Más grave es que subrepticiamente está avanzando un proceso de privatización de la ONU. No viene al caso detallarlo ahora. Está centrado en organismos que integran el sistema de Naciones Unidas, pero el plan a largo plazo es colocar representantes del capital privado en la Asamblea General de las Naciones Unidas, quitándole su carácter de asamblea interestatal.
Ese plan unido a la suplantación de las responsabilidades de la ONU por alianzas militares supraestatales, que han ido militarizando las relaciones internacionales como parte del proceso de guerra permanente desatado por el capital financiero, nos ilustra acerca de una situación mundial cuyo desenvolvimiento avanza contra los intereses de la humanidad y del planeta.
La recesión como instrumento de la reconfiguración del mundo y la sociedad
La recesión económica avanza como parte de la ofensiva del capital financiero para reestructurar el aparato productivo, las relaciones sociales de dominación, los sistemas de información y todos los procesos de generación de cultura a escala mundial. Esta ofensiva no tiene pausas y está dispuesta a liquidar cualquier obstáculo a este proceso de reorganización del planeta, de la naturaleza y de la humanidad. En este sentido, la recesión, además de un proceso económico, es un proceso político de reorganización de la dominación y reforzamiento de la dictadura del capital.
La democracia, la soberanía de los pueblos, los derechos humanos y de la madre tierra, todo está siendo sacrificado en el altar de los procesos de privatización, desde las cárceles hasta las guerras, pasando por la ONU, los ecosistemas y los más íntimos y esenciales proceso de creación humana y natural.
Es verdad que el capital vive una crisis profunda, crisis que algunos consideran como terminal. Sin embargo, está dispuesto a jugársela en un proceso donde para salvarse, el capital está dispuesto a destruir a la humanidad y al planeta.
Reorganizar y unir al Sur
La CELAC, UNASUR, la ALBA, el Banco del Sur, el SUCRE (Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos), son pasos muy importantes para enfrentar la globalización neoliberal y la ofensiva del capital financiero y apuntalar la soberanía política y la integración de las naciones del Sur sin subordinarse, complementándola con la necesaria autonomía fiscal, financiera y monetaria, para tratar de eludir las trampas de la integración transnacional.
Creo que se han preparado las condiciones para reagrupar y reorganizar al Sur, que se encuentra disperso y muy debilitado. Al liderazgo de Venezuela y en particular del Presidente Chávez, le toca cumplir un gran papel en este proceso orientado a detener la ofensiva militar y política del capital financiero, que viene arrollando a los pueblos con el uso combinado de medidas políticas (desestabilización, tácticas de aislamiento internacional, desórdenes, guerra civil, como ocurre ahora en Siria), económicas (los paquetes neoliberales, como ocurre en toda Europa) y militares (que fue la culminación de la intervención en Libia). Detener esa ofensiva es una manera de detener las acciones para derrocar al gobierno bolivariano.
No hay una política exterior y una política interior, de la que formaría parte la política electoral.
No, hay una sola política. Una política que una a gobierno y pueblo para derrotar la ofensiva imperial, la más poderosa que hayamos conocido en la historia de la humanidad, que combina política, economía y finanzas, ciencia y tecnología muy sofisticadas, monopolio de la información y de la cultura (que crea la posibilidad de modificar la realidad e imponer la que los intereses del capital determinen), la extensión del hambre (la verdadera bomba solo mata gente) y las epidemias, y la más poderosa fuerza militar que la humanidad haya conocido, que incluye armas nucleares de última generación y las más tenebrosas armas de configuración no nuclear (como ejércitos de robots, mortales armas químicas y biológicas y generaciones de armas que todavía no han sido mostradas), como instrumentos para la extensión de la dictadura del mercado sobre toda la humanidad, a través de nuevas leyes que anulan los derechos humanos y toda clase de aberraciones legitimadoras de la tortura, las cárceles clandestinas, las detenciones sin fórmula de juicio, la pena de muerte por cualquier sospecha de que alguien pueda ser terrorista, la censura de las informaciones que circulan por Internet y por cualquier otro medio…
Tenemos que lograr a través de la movilización política que sus armas se conviertan en piezas de museo. Así fue en Vietnam, donde perdieron la guerra pues no pudieron desplegar todo su poderío militar, pues políticamente fueron maniatados. Así también ha ocurrido en Cuba, donde la invasión ha sido detenida.
Este no es simplemente el contexto de nuestras elecciones. Ellas están integradas en ese proceso transnacional de guerra perpetua.
En consecuencia, no sólo necesitamos una buena campaña electoral. Necesitamos que ella sea parte constitutiva de una estrategia de resistencia-defensa y ofensiva contra el capital financiero y en consecuencia, detener los procesos de reconfiguración y recolonización de la humanidad y el planeta.
Sería absurdo, que mientras esta sea la situación mundial y los planes imperiales, estemos perdiendo el tiempo en maniobras y zancadillas electorales. No se puede permitir que el espacio electoral vaya copando toda la escena, mientras el imperio se mueve en espacios no electorales organizando la desestabilización del gobierno bolivariano, una feroz campaña mediática nacional-mundial de descrédito, acciones de grupos paramilitares asociadas a las bandas de traficantes de drogas y grupos gangsteriles, a políticos de la oposición…
La victoria que necesitamos en octubre de 2012, es de carácter estratégico, que no se limita sólo a sacar más votos. Eso es importante, pues en fin de cuentas, hay que contarse y sin duda, la victoria electoral para que tenga posibilidades de ser reconocida debe ser por amplia mayoría.
Pero para que eso ocurra, es imprescindible reunir una fuerza nacional-mundial capaz de derrotar la desestabilización, las campañas de descrédito, las acciones de los paramilitares, los desórdenes encabezados por bandas gangsteriles y de narcotraficantes, en fin, las acciones organizadas por el uribismo y sus cómplices internos orientadas a la destrucción del proceso bolivariano. Sobre todo es imprescindible gobernar bien. No ser simples gestores de los problemas populares, sino factores de la concienciación popular y de la maduración del pueblo oprimido como poder.
Concluyo este artículo con lo dicho en el primer párrafo:
El reto no es sólo ganar las elecciones. Es ganarlas organizando, educando, movilizando y actuando para que el pueblo sea poder. Podemos ganarlas en las urnas y perderlas en la conciencia y en el inconsciente popular, si las ideas que quedan reforzadas son ideas capitalistas…
Y llamando a reivindicar el espíritu de abril de 2002, el espíritu de la rebelión y la rebeldía popular, que sabe muy bien por qué sale a la calle o también, porque vota de una manera o de otra.
Nota: si alguien desea conocer más ampliamente mis opiniones sobre los problemas relacionados con las campañas electorales chavistas y los últimos resultados electorales, lo invito que lea mi pequeño libro titulado: Notas Urgentes sobre el 26 de septiembre, editado por Fundarte, que se refiere a la valoración política de los resultados de las elecciones parlamentarias de septiembre de 2010.

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