Cinco meses después de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, en un año marcado cruelmente por la violencia, nació en el municipio de La Plata, ubicado en el departamento de Huila, el día 30 de septiembre de 1948, el colombiano Luis Edgar Devia Silva, conocido en la actual historia revolucionaria de su país como Raúl Reyes, su nombre de combate en las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Casi seis décadas después, en otro año cruel y violento para las mayorías colombianas, Raúl Reyes fue asesinado cobardemente en un campamento internacional de paz establecido en Sucumbíos, República de Ecuador, en la madrugada del sábado primero de marzo de 2008.
Los militares asesinos de Colombia, que invadieron territorio ecuatoriano apoyados por el gobierno estadounidense de George W. Bush durante la llamada “Operación Fénix”, primero lanzaron diez bombas de 226 kilogramos en un radio de 600 metros, en el corazón del campamento de paz, establecido dentro de un país pacífico, soberano y solidario: Ecuador. Una hora después del bombardeo, los militares colombianos, enemigos de los pueblos de nuestra América, incursionaron en la zona con helicópteros Black Hawk. Tenían la intención de exterminar a los insurgentes y a los acompañantes que habían sobrevivido al bombardeo. Las investigaciones, realizadas por autoridades ecuatorianas, demostraron que varios de los seres humanos fallecidos durante la invasión gubernamental colombiana, fueron ultimados con disparos a quemarropa.
Raúl Reyes cayó defendiendo principios bolivarianos de unidad para la justicia y la paz de Colombia y de los países de nuestra América. Era un insurgente revolucionario que luchó primero pacíficamente como militante de la Juventud Comunista en los años 60 del pasado siglo XX, época en la que también incursionó en el sindicalismo independiente, destacándose como líder de los trabajadores en una planta procesadora de lácteos perteneciente a Nestlé en el departamento colombiano de Caquetá.
Militante del Partido Comunista Colombiano (PCC), Raúl Reyes, privilegió siempre el camino de la paz, por la paz y hacia la paz. Escogió la vida de combatiente cuando comprendió que el sistema político que oprime a Colombia, desde los años 40 del siglo anterior, es manejado por una mafia que se opone violentamente a cualquier cambio de fondo para transformar la vida cultural, económica, política y social.
Raúl se hizo fariano y desde las FARC aportó al diálogo y ayudó a buscar una salida política al conflicto armado. Se casó con Gloria Marín, una de las hijas del comandante Manuel Marulanda Vélez, fundador de ese movimiento de liberación nacional. Antes de participar activamente en la insurgencia política se desempeñó como concejal en La Plata por el PCC. Fue un compañero internacionalista, solidario con las luchas de los pueblos: cubano, guatemalteco, nicaragûense, panameño, salvadoreño, así como con las causas justas de todos los países de la tierra. Visitó naciones de Europa Oriental en los años setenta, conoció varios proyectos de socialismo y aspiró a la unidad de los países americanos, como lo habían propuesto Simón Bolívar y José Martí en las luchas del siglo XIX y Ernesto Che Guevara en el siglo XX.El insurgente bolivariano representó a las FARC en varios encuentros organizados por el Foro de Sao Paulo.
En 1995 intercambió conceptos acerca de la importancia de buscar una salida política al conflicto armado en Colombia. Dialogó con representantes de México, Brasil, Argentina y Venezuela, entre los cuales se encontraba Hugo Chávez Frías, ahora Presidente de la república bolivariana.
Cuatro años después de esa edición del Foro de Sao Paulo, Raúl Reyes participó como portavoz de las FARC en el proceso de diálogo con el gobierno de Andrés Pastrana Arango (1998-2002). Acompañó en una gira por Europa a Víctor Ricardo, asesor de paz gubernamental. Desde entonces varios partidos políticos y organizaciones sociales del viejo continente reconocen y valoran a las FARC como movimiento político-militar, a veces en oposición a lo que consideran los gobiernos.
La acción criminal del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, perpetrada hace un año en Ecuador, fue rechazada por la opinión pública internacional que observaba con simpatía y esperanza la posibilidad de lograr un acuerdo humanitario, cuando el 27 de febrero las FARC informaron de la liberación de cuatro ex congresistas que habían permanecido como rehenes. Se trataba de Gloria Polanco, Orlando Cuéllar, Eladio Pérez y Gerchen Turbay.
El uso de la fuerza y la violación de la soberanía de Ecuador demostró, una vez más, ante el mundo la naturaleza criminal del gobierno colombiano, controlado por narcos y paramilitares. Álvaro Uribe Vélez nunca estuvo interesado en lograr la paz para su país. El y sus colaboradores cercanos se benefician de la guerra. Está obsesionado desde 1996, cuando se desempeñaba como gobernador del departamento de Antioquia, con exterminar a la insurgencia y a quienes simpatizan o puedan llegar a simpatizar con la causa política y libertaria de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
26 personas murieron en el campamento de diálogo establecido temporalmente por las FARC en Sucumbíos, Ecuador en marzo de 2008, entre ellas, los mexicanos: Fernando Franco Delgado, Juan González del Castillo, Soren Ulises Avilés Ángeles y Verónica Natalia Velásquez Ramírez.
Los 26 asesinados participaban en una reunión política pacífica solidaria con un país amenazado y víctima durante más de 60 años de gobiernos criminales impuestos por el imperio estadounidense, cuyos dirigentes han intentado convertir a Colombia en el basurero del continente americano.
Casi seis décadas después, en otro año cruel y violento para las mayorías colombianas, Raúl Reyes fue asesinado cobardemente en un campamento internacional de paz establecido en Sucumbíos, República de Ecuador, en la madrugada del sábado primero de marzo de 2008.
Los militares asesinos de Colombia, que invadieron territorio ecuatoriano apoyados por el gobierno estadounidense de George W. Bush durante la llamada “Operación Fénix”, primero lanzaron diez bombas de 226 kilogramos en un radio de 600 metros, en el corazón del campamento de paz, establecido dentro de un país pacífico, soberano y solidario: Ecuador. Una hora después del bombardeo, los militares colombianos, enemigos de los pueblos de nuestra América, incursionaron en la zona con helicópteros Black Hawk. Tenían la intención de exterminar a los insurgentes y a los acompañantes que habían sobrevivido al bombardeo. Las investigaciones, realizadas por autoridades ecuatorianas, demostraron que varios de los seres humanos fallecidos durante la invasión gubernamental colombiana, fueron ultimados con disparos a quemarropa.
Raúl Reyes cayó defendiendo principios bolivarianos de unidad para la justicia y la paz de Colombia y de los países de nuestra América. Era un insurgente revolucionario que luchó primero pacíficamente como militante de la Juventud Comunista en los años 60 del pasado siglo XX, época en la que también incursionó en el sindicalismo independiente, destacándose como líder de los trabajadores en una planta procesadora de lácteos perteneciente a Nestlé en el departamento colombiano de Caquetá.
Militante del Partido Comunista Colombiano (PCC), Raúl Reyes, privilegió siempre el camino de la paz, por la paz y hacia la paz. Escogió la vida de combatiente cuando comprendió que el sistema político que oprime a Colombia, desde los años 40 del siglo anterior, es manejado por una mafia que se opone violentamente a cualquier cambio de fondo para transformar la vida cultural, económica, política y social.
Raúl se hizo fariano y desde las FARC aportó al diálogo y ayudó a buscar una salida política al conflicto armado. Se casó con Gloria Marín, una de las hijas del comandante Manuel Marulanda Vélez, fundador de ese movimiento de liberación nacional. Antes de participar activamente en la insurgencia política se desempeñó como concejal en La Plata por el PCC. Fue un compañero internacionalista, solidario con las luchas de los pueblos: cubano, guatemalteco, nicaragûense, panameño, salvadoreño, así como con las causas justas de todos los países de la tierra. Visitó naciones de Europa Oriental en los años setenta, conoció varios proyectos de socialismo y aspiró a la unidad de los países americanos, como lo habían propuesto Simón Bolívar y José Martí en las luchas del siglo XIX y Ernesto Che Guevara en el siglo XX.El insurgente bolivariano representó a las FARC en varios encuentros organizados por el Foro de Sao Paulo.
En 1995 intercambió conceptos acerca de la importancia de buscar una salida política al conflicto armado en Colombia. Dialogó con representantes de México, Brasil, Argentina y Venezuela, entre los cuales se encontraba Hugo Chávez Frías, ahora Presidente de la república bolivariana.
Cuatro años después de esa edición del Foro de Sao Paulo, Raúl Reyes participó como portavoz de las FARC en el proceso de diálogo con el gobierno de Andrés Pastrana Arango (1998-2002). Acompañó en una gira por Europa a Víctor Ricardo, asesor de paz gubernamental. Desde entonces varios partidos políticos y organizaciones sociales del viejo continente reconocen y valoran a las FARC como movimiento político-militar, a veces en oposición a lo que consideran los gobiernos.
La acción criminal del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, perpetrada hace un año en Ecuador, fue rechazada por la opinión pública internacional que observaba con simpatía y esperanza la posibilidad de lograr un acuerdo humanitario, cuando el 27 de febrero las FARC informaron de la liberación de cuatro ex congresistas que habían permanecido como rehenes. Se trataba de Gloria Polanco, Orlando Cuéllar, Eladio Pérez y Gerchen Turbay.
El uso de la fuerza y la violación de la soberanía de Ecuador demostró, una vez más, ante el mundo la naturaleza criminal del gobierno colombiano, controlado por narcos y paramilitares. Álvaro Uribe Vélez nunca estuvo interesado en lograr la paz para su país. El y sus colaboradores cercanos se benefician de la guerra. Está obsesionado desde 1996, cuando se desempeñaba como gobernador del departamento de Antioquia, con exterminar a la insurgencia y a quienes simpatizan o puedan llegar a simpatizar con la causa política y libertaria de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
26 personas murieron en el campamento de diálogo establecido temporalmente por las FARC en Sucumbíos, Ecuador en marzo de 2008, entre ellas, los mexicanos: Fernando Franco Delgado, Juan González del Castillo, Soren Ulises Avilés Ángeles y Verónica Natalia Velásquez Ramírez.
Los 26 asesinados participaban en una reunión política pacífica solidaria con un país amenazado y víctima durante más de 60 años de gobiernos criminales impuestos por el imperio estadounidense, cuyos dirigentes han intentado convertir a Colombia en el basurero del continente americano.
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